"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 11 de abril de 2020
JUAN EGAÑA
Y vagar
Naces,
entre dolores
para
dar a la muerte un nuevo cuerpo
que
llevas a la nada,
seguir
entre quimeras,
para
alcanzar hasta los desengaños;
amar
sin ser amado
para
saber de las desolaciones
y
conocer entonces
que
la grandeza del alma es una horrible
ironía
de Dios…
Y
tener un cerebro que nos haga
saber
serenamente
que
nuestro propio mal a nadie importa;
y,
al fin de la jornada,
abandonar
el cuerpo a los gusanos
y
seguir caminando.
MARITA TROIANO
Mi padre ajeno
Nunca
fui a visitar la tumba de mi padre.
No
le llevé jamás un ramo de flores amarillas
El,
era mi padre y no.
Y
yo su hija de mentira.
Puedo
ver su imagen quieta, suspendida
sentado
allí,
apuesto
y extranjero
conmigo
en su regazo, comiendo de su mano un pescado sin espinas
frecuentando
un pueblo al sur
en
un laberinto inquieto
con
un mar triste
que
baña un muelle viejo.
Sintiendo
nada entre sus brazos
culpables
falsos
con
aromas a sal, con amores de espuma
con
un rumor de ensueños empozados
castigando
la inocencia de creer
Juntos
y alejados, bajos un cielo
vencido
por las horas.
El
era
Una
vi-si-ta para su hija de mentira
Toda
cubierta de escarcha
toda
bañada en arena
Bajo
los pies, la tierra inerte
cortado
el hilo de una ternura nueva.
Cansada
su elocuencia
rodando
transversal por nuestra historia
Más
allá del océano
rescatando
de la bruma sus ojos color cielo,
la
miel clara de su pelo
el
olor a tabaco repetido en
la
retama de sus dedos
que
delatan mudos
sus
insomnios y sus fríos.
Era
y no mi padre
sus
arados hicieron nada entre mis campos
no
fecundaron nexos sus semillas
Jamás
recogería frutos.
Dónde
estaba sino cuando llegó el llanto?
dónde
en el adios a mis sueños?
dónde
por Dios cuando mi madre muerta?
Se
perdió
solidario
con las aguas
amigo
de corrientes que devoran las redes
de
pescadores de otras costas
y
dejó atrás a mi edad,
mi
rostro oval y sorprendido.
Me
hablaron de él por muchos años
apenas
un album amarillo con tres fotografías
y
un viejo árbol de duraznos.
Ya
he cruzado sobre lanzas mi caballo
anduve
cerca a los volcanes más temidos
ya
traigo anestesiadas mis esquinas
ya
no le temo al llanto
Hoy,
me brota un perdón benevolente
algo
tardío un estrechar de manos
un
beso en la mejilla distraído.
Y
en la tumba, no hay flores amarillas
todavía.
Del poema: "Mi padre”
RAFAEL POMBO
Al recién nacido
¡Oh
niño! hoy que tus ojos
Al
sol coloras
Todo
el mundo sonríe;
Sólo
tú lloras.
Quiera
Dios, al cerrarlos
A
humanos días,
Que
todo el mundo llore
Y
tú sonrías.
SANTA TERESA DE JESÚS
Coloquio amoroso
Si
el amor que me tenéis,
Dios
mío, es como el que os tengo,
Decidme:
¿en qué me detengo?
O
Vos, ¿en qué os detenéis?
—Alma,
¿qué quieres de mí?
—Dios
mío, no más que verte.
—Y
¿qué temes más de ti?
—Lo
que más temo es perderte.
Un
alma en Dios escondida
¿qué
tiene que desear,
sino
amar y más amar,
y
en amor toda escondida
tornarte
de nuevo a amar?
Un
amor que ocupe os pido,
Dios
mío, mi alma os tenga,
para
hacer un dulce nido
adonde
más la convenga.
Versión de Louis Ratisbonne
AMANDO CARABIAS
Paseo por la calle subido a unas
zapatillas viejas
Mis
ojos escupen llanto de muertos sin mirada
yaciendo
con las manos dislocadas
tras
los pómulos resquebrajados de las estrellas
póstumas.
Crujo
con el hambre de madres sin savia
desconocedoras
de los nombres de los banqueros
que
jubilan sus enaguas con tres millones de euros
anuales.
Paseo
por la calle subido a unas zapatillas viejas
y
contemplo mitras fijas en cristos de marfil
mientras
otros descuartizan nazarenos de sangre y carne
reventada
bajo
minas antipersona escondidas como hienas carnívoras
en
el aroma de una orquídea donde ya no se lee,
pues
las letras son troqueles de vértebras,
madeinspain.
Gritan
interminables las pesadillas del corredor
de
la muerte, donde deambula un postrer latido,
y
muerden mis tobillos cual alacrán jodidamente
venenoso.
Las
serpientes de cascabel tienen partida de nacimiento,
manos
invisibles con dedos de mausoleo,
y
reptan y tintinean con el mismo eco de monedas
fariseas.
Las
barbas de bin-laden quizá duerman en afganistán,
en
la hura de un áspid alimentado con hierros abrasados,
pero
nadie excarcela las miradas presas tras los barrotes
del
burka.
La
ciudad es un tránsito de carcajadas de cadáveres,
un
rugido de luces hirviendo sobre el grumo de alquitrán,
o
de miradas revestidas de huellas dactilares que sólo buscan
glúteos...
...Si
escribo...,
el
cielo rompe alas de cristal,
traducen
mazapán azul o blanco,
sólo
él distingue lágrimas de niños
enterrados
en heces de agua podre.
Mientras,
nuestras manos giran el pomo de hielo negro
de
las puertas del infierno con la misma naturalidad
con
que el asfalto es el colchón de plumas de los orines
de
los perros.
WYSTAN HUGH AUDEN
El laberinto
Antropos apteros pasó varios
días
silbando en el oscuro laberinto,
confiando alegremente su salida
a su temperamento y a su
instinto.
La centésima vez que vio un
arbusto
que cien veces pensaba haber
pasado,
en la confluencia de cuatro
senderos,
reconoció al fin que se había
extraviado.
“¿Dónde
estoy? a menos de que tenga una respuesta,
dice
la metafísica, una pregunta no puede ser propuesta,
por
lo que asumo
que
a este laberinto lo ha planeado alguno.
Si
el pensamiento del teólogo es correcto
un
plan implica la idea de un arquitecto:
un
laberinto creado por Dios sería sin duda
un
preciso universo en miniatura.
¿Serían
los datos de la percepción,
en
ese caso, válida comprobación?
¿Qué
del universo que domino me puede decir
cuál
es la dirección que debo seguir?
Lo
que sugeriría el matemático
sería
una línea recta: lo más práctico.
Pero
izquierda y derecha en alternancia
es
algo, con la historia, más en consonancia.
La
estética en contraste cree que todo el arte
intenta
el corazón gratificarte:
si
rechazo disciplinas como ésta...
¿seguiré
el camino, entonces, que mejor me parezca?
Sólo
es verdadero este razonamiento
si
se acepta el clásico discernimiento,
cosa
que resulta imposible de asegurar
si
al introvertido hemos de escuchar
ya
que su absoluta presuposición
es
que el hombre crea su propia condición:
este
meandro no fue creado por la divinidad
y
más bien es reflejo de mi culpabilidad.
Su
centro, que no puedo hacer presente,
es
conocido para mi inconsciente;
no
tengo pues por qué desesperar:
en
él he estado siempre con sólo así pensar.
El
problema es cómo decir no quiero;
los
que están quietos se mueven más ligero;
mientras
no acepte que estoy perdido
porque
yo quiero estarlo, estoy perdido.
Si
eso fracasa, quizá yo debería
hacer
lo que los educadores harían:
contentarme
con la conclusión
ya
que, en teoría, no existe solución.
Toda
declaración sobre lo que yo siento,
como
estoy perdido, es falsa al cien por ciento:
termina
mi sabiduría donde había empezado:
cualquier
barda es más alta que un humano.”
Antropo apteros, vacilante,
confuso ¿hacia atrás? ¿hacia
adelante?
mirando hacia arriba deseó ser
el ave
a la que estas dudas
debían parecer poco menos que
absurdas.
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