Paseo por la calle subido a unas
zapatillas viejas
Mis
ojos escupen llanto de muertos sin mirada
yaciendo
con las manos dislocadas
tras
los pómulos resquebrajados de las estrellas
póstumas.
Crujo
con el hambre de madres sin savia
desconocedoras
de los nombres de los banqueros
que
jubilan sus enaguas con tres millones de euros
anuales.
Paseo
por la calle subido a unas zapatillas viejas
y
contemplo mitras fijas en cristos de marfil
mientras
otros descuartizan nazarenos de sangre y carne
reventada
bajo
minas antipersona escondidas como hienas carnívoras
en
el aroma de una orquídea donde ya no se lee,
pues
las letras son troqueles de vértebras,
madeinspain.
Gritan
interminables las pesadillas del corredor
de
la muerte, donde deambula un postrer latido,
y
muerden mis tobillos cual alacrán jodidamente
venenoso.
Las
serpientes de cascabel tienen partida de nacimiento,
manos
invisibles con dedos de mausoleo,
y
reptan y tintinean con el mismo eco de monedas
fariseas.
Las
barbas de bin-laden quizá duerman en afganistán,
en
la hura de un áspid alimentado con hierros abrasados,
pero
nadie excarcela las miradas presas tras los barrotes
del
burka.
La
ciudad es un tránsito de carcajadas de cadáveres,
un
rugido de luces hirviendo sobre el grumo de alquitrán,
o
de miradas revestidas de huellas dactilares que sólo buscan
glúteos...
...Si
escribo...,
el
cielo rompe alas de cristal,
traducen
mazapán azul o blanco,
sólo
él distingue lágrimas de niños
enterrados
en heces de agua podre.
Mientras,
nuestras manos giran el pomo de hielo negro
de
las puertas del infierno con la misma naturalidad
con
que el asfalto es el colchón de plumas de los orines
de
los perros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario