domingo, 29 de noviembre de 2015


KOBAYASHI ISSA




También hoy, también hoy,
Viviendo en la niebla,
Una pequeña casa.


De voces


MARCELO DANIEL FERRER




Desencantos



La imagen se hizo vidriosa y se desplomó.
(Mudos despojos estallaron vanos).

Gira y se marcha
Pero se queda.
Se sienta, se para, se pasea.
Se dobla, se abraza...
Blande unas lágrimas consabidas
Y detiene la inercia para mirarse.

Hiel que aspera labios,
Desencanta, enajena
Somete...
Devora enzimas de integridad.

¡Brumos de espanto!
(En una conciencia imprecisa).

Así,
Sórdida en conjeturas
E inhábil de manos y de labios,
Se escruta adivinando
Para rendirse
Sin decirse nada,
Hablando.

Y como suave y dispuesta mejilla de santo,
Resigna sus encantos y se retrae...
Se apea de la vida en el andén de la muerte
Para ver pasar laxas todas las horas siguientes.


MARILINA RÉBORA







¿A qué apenarse tanto por las pequeñas cosas?
Guardemos el pesar para lo irreversible.
Si se olvidan los besos y marchitan las rosas,
Soportemos la vida, con ánimo apacible.

Vistámonos con alas de etéreas mariposas,
Soñemos en lo alto la cumbre inaccesible,
Que dejando detrás ideas enojosas
La vida cotidiana será más accesible.

Aceptemos un mundo que sea conciliable;
Un solo hecho cuenta carácter trascendente:
El hecho de no ser, un día, de repente,
Y de decir adiós a todo lo mutable,
Viviendo en armonía, tratando que no estorbe
Nada de lo minúsculo, ante el girar del orbe.




JULIO FLÓREZ ROA







Su pupila brilló como una brasa
En la tiniebla de su rostro.
Ella,
Como tras de una nube nívea estrella,
Parecía irradiar bajo la gasa
De su túnica grácil:
Era una
Melancólica anémona
Entre una malla de fulgor de luna:
Un lánguido asfodelo
Que empezaba a dormir era.. ¡Desdémona!
Frágil y blanca, ante la noche: ¡Otelo!
El Sultán de los cielos implacables,
El demonio divino
Del odio y del amor, sus formidables
Ojos negros pasea
Por el inmóvil cuerpo venusino
De su amada
¡Su faz relampaguea
Como un carbonizado torbellino,
Como una tempestad sorda y obscura!
¡Ah, yo soy como Dios, que siempre hiere
Donde más ama! con dolor murmura
Y acerca su puñal a la blancura
De aquella carne casta, y grita ¡Muere!
¡Y hunde, hasta la dorada empuñadura,
La fina hoja que a su mano adhiere!.
¡Ni un ay! La sangre corre. Otelo llora:
Y parece ante Otelo
Aquella muerta, un témpano de hielo
Que nada en los carmines de una aurora.
¿Mayor crimen concibes?
¡Oh, qué execrable hora!
Era inocente. ¿Y tú? Ya ves: ¡tú vives!


DAMSI FIGUEROA




Autorreconocimiento



Yo no soy la que se pierde
tan pronto como se la encuentra
El amor en mí no se toca
se escribe
Yo no soy piadosa con los hombres de poca fe
no intercambio los calzones con nadie
en cambio asumo la desvergüenza
de una desnudez colectiva
en una casa de playa
o en una playa a secas
Yo no escribo para nadie
aunque intente escapar
y evite sacarte al baile
Tus malabares y piruetas
siempre exigen un aplauso cerrado
es decir, una palabra
Yo no me complico la vida
omitiendo adverbios y conjunciones
Patino por la hoja
y tapo los surcos amargos
con la sangre de mis amigos
Yo no hago el amor
lo desarmo
por el puro gusto de volverlo a armar
una y otra vez
hasta tener sexo
para olvidarme del amor
y de todos ustedes


FRANCISCO ÁLVAREZ




Él



Hay en tu rostro un gesto de embeleso
al ajustar tu mano mi corbata;
y me encuentro vestido con exceso
al ver tu desnudez bajo la bata.

De repente me asaltan intenciones
que sacuden la fibra del sentido,
y que encajan en las incitaciones
que el brillo de tus ojos me ha tendido.

Sin vacilar, toma hoy la iniciativa
y traduce en acciones la sonrisa,
que tu mano sensual y decisiva
me arranque la corbata y la camisa.

Deslízame los dedos sobre el pecho,
y extiéndete a la espalda suavemente;
mi instinto levantado está al acecho,
todo mi voluntad te lo consiente.

Hoy serás tú quien todo lo decida,
seré el juguete, y tú serás quien juegue,
tendrás autoridad indefinida
y no encontrarás nada que te niegue.

Ya el cinturón se siente relajado,
y tu contacto excita mi impaciencia,
siento el impulso desencadenado,
pero a él, no a ti, he de hacerle resistencia.

Es tu oportunidad, es tu momento,
será tu desnudez junto a la mía,
tus caricias tendrán el ritmo lento
de inevitable, espléndida agonía.

Y aunque te exija que me lo aceleres,
no escuches mi clamor ni mi quejido,
habré de recibir lo que me dieres,
cuando, como y en donde hayas querido.

Siento tus manos descendiendo lentas
y tú también te inclinas y desciendes,
y a mi virilidad la boca enfrentas,
y una violencia emocional enciendes.

Ese beso profundo y penetrante,
me acerca a ti de singular manera;
y aunque no puedo verlo en tu semblante,
percibo toda tu pasión entera.

Tus manos en mi piel clavan crispadas
las uñas, que de sangre se revisten;
flota tu pelo en nuevas oleadas,
los labios y la lengua no desisten.

Qué catarata de placer provocas
volcándose en caída resonante,
tal la furia del mar contra las rocas…
Qué maravilla poder ser tu amante.

Y al fin las aguas, blancas de la espuma,
tras la caída, avanzan en el río;
siento en la mente el sueño de la bruma,
y en el cuerpo el postrer escalofrío.

Levántate y abrázame, cariño,
yace conmigo en silenciosa calma,
manténme en tu regazo como a un niño,
y toma posesión de cuerpo y alma.