"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 4 de abril de 2022
JOSÉ FORNARIS
El arroyo en creciente
Ayer
corrió el arroyo de linfa transparente
en reducido lecho con lánguido rumor;
hoy surge caudaloso y arrastra en su creciente
los juncos de la orilla, las hojas de la flor.
Ayer
perdió el arroyo sus olas y sus giros:
vio pálido el nenúfar, marchito el alhelí;
hoy vuelven las palomas con férvidos suspiros,
y mojan en sus aguas su pico carmesí.
Hoy
altos los retoños ostentan frentes blondas,
hoy pinos acopados agitan su dosel,
y alzando su cabeza, rompiendo por 1as ondas,
hoy tiende relinchando sus crines el corcel.
¡Qué
bello entre las güijas con tardo movimiento
se arrastra en las arenas torcido caracol!
¡Qué cantos alza el ave! ¡Qué espumas riza el viento!
¡Qué cisne cruza el agua! ¡Qué flores dora el sol!
Sus
límpidas espumas no encuentran un escollo,
da el alba con sus rayos esmaltes al cristal;
al borde las espigas despliegan su pimpollo,
al centro el lirio ofrece su seno virginal.
Aquí,
preciosa Julia, bajo frondosa jagua
dichosos reposemos: no te detengas, no;
¡la sed me abrasa tanto! ¡Tan fresca corre el agua!
¡Haz copa de tus manos, y en ellas beba yo!
LUIS ALBERTO AMBROGGIO
Aleluya
“Mujer, ¿porqué
lloras, a quien buscas?”
“Maria” (Jesús)
Juan
1.
“¿Mujer,
porqué lloras?”
la piedra que tapaba el amor muerto,
el sudario de dolores del hijo agonizante,
el sepulcro del silencio negro
están vacíos, iluminados,
tienen olores a día nuevo.
Mujer,
por qué lloras
las ataduras de los cuerpos
y buscas vanamente al que vive
al espíritu del amanecer y al canto de los felices
entre la triste pérdida de los muertos.
Mujer,
tócate bella y presagia
a la tierra, a los ladrones, a los vientos
que tu amado, tu hijo, tu hermano,
o tú misma hecha universo,
más allá de las noches pasajeras,
no has muerto.
¡Pobres
los resucitados que no quieren vivir!
¡Pobres los que viven muertos!
¡Pobre Dios que muere a cada rato
en el suplicio del desamor frecuente!
¡Pobre el que no sea un aleluya en su rostro,
un corazón de paz, un grito lleno
para todos los crucificados,
y para ti, la aparición purísima de un beso!
¿Magdalena,
por qué lloras?
SANTIAGO SYLVESTER
la zona de peligro
El
que llega no es necesariamente el que ha salido:
el que triunfa no es siempre el que ha peleado:
el que pierde ya no es nunca el mismo:
el que habla va cambiando mientras habla, y así
el que termina su discurso ya no es el del comienzo:
nunca está claro si se dice lo que se quiso decir:
en el camino hay pérdida y ganancia: es inevitable:
el que habla y el que oye no entienden necesariamente lo
mismo:
el que calla y el que calla oyen cada uno un silencio
distinto:
este mundo transitivo está interferido por nosotros,
entrecruzado, confundido, vuelto a empezar: siempre
estamos yendo hacia otra parte
para poder tomar este vaso de vino en paz.
JEAN-YVES MASSON
1
y
ahora el que habla ha cerrado la puerta al futuro
pobre dice lo he sido y lo seré toda mi vida
el mundo tal como va se detiene un momento al borde de lo que oculta
la esperanza desde siempre es la lengua putrefacta de lo aceptable
su vieja descomposición de repente llenó la garganta de hedor
no hay excusa al complacerse en la derrelicción
todo lo favorece sin embargo desde la moral y la ley hasta la justicia
se tiene esta impresión luego viene la mirada loca del que ha visto la muerte
se busca entonces en torno a uno la vida de debajo de la vida
cuando el mundo era algo más joven bastaba levantar el puño
el futuro al punto cantaba en proa de la noble ilusión
todos temen desde ahora perder lo que han perdido ya
mientras que en cada uno el deseo de la seguridad prevalece
una soledad hambrienta de lo mismo que la hace devorante
del nexo social donde su desgracia podía lograr el único reposo
los vivos a diferencia de los muertos son incapaces de revivir
el serrín de su conciencia llena de polvo en ellos todo pensamiento
RAIMUNDO ECHEVARRÍA Y LARRAZÁBAL
La esperada
No
serás como todos, llegarás blancamente
con las manos sangrantes de divina piedad;
llegarás una noche, que haga luz, suavemente.
Con los brazos abiertos a ayudarme a soñar…
Tocarás
con los ojos un ensueño de cuna
y sobre las orejas un rubio de panal;
llegarás por las sendas, escanciadas de luna,
con los brazos abiertos a ayudarme a soñar….
Vendarás
las heridas de mis sueños lejanos,
con la suave y divina perfección de tus manos
un sembrado de estrellas sobre un charco de azul
Y yo
tendré mis versos para aromar tu paso,
y llevaré el fastidio de todos mis fracasos
para que con las manos me los perfumes tú…
JULIO ARBOLEDA
Infeliz del que busca
El
infeliz del que busca en la apariencia
la dicha y en la efímera alabanza,
y muda de opinión con la mudanza
de la versátil pública conciencia!
El
presente es su sola providencia;
cede al soplo del viento que le lanza
al bien sin fe y al mal sin esperanza;
que en errar con el mundo está su ciencia.
¡Y
feliz el varón independiente
que, libre de mundana servidumbre,
aspira entre dolor y pesadumbre
A la
eterna verdad, no a la presente,
conociendo que el mundo y sus verdades
son sólo vanidad de vanidades!
Resto
del bosque inmemorial
Resto
del bosque inmemorial; testigo
de mil y unicazos que la ciencia ignora,
roble imperial de bóveda sonora,
tiende en la plaza su ondulante abrigo.
En
rumorosas pláticas consigo
sus muertas hojarascas rememora:
¡cuánta fugaz generación canora
labró colonias en su techo amigo!
Pasaron
esos nidos y esas aves;
vinieron otras aves y otros nidos
y otras hojas y cantigas suaves;
y en
los gajos del céfiro mecidos,
vagar parecen con cadencias graves
ecos dolientes de los tiempos idos.
