viernes, 27 de septiembre de 2019


FUYUHIKO KITAGAWA





Guerra



¿De qué serviría que me pusieran diamantes en estos ojos
artificiales?
¿De qué serviría que me prendieran condecoraciones en las
costillas musgosas?
Debemos derribar la gigantesca cabeza de la que penden
salchichas
La cabeza gigantesca de donde cuelgan salchichas debe ser
derribada.

¿Cuándo dispersaremos de un soplo sus cenizas como lo
hicieron
con las flores de diente de león sobre la palma de la mano?


ÁLVARO CUNQUEIRO






9. Yo no la vi nacer...



Yo no la vi nacer. Me la dieron
porque yo ya lo sabía: ¡qué blanca! ¡qué bien!
                                 ¡qué niña más bien plantada!
De surtidores de luz
la compraban vientos claros.
Me la dieron porque yo ya lo sabía:
Si era lado del mar
seco de serenidades,
                                          azul,
                                                    rosa,
                                                              lirio,
¡columpio de piedra dura!



De: "Mar ao norde"

Versión de Vicente Araguas


VALERIO MAGRELLI







El país del sueño se amplía en el verano.
Sus aguas reflejan
en lentas olas todo gesto.
En las orillas susurran palabras
como hierba, mientras en lo alto transcurren
las constelaciones de nuestros muertos.
Gira la mente en el gozne de la noche;
el recuerdo se multiplica en el espíritu
como anillos en el tronco de los árboles.

Otras naturalezas muertas


GINO SCARTAGHIANDE





Apenas en el inicio



Querida ignorancia querido ser
desvital caro desamor
plasmas toda la materia de la cual
estoy hecho. Querido King Kong, mi rey
y mi súbdito. Querida posesión
que aquí se dispersa. Es apenas
el inicio de otro tiempo.


SAINT-JOHN PERSE






El loro



Este es otro.
Un marino tartamudo lo había dado a la vieja que lo vendió. Está sobre el rellano, cerca de la lumbrera, allí donde se mezcla al negror la sucia bruma del día color de callejón.
Con un doble grito, a la noche, te saluda, Crusoe, cuando, subiendo de las letrinas del patio, abres la puerta del pasillo y levantas ante ti el astro precario de tu lámpara. Vuelve su cabeza para volver su mirada. Hombre de la lámpara, ¿qué quieres de él?... Miras el ojo redondo bajo el polen averiado del párpado; miras el segundo círculo como un anillo de muerta savia. Y la pluma enferma se remoja en el acuoso excremento.
¡Oh miseria! Apaga tu lámpara. El pájaro lanza su grito.


De: “Imágenes para Crusoe”


EDUARDO MITRE






13



y tienen de nuevo sed
de nombrar los labios:
la almohada, tu cabellera,
una pared de ladrillos,
un trozo de cielo: tribus
con rumbo desconocido.


De: “Húmeda llama”