"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 19 de junio de 2018
ALLEN GINSBERG
para
Chodok Tulku
No te enfades conmigo
Podrías morir mañana
Soy un fantasma hambriento vacío
¿tienes cambio para prestarme?
No te enfades conmigo
Lleno de Dios mañana
Pena me daría que te enojes,
¿quieres ser el Dios de mi pena?
No te enfades conmigo
La guerra empieza mañana
Me bombardearán Te darán en un ojo
con la Flecha Interdependiente
No te enfades conmigo
Hierve el infierno mañana
Si ardiéramos ahora inflamados
Pasaríamos siglos en horror frío
No te enfades conmigo
Seremos gusanos mañana
ambos retorciéndonos en el barro
partidos en dos por un arado
No te enfades conmigo
¿Quiénes seremos mañana?
¿quién sabe hoy quiénes somos?
Mejor es meditar y rezar
¿Quiénes seremos mañana?
¿quién sabe hoy quiénes somos?
Mejor es meditar y rezar
Tila, Mila, Marpa, Naro.
27/8/96
De: "Muerte y fama”
Versión de Ana Becciu
JOSÉ MANUEL CABALLERO
Por el
camino se me van cayendo
frutas podridas de la mano
y voy dejando manchas de tristeza en el polvo
donde quiera que piso;
un pájaro amanece ante mis ojos
y en seguida anochece entre sus alas;
la asamblea de hormigas se disuelve
cuando en mí la tormenta se aproxima;
el sol calienta al mar en unas lágrimas
que en el camino enciende mi presencia;
la desnudez del campo va vistiéndose
según van mis miradas acosándole
y el viento hace estallar
una guerra civil entre las hierbas.
Noticia triste de mi cuerpo dictan
las verdes amapolas en capullo,
la codorniz se espanta
y asusta al macho con historias mías.
Vengo desnudo de la hermosa clámide
que solía vestirme cuando entonces:
clámide con las voces de los pájaros,
el graznido del cuervo, la carrera veloz de la raposa
–a la que llaman zorra mis parientes–,
del arroyo que un día se llevaba mis pasos
y de olores de jara y de romero
hace tanto tejida.
Días de mi ascensión, cuando el lagarto
solía conocer mis intenciones,
cuando solía la retama
pedirme venia para echar raíces,
cuando algún cazador me confundió
con una piedra viva entre las piedras.
Pero yo te conozco, campo mío,
yo recuerdo haber puesto entre tus brazos
aquel cuerpo caliente que tenía,
haber dejado sangre entre los surcos
que abrían los caballos de mi padre.
Yo te conozco y noto que tus senos
empiezan a ascender hacia mis labios.
frutas podridas de la mano
y voy dejando manchas de tristeza en el polvo
donde quiera que piso;
un pájaro amanece ante mis ojos
y en seguida anochece entre sus alas;
la asamblea de hormigas se disuelve
cuando en mí la tormenta se aproxima;
el sol calienta al mar en unas lágrimas
que en el camino enciende mi presencia;
la desnudez del campo va vistiéndose
según van mis miradas acosándole
y el viento hace estallar
una guerra civil entre las hierbas.
Noticia triste de mi cuerpo dictan
las verdes amapolas en capullo,
la codorniz se espanta
y asusta al macho con historias mías.
Vengo desnudo de la hermosa clámide
que solía vestirme cuando entonces:
clámide con las voces de los pájaros,
el graznido del cuervo, la carrera veloz de la raposa
–a la que llaman zorra mis parientes–,
del arroyo que un día se llevaba mis pasos
y de olores de jara y de romero
hace tanto tejida.
Días de mi ascensión, cuando el lagarto
solía conocer mis intenciones,
cuando solía la retama
pedirme venia para echar raíces,
cuando algún cazador me confundió
con una piedra viva entre las piedras.
Pero yo te conozco, campo mío,
yo recuerdo haber puesto entre tus brazos
aquel cuerpo caliente que tenía,
haber dejado sangre entre los surcos
que abrían los caballos de mi padre.
Yo te conozco y noto que tus senos
empiezan a ascender hacia mis labios.
GUSTAVO OSORIO DE ITA
Orfebre de una farsa
I
Y
bruñes tu entrecejo
Lascas tu sobrada lengua tus ansias
Esculpes tu acorde postura líneas
Rectas suaves finas desbastas
Lo áspero de ti
Y aguzado ya arduamente pulido
Te presentas
Lascas tu sobrada lengua tus ansias
Esculpes tu acorde postura líneas
Rectas suaves finas desbastas
Lo áspero de ti
Y aguzado ya arduamente pulido
Te presentas
II
Al
crisol viertes tanta ajena vida
—Estoy en Ámsterdam Versalles
Es encantador suerte
Que la vida es fácil mi cartera plena
No conozco el insomnio el trabajo
Va de maravilla creo mi hijo
Cada vez se parece más a mí
Soy feliz y de nada me arrepiento—
Y fundes todo lo que nunca ocurre
Con los deseos de siempre
—Estoy en Ámsterdam Versalles
Es encantador suerte
Que la vida es fácil mi cartera plena
No conozco el insomnio el trabajo
Va de maravilla creo mi hijo
Cada vez se parece más a mí
Soy feliz y de nada me arrepiento—
Y fundes todo lo que nunca ocurre
Con los deseos de siempre
III
Hoy te
vas luyendo
Ante el nítrico ácido del desvelo
Y la honda dura cala de la lima
De las cosas ciertas que escondes
Y relumbra adentro un alma de cobre
Bajo tus falsos oros
Ante el nítrico ácido del desvelo
Y la honda dura cala de la lima
De las cosas ciertas que escondes
Y relumbra adentro un alma de cobre
Bajo tus falsos oros
IV
Fue
acaso un fino temple
La exacta proporción
De densos oros y deseos liga
De plata para combarse de ser necesario
Acero fuerte y terco también sombras
De maleable bronce
Todo bajo
Tres mil grados centígrados
De odio
La exacta proporción
De densos oros y deseos liga
De plata para combarse de ser necesario
Acero fuerte y terco también sombras
De maleable bronce
Todo bajo
Tres mil grados centígrados
De odio
V
Pero
una amarga grieta te recorre
Frágil fractura más
Rápida que el sonido
Y el yo que con esmero te moldeaste
Dócil cede al hartazgo
Hoy
Te resquebrajas eres
Lustrosos fragmentos tan sólo vales
Cuanto pesas
Frágil fractura más
Rápida que el sonido
Y el yo que con esmero te moldeaste
Dócil cede al hartazgo
Hoy
Te resquebrajas eres
Lustrosos fragmentos tan sólo vales
Cuanto pesas
OMAR JAYAM
IX. El ocaso del astro
110
Y cuando el pie de nácar Tú deslices un día
por las tumbas dispersas sobre esta hierba mustia,
y en tu vagar abstracto llegues hasta la mía,
¡vuelca tu copa y, quede para siempre vacía!
CINZIA MARULLI
Los poetas son buena gente
No
tengan miedo, descuiden,
los
poetas son buena gente:
no se
van desnudos por la calle,
no
tienen rostros demacrados,
no
caminan descalzos
sobre
ascuas.
Tienen
hambre los poetas ‒como ustedes ‒
atraviesan
la oscuridad con el miedo
en la
piel, tiemblan con el frío
y comen
todos los días
‒ o por
lo menos quisieran hacerlo ‒
Los
poetas se duchan, van al baño,
van de
compras. Se casan incluso
y
tienen hijos.
A
veces, pero no lo digan a nadie
‒
tienen también la amante ‒
Les
aseguro ‒ los poetas son buena gente
incluso
si a veces son irritantes
se
apropian
de los
sentimientos que vagan por el aire
los
beben y se emborrachan
y luego
arrojan palabras ‒ las graban en el papel ‒
cortan
ferozmente la luz fría
del
vacío.
Lloran
los poetas ‒ lloran la sangre del mundo ‒
excavan
en las minas más profundas
las
destapan para inundarlas de luz.
Y si
todos ustedes no les tienen miedo
les
aseguro
los
poetas se volverán realmente buena gente.
De: “Las mantas de dios”
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