Los poetas son buena gente
No
tengan miedo, descuiden,
los
poetas son buena gente:
no se
van desnudos por la calle,
no
tienen rostros demacrados,
no
caminan descalzos
sobre
ascuas.
Tienen
hambre los poetas ‒como ustedes ‒
atraviesan
la oscuridad con el miedo
en la
piel, tiemblan con el frío
y comen
todos los días
‒ o por
lo menos quisieran hacerlo ‒
Los
poetas se duchan, van al baño,
van de
compras. Se casan incluso
y
tienen hijos.
A
veces, pero no lo digan a nadie
‒
tienen también la amante ‒
Les
aseguro ‒ los poetas son buena gente
incluso
si a veces son irritantes
se
apropian
de los
sentimientos que vagan por el aire
los
beben y se emborrachan
y luego
arrojan palabras ‒ las graban en el papel ‒
cortan
ferozmente la luz fría
del
vacío.
Lloran
los poetas ‒ lloran la sangre del mundo ‒
excavan
en las minas más profundas
las
destapan para inundarlas de luz.
Y si
todos ustedes no les tienen miedo
les
aseguro
los
poetas se volverán realmente buena gente.
De: “Las mantas de dios”
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