jueves, 24 de julio de 2025


 

CARLOS MARZAL

 

 

Mi casa

A Francisco A. Méndez 


Amo mi casa 
por sus cuatro viejos costados 
llena de voces y ruidos: 
casa de adobe y machihembre 
que se queja por la noche 
como una viejecita enferma. 
Amo esta casa que me habla 
desde sus inocentes paredes, 
desde sus oscuros rincones 
y sus goteras que regresan 
cada año con las lluvias de mayo. 
Amo esta casa 
de habitaciones revueltas 
-que guardan las memorias 
de los vivos y los muertos- 
donde mis hijos 
duermen un sueño honrado 
y la verdad amarillenta de los libros 
reposa en anaqueles que huelen a cedros y 
cipreses. 
Casa sencilla, 
con el lujo antiguo 
de un filtro de agua que no sirve, 
relojes que no miden el tiempo 
y una cocina alegre y cálida, 
como deben ser las madres. 
Casa hecha para vivir en ella, 
o simplemente 
para entrar por sus puertas sin cerrojos, 
por sus ventanas abiertas 
y encontrar su corazón de adobe 
que late acompasado 
al mismo ritmo de la tierra. 

 

JOSÉ MÁRMOL

 

 

 

Táctica de vuelo (II)

 


Esta ruta es un paseo gaseoso por las islas.

Al volarla te descubres y disgregas

y el océano te dice lo que nunca habrás de ser.

Vomitiva espátula en la imaginación.

Efecto estroboscópico en la velocidad.

El 757 empina su nariz

hasta quedar el suelo hecho un dejo de ilusión.

Me siento reposar en un movimiento sordo,

mientras cambia lentamente el paisaje su figura.

Esta ruta es, con poco esfuerzo digo,

como quedarse en casa inclinado a la TV.

 

De: “Torrente sanguíneo”

 

 

JOSÉ HOMERO

 

  

La verdad de la poesía

 

 

I

La poesía carece de lectores. Saberlo

nos permite alejarnos de sus páginas

admitir la exigencia de los tontos

y convertir los versos en los balbuceos

de un borracho o un asmático.

Entre hipos, entre sollozos de niños

que no se resignan a tener sombra,

a ver en el espejo papadas

con cagarrutas y vientres redondos

como peroles de brujas alemanas,

contamos la miseria de los días,

ahítos de sueño, faltos de esperanza,

repitiendo las palabras de los otros,

de aquellos que nunca supieron de poesía

como tampoco algunos sabemos de boliche

o de barajas. Sí, la poesía no la lee nadie,

nadie la entiende, como no se entiende a Dios,

la emoción ante los mares, las tormenras, las mujeres,

ni siquiera por qué nos llamamos como nos llamamos.

La poesía no se entiende

A nadie le importa

No existen ángeles

Escribir sobre rosas es asunto de biólogos o de criminales

retirados —Scherer dixit. Nadie repara en la estulticia

de un argumento que pide monstruos incestos diálogos de idiotas

espejos tibios que al mundo ofrecen la vanidad de sus muñones,

sus llagas, no sus lepras, sus miembros tumefactos.

Como la poesía no se entiende

infestan los callejones de los versos

los que cuentan sus miserias los que narran

asaltando al desprevenido transeúnte

con sus escupitajos borracheras coitos y resentimientos

Hemos convertido al poema en un cerdo enorme

tienes manchas rojizas y un lunar en el rabo

parece el mapa de un planeta ignoto

Nadie se reconoce en ella pero todos quieren su tajada.

Como la poesía no interesa

no nos queda otro remedio

que escribir que a nadie le interesa la poesía

si investirnos queremos de poetas

gruñendo y hozando

muy

contentos

 

 

II

¡Qué bueno que a nadie le interese la poesía!

Libres al fin de las exigencias de la métrica

de la retórica de la ética del sentido

hagamos fiesta retocemos en los prados

de las líneas —yo sugeriría

incluso enfrentar los ojos demudados

del lector como niños jugando al cíclope y decirle

Trato o truco

luego

degollarlo

al cabo

de su cabeza podran hacerse

siempre tacos

y con los huesos

agujas para enhebrar mejor relatos.

La poesía debería dejar de aspirar al otro`

y convertirse en un acto religioso

tan íntimo y solitario

que nadie se atreviera a decir soy poeta

por miedo a qué oyeran otra cosa

preguntando cuánto pides

Libres de esa necesidad

por qué no imaginar que todos escribimos poemas

en la soledad de nuestras casas

cuando duerme la esposa el marido los hijos la sirvienta

ajenos a los crímenes perpetrados por

un mundo de poetas donde nadie sabe qué dice el otro

 

 

III

Que la poesía no se entienda

permitirá acabar con las envidias

con las lerdas tonterías de los cafés y las cantinas

A quién le importan tus desdichas con la sílaba

la imagen o el sentido

Tus sentidos sólo existen para el poema

y el poema sólo se escribe en un momento

por lo general insólito

inesperado

como la hora en que escribo este poema

sabiendo que debo pagar la renta

y no tengo ni un

pero así se va tras de las nalgas que nos prometen la sonrisa

La poesía es el arte del futuro

ha perdido su vínculo con la demanda

No debe cumplir con nada ni satisfacer

plebeyos paladares —es la envidia de los cccineros el poeta

pero no lo digan porque dismibuirían las ventas de McDonalds

Burguer King, Sanborns y Sabritas.

El poeta puede copular con quien desee

y si se viene precozmente a quién le importa.

Saciado en sí consigo mismo

el lenguaje de nuevo su aspecto recupere

e incluso de mañana mientras otros se angustian por la cruda y los osos que

[habrán hecho

                                                                                                        podrá decir

que a nadie le importa un carajo la poesía

con un eructo ahíto ante su imagen.

 

 

IV

Soy un poeta sin lectores

aunque amo a la poesía

del mismo modo que amo a las adolescentes de largos cabellos

y senos breves sin decir nada.

También podría hablar de mi arrebato ante la perfección de la luz

o la caricia del viento algunas tardes

sentado en un sillón en el balcón de mi departamento

pero estaría escribiendo poemas

diciendo cosas que a nadie le interesan.

Mejor debería redactar folletos

para que uses ésta y no otra tarjeta de crédito

colocando juegos de palabras ingeniosos

que me inmortalizarán gracias a un profesor que aislara disemias, paronomasias y glosemias

antes de aplicarme la eutanasia presentándomela como una sensual Anastasia

o bien

folletos con vistas turísticas

la única forma socialmente aceptada de arrobo ante el paisaje

Lo que los poetas callan

es que el lenguaje nació

para que los diseñadores tuvieran

con qué llenar sus huecos

para que las fotografías no se vieran tan desoladas

como esas mujeres minuciosamente ataviadas que se van quedando cada vez más solas en las barras

de los bares de los grandes hoteles a medida que la noche avanza

             Las palabras no distinguen a los hombres

             tan sólo a los tipógrafos

He aquí la única

verdad de la poesía

 

 

CHRYSTIAN ZEGARRA

 

  

 

Arte poética

 


la mueca aún tatuada en el hueco de papel

el exorcismo

el lenguaje súcubo

manos rotas

el vuelo del insecto

el aterrizaje en medio-aire

una camisa de fuerza

una frase desmembrada

un pie mordiendo el borde del abismo

en caída libre

 

el sexo culpable en la raíz del árbol

el hijo del reflejo

la ceremonia enmascarada para nadie

planeta infierno

ojo anónimo

constelaciones de ceniza

y un objeto al alcance de la mano

un objeto para nuestra locura portátil

un objeto para atrincherarse en la batalla

un objeto nada más

 

De: “Sacrificios”

 

 

MARÍA MARTÍNEZ BAUTISTA

 

 

 

Tengo la imagen de un soldado enfermo

 

 

que arrastra el cuerpo exhausto por la nieve.

Mis ojos no lo han visto y lo recuerdan,

y soy yo misma en las mañanas negras.

 

Hubo calles de viento y soles fríos:

en mi piel todavía sus heridas,

dentro de mí tiritan aún sus rayos.

Y días que vinieron de la muerte

a reflejar su rostro en cada hora.

Y un soldado perdido en el hielo de Rusia,

que ha olvidado el porqué y el hacia dónde;

sus ojos buscan

la estela de los carros,

pero pronto se abren al vacío;

y ya dejan los pájaros sus huellas

en su espalda nevada.

 

Mis ojos no lo han visto. Es el recuerdo

de las calles que vienen de la noche

y corren paralelas a la muerte.

En ellas soy, como el soldado exhausto,

resto de una batalla no librada.

 

 

ANNA AYANOGLOU

 


 

Sensaciones del combate, Varición II

 


Trato de sacar el mal por la boca,
que salga sin desmoronarse dentro.

 
pero sale de golpe,
siempre tengo miedo de que me rompa.

 
¿Cómo sobrevivir, entonces, sin las palabras?

 

De: “Sensations du combat”

Versión de Audomaro Hidalgo