"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 16 de marzo de 2019
LOUIS ELISABETH GLÜCK
El iris salvaje
Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.
Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.
Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.
Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.
Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.
Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:
Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.
Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.
Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.
Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.
Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.
Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:
del
centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.
De: "Iris salvaje"
TÉOPHILE GAUTIER
Las palomas
En el collado aquel de los sepulcros
una palmera y su penacho verde
se yerguen donde acuden las palomas
a anidar por la noche y guarecerse.
Con el alba desertan de las ramas:
como un collar que se desgrana, vemos
-blancas, dispersas, en el aire azul-
que algún tejado buscan aún más lejos.
Todas las noches es un árbol mi alma
donde se posan con las alas trémulas
enjambres blancos de visiones locas
para echar a volar cuando clarea.
En el collado aquel de los sepulcros
una palmera y su penacho verde
se yerguen donde acuden las palomas
a anidar por la noche y guarecerse.
Con el alba desertan de las ramas:
como un collar que se desgrana, vemos
-blancas, dispersas, en el aire azul-
que algún tejado buscan aún más lejos.
Todas las noches es un árbol mi alma
donde se posan con las alas trémulas
enjambres blancos de visiones locas
para echar a volar cuando clarea.
Versión de Carlos Pujol
NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN
Oda a los ojos de
Dorisa
Ojos hermosos
de mi Dorisa:
yo os vi al reflejo
de luces tibias...
¡Noche felice,
no te me olvidas!
Turbado y mudo
quedé a su vista,
susto de muerte
me atemoriza,
y sólo huyendo
pude evadirla.
Ojos hermosos:
yo así vivía,
cuando amor fiero
gimió de envidia.
Quiso que al yugo
la cerviz rinda,
y os me presenta
con pompa altiva,
una mañana,
cuando ilumina
Febo los prados
que abril matiza.
Vi que con nuevas
flores se pinta
el suelo fértil,
la cumbre fría;
los arroyuelos
libres salpican,
sonando roncos,
la verde orilla.
Gratos aromas
el viento espira,
cantan amores
las avecillas.
Ojos hermosos:
yo me aturdía,
cuando me ciega
luz improvisa,
con más incendios
y más rüinas
que si centellas
Júpiter vibra.
Nunca posible
será que diga
que pena entonces
me martiriza.
¡Qué feliz era,
qué bien hacía
mientras huyendo
sus fuegos iba!
Ojos hermosos:
si conocida
a vos os fuese
vuestra luz misma,
o en el espejo
la reflexiva
tanto mostrara,
conoceríais
qué estrago al orbe
se le destina,
bien con enojos
bien con delicias.
¡Ay cómo atraen,
cómo desvían,
cómo sujetan,
cómo acarician!
Piedad, hermosas
lumbres divinas,
de quien amante
os solemniza.
Y si a mi verso
la suerte amiga
da, que en el mundo
durable exista,
aplauso eterno
haré que os siga,
y en otros siglos
daréis envidia.
Ojos hermosos
de mi Dorisa:
yo os vi al reflejo
de luces tibias...
¡Noche felice,
no te me olvidas!
Turbado y mudo
quedé a su vista,
susto de muerte
me atemoriza,
y sólo huyendo
pude evadirla.
Ojos hermosos:
yo así vivía,
cuando amor fiero
gimió de envidia.
Quiso que al yugo
la cerviz rinda,
y os me presenta
con pompa altiva,
una mañana,
cuando ilumina
Febo los prados
que abril matiza.
Vi que con nuevas
flores se pinta
el suelo fértil,
la cumbre fría;
los arroyuelos
libres salpican,
sonando roncos,
la verde orilla.
Gratos aromas
el viento espira,
cantan amores
las avecillas.
Ojos hermosos:
yo me aturdía,
cuando me ciega
luz improvisa,
con más incendios
y más rüinas
que si centellas
Júpiter vibra.
Nunca posible
será que diga
que pena entonces
me martiriza.
¡Qué feliz era,
qué bien hacía
mientras huyendo
sus fuegos iba!
Ojos hermosos:
si conocida
a vos os fuese
vuestra luz misma,
o en el espejo
la reflexiva
tanto mostrara,
conoceríais
qué estrago al orbe
se le destina,
bien con enojos
bien con delicias.
¡Ay cómo atraen,
cómo desvían,
cómo sujetan,
cómo acarician!
Piedad, hermosas
lumbres divinas,
de quien amante
os solemniza.
Y si a mi verso
la suerte amiga
da, que en el mundo
durable exista,
aplauso eterno
haré que os siga,
y en otros siglos
daréis envidia.
TRISTAN TZARA
Si hubieses sido
costurera o no, esto no me importa...
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Amor provinciano al tanto con la vida literaria
T u alma es tan pura y bien informada -esta es
la parte principal para el canto sentimental
Amor repartido entre visitas con discusiones y charlas
Esperaba que te dijera con dicción mi declaración
que encuentre el instante propicio para comparaciones adecuadas
versificadas según antiguas reglas como las flores del jardín
Te has engañado te has engañado, lo esperado no se ha cumplido
Pensabas que me avergüenzo de empezar con un trémolo de mandolinas
Si supieras lo que pasó -estoy enamorado solamente de ti
Nos hemos buscado y estoy muy Contento de habernos amado sin principio y sin fin
La primavera se pasea en carroza, yo vengo a caballo
Cantante de nuevas cuerdas del campo y traigo al perro el ladrillo del atardecer
que recibe a su rey vencedor con flores y mozas
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Amor provinciano al tanto con la vida literaria
T u alma es tan pura y bien informada -esta es
la parte principal para el canto sentimental
Amor repartido entre visitas con discusiones y charlas
Esperaba que te dijera con dicción mi declaración
que encuentre el instante propicio para comparaciones adecuadas
versificadas según antiguas reglas como las flores del jardín
Te has engañado te has engañado, lo esperado no se ha cumplido
Pensabas que me avergüenzo de empezar con un trémolo de mandolinas
Si supieras lo que pasó -estoy enamorado solamente de ti
Nos hemos buscado y estoy muy Contento de habernos amado sin principio y sin fin
La primavera se pasea en carroza, yo vengo a caballo
Cantante de nuevas cuerdas del campo y traigo al perro el ladrillo del atardecer
que recibe a su rey vencedor con flores y mozas
Versión de Darie Novácenau
ARLETTE LUÉVANO
¿Qué
dolor habrá para mí,
qué
lagrimas, qué flores, después de ella?
¿Alcanzará
alguien a rezar mi muerte?
¿Qué pasará
si alguien más muere mañana?
¿Habrá
un sobrellanto compartido?
¿Nacerán
nuevos llantos diferentes?
Has
dicho antes que sólo hay un amor verdadero en esta vida.
Dime
¿hay también para la muerte un solo corazón?
¿Y si
mi muerte es un desierto
y si
caigo en un pantano a donde todos se olviden?
Caigo
sin
fuerza para volver la mirada hacia la luna
FÉLIX MARÍA SAMANIEGO
Fábula XIII
13. El ciervo en la fuente
Un
Ciervo se miraba
En una
hermosa cristalina Fuente;
Placentero
admiraba
Los
enramados cuernos de su frente,
Pero al
ver sus delgadas, largas piernas,
Al alto
cielo daba quejas tiernas.
«¡Oh
dioses! ¿A qué intento,
A esta
fábrica hermosa de cabeza
Construir
su cimiento
Sin
guardar proporción en la belleza?
¡Oh qué
pesar! ¡Oh qué dolor profundo!
¡No
haber gloria cumplida en este mundo!»
Hablando
de esta suerte
El
Ciervo, vio venir a un lebrel fiero.
Por
evitar su muerte,
Parte
al espeso bosque muy ligero;
Pero el
cuerno retarda su salida,
Con una
y otra rama entretejida.
Mas
libre del apuro
A duras
penas, dijo con espanto:
«Si me
veo seguro,
Pese a
mis cuernos, fue por correr tanto;
Lleve
el diablo lo hermoso de mis cuernos,
Haga
mis feos pies el cielo eternos:»
Así
frecuentemente
El
hombre se deslumbra con lo hermoso;
Elige
lo aparente,
Abrazando
tal vez lo más dañoso;
Pero
escarmiente ahora en tal cabeza.
El útil
bien es la mejor belleza.
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