miércoles, 27 de diciembre de 2017


MARIO BENEDETTI




130




me gustaría
ser noble y elegante
como un pingüino

MANUEL JOSÉ OTHON




Ya de Gliceris la mirada ardiente...



Ya de Gliceris la mirada ardiente,
de las blondas pestañas bajo el manto,
hizo latir tu corazón, y en tanto
probaste el agua en la Castalia fuente.

Viste bañarse en la húmeda corriente
faunos y ninfas con divino encanto
y en el triclinio resonó tu canto,
coronada de pámpanos tu frente.

Al acre jugo de las vides nuevas
en ánfora pagana mezcla ahora
sangre de Pan y leche de Afrodita.

Verás qué versos en el canto elevas,
pues ya en tu flauta rústica y sonora
la divina Alma Genitritx palpita.


CHARLES BAUDELAIRE




148. Sueño de un curioso
                                                           a F. N.



Conoces, tal mi caso, ese dolor sabroso,
Y de ti haces que digan: «¡Qué ser tan singular!»
-Iba a morir. Y había en mi alma amorosa,
Deseo mezclado a horror, un raro sufrimiento;
Angustia y esperanza, sin humor encontrado.
Mientras más se vaciaba la arena ineluctable,
Más deliciosa y áspera resultó mi tortura;
Se desgajaba mi alma del mundo familiar.

Y era como ese niño, ávido de espectáculos,
Que odia el telón igual que se odia una barrera.
Hasta que, al fin, la fría verdad se desveló:

Sin sentirlo, había muerto, y la terrible aurora
Me circundaba. -¡Cómo! ¿No es más que esto, al fin?
El telón se había alzado y yo aguardaba aún.


De "La muerte":


LORENA VENTURA




Poética



1

Sin intención de un frente a frente
–que ya mis uñas están desafiladas–

Sin condiciones para hablar
–que ya es mucho lo que ofreces
para lo mínimo que guardo.

Yo estoy aquí

lejos de astrologías indudables
–que de a poco tus huellas fabricaron.

Ausente de todo pájaro y color
sólo atravesada
por lo marítimo sonoro

(contaminados los relámpagos,
encerrado lo aéreo en sucios frascos
sin nada ya que alumbre).

Sólo palabras excesivas
del todo irreparables

y un escándalo de olas como aullido.



2

Si puse a andar el viento
para echar a volar las intuiciones
Si aprendí a bailar
para entender el lenguaje de los árboles y el viento
Si me puse a dormir
            para no instruirme en tus secretos
Si luego estas manos rotas
            te llevaron a pedir a otra parte…



3

Mientras me atizo la tristeza
pensando en la humedad de mis zapatos
y en el ademán de sueño de los pájaros

(cansado de guardar silencio,
el cielo despliega con las aves
su mínimo alfabeto:
frágil sintaxis
destinada a morir con cada migración)

en una atmósfera de cosas estropeadas
me detengo.



4

Apenas sucia,
astillado el corazón de amores cancelados
y mentiras excesivas
sin cumpleaños que estrenar
y una prisa de testamento
en todo el cuerpo.
Con la sangre congregada en la derrota

Yo despierto aquí.

Con sólo ruido
puro ruido.


ADRIANA TAFOYA




El derrumbe de las Ofelias



Desconfía
que tan importante es el silencio
que necesario es no callar
Del chapoteo de los lagos     
desconfía, del murmullo de los ríos
del reflejo débil de los charcos
Porque mujeres extrañas
se sumergen en los mares
y en cada estanque la silueta
de alguna Ella
           se encharcó

No son hierbas negras
los cabellos desmadejándose
entre nenúfares enmarañados
Son cabelleras destejiéndose en encaje
como viejas telas en el agua

Extrañas mujeres se ahogan en los estanques
y bajo narcisos, reposan

Sus cabellos en el agua se derriten

Se sumergen, tal vez
cuando el mundo
se hace incomprensible
y buscan respuestas tragando agua

Luego
sucede lo contrario
y con sus cuerpos nutren de sabiduría
al pájaro, dan color a sus plumas
al siervo que lame estas aguas, al hombre
que en ellas se refleja

Desconfía, porque ellas endulzan el agua


Se nutren las flores
enrojecen sus pétalos
ennegreciendo los capullos
se endurecen
ensombran el aguaje

huele
a hembras

Algunos creen, incluso, que se vencen
y flotan sobre el agua
sólo para verse hermosas

Sus pechos en el agua, qué delicia
verlas de dios esconderse
entregadas al sueño del agua
abren las piernas
y dios (desconfía)
no las protege
no las olvida

Porque dios no fue creado para las mujeres


Y eso es tan natural como hundirse en el mar
para ver desde el fondo
 piezas de ajedrez revueltas
en el puñetazo de una ola


ELIANA MALDONADO




Nauta



Te deslizas en tu barco río abajo
sin mapa, sin rosa de los vientos,
colectando aromas, sabores y colores.
Tu bitácora contiene cada esquina de mi playa,
los cabos y penínsulas,
los puertos y canales.
Vas en busca de las tierras bajas,
observas con cuidado,
atracas en mi puerto,
colocas tus banderas
te inclinas y sonríes.
Sonríes y te quedas.
Marinero.
Marinero de río.
Marinero de selva.
Marinero de mí.