miércoles, 27 de diciembre de 2017

ADRIANA TAFOYA




El derrumbe de las Ofelias



Desconfía
que tan importante es el silencio
que necesario es no callar
Del chapoteo de los lagos     
desconfía, del murmullo de los ríos
del reflejo débil de los charcos
Porque mujeres extrañas
se sumergen en los mares
y en cada estanque la silueta
de alguna Ella
           se encharcó

No son hierbas negras
los cabellos desmadejándose
entre nenúfares enmarañados
Son cabelleras destejiéndose en encaje
como viejas telas en el agua

Extrañas mujeres se ahogan en los estanques
y bajo narcisos, reposan

Sus cabellos en el agua se derriten

Se sumergen, tal vez
cuando el mundo
se hace incomprensible
y buscan respuestas tragando agua

Luego
sucede lo contrario
y con sus cuerpos nutren de sabiduría
al pájaro, dan color a sus plumas
al siervo que lame estas aguas, al hombre
que en ellas se refleja

Desconfía, porque ellas endulzan el agua


Se nutren las flores
enrojecen sus pétalos
ennegreciendo los capullos
se endurecen
ensombran el aguaje

huele
a hembras

Algunos creen, incluso, que se vencen
y flotan sobre el agua
sólo para verse hermosas

Sus pechos en el agua, qué delicia
verlas de dios esconderse
entregadas al sueño del agua
abren las piernas
y dios (desconfía)
no las protege
no las olvida

Porque dios no fue creado para las mujeres


Y eso es tan natural como hundirse en el mar
para ver desde el fondo
 piezas de ajedrez revueltas
en el puñetazo de una ola


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