"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 30 de mayo de 2022
GERTRUDIS PEÑUELA
Bohemia
Jugadora
de sueños
llegué un atardecer hasta tu mesa;
llevaba en los cabellos ya marchita
la solitaria rosa
que me dejó un tahúr la última fiesta,
y en los labios el rictus fastidioso
de una noche ceniza de placeres,
ungida bajo el opio de la luna
con una media-luna en las ojeras.
Llegué
a jugar por tu sonrisa clara
mi último granate,
y a cambiar por tus manos cariñosas
mi última promesa;
por eso fui morena de crepúsculo
copiando en las pupilas abismadas
ese fuego de otoño que en tu cuerpo
arde con tonos suaves de violeta.
Jugadora
de sueños, de imposibles…
En tus besos perdí hasta el cascabel
de mi alegría,
y sólo traje un tósigo de olvidos
en la boca in saciada,
y un perfume de pinos macerados
revuelto en la musgosa cabellera.
¡Oh,
la tristeza de los ojos idos
que agiganta la ausencia,
y la infinita angustia de los besos
que en las noches sin sueño
crece como el negror de las pavesas!
¡Oh, las manos amadas
que llorando besamos
en las noches inmensas,
y la boca incitante
que tibió de caricias
nuestro cuerpo de seda,
y el cabello cansado
donde locas bebimos
un perfume de anémonas!
¡Oh,
la blanca nostalgia,
de paisajes remotos,
donde acaso encontremos
bajo soles de gloria
un licor de inconsciencia!
¡Oh, la fresca alegría
que embriagadas perdimos,
por tender solitarias
hacia cielos remotos,
nuestras alas viajeras!
Jugadora
de sueños, jugadora inexperta,
entre tus labios dejé mi clara soledad,
y hoy llevo un vivac de añoranzas
en mi débil bagaje,
y de espaldas al plácido horizonte
devano los estériles minutos
en el ancho telar de las esperas.
Tal
vez mañana volvamos a encontrarnos
en el vértigo azul de la ruleta.
Tú, con la copa del festín vacía,
yo, con la risa del placer ya muerta.
BARBARA KÖHLER
Caja azul
Por
qué tan triste Hace poco hablábamos
La enseñanza inculcada: no esperar nada
aceptar todo lo que llega dar en lo posible
entre ir y venir el término medio
significa quedarse entre recibir y dar
no hay nada que esperar Estas son palabras
eso es todo. La desesperación
de hablar. El medio vacío un espacio inter-
medio la esperanza inhabitable No queda
nada detrás del borde triste del amor
los hechos no son neutros ni para la mujer
de un hombre ni para el hombre de una mujer
en vez de esperar por un trozo de azul déjenme ser: eso
De: “Blaue Box”
Versión de Geraldine Gutiérrez-Wienken
LUIZA ROMÃO
polifemo
nadie te cegó
no fue ulises
esa noche el policía no llevaba identificación
De: “Também guardamos pedras aquí”
Versión de Sofía Crespo Madrid
MARIO BENEDETTI
Viceversa
Tengo
miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo
ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo
urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o
sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
ALPHONSE DE LAMARTINE
Aislamiento
A
menudo en el monte, bajo algún viejo roble,
viendo el sol que se pone tristemente me siento;
dejo que todo el llano mis miradas abarquen,
el cambiante paisaje que se extiende a mis pies.
Aquí
el río con olas espumosas murmura,
serpentea y se pierde en oscuros confines;
allí inmóvil el lago es un agua dormida,
con la estrella de Venus adornando su azul.
En
la cima, que bosques muy sombríos coronan,
el crepúsculo pone su fulgor postrimero;
y el brumoso carruaje que conduce las sombras
emblanquece, elevándose todo el amplio horizonte.
De
la gótica flecha surge entonces un son
religioso que invade todo el aire; el viajero
se detiene y escucha la campana que mezcla
a los últimos ruidos de aquel día su canto.
Pero
halagos así no conmueven mi alma,
que parece insensible, incapaz de emoción;
y contemplo la tierra como un vago fantasma:
no calienta a los muertos este sol de los vivos.
De
colina en colina pongo en vano mis ojos,
desde el norte hasta el sur, de la aurora al poniente,
y me digo: «No existe ni un lugar en el mundo
donde pueda pensar que me espera la dicha».
¿Qué
me importan los valles, los palacios, las chozas?
Sus encantos son vanos, para mí nada cuentan.
Ríos, montes y bosques, soledades amadas,
sólo un ser está ausente y todo es un desierto.
Miraré
indiferente los caminos del sol,
qué más da si en su inicio o en su parte final;
si se pone o si nace entre nubes o azul,
¿a mí el sol qué me importa? Nada espero del día.
Si
pudiera seguirle en su larga carrera
por doquier yo vería el vacío y el páramo.
Nada quiero de todo lo que el sol ilumina,
nada quiero tener del inmenso universo.
Mas
tal vez más allá de su curva celeste,
donde el sol verdadero otros cielos alumbra,
si pudiera dejar mis despojos aquí
lo que tanto he soñado se mostrara a mis ojos.
Allí
me embriagaría en la fuente deseada
y volviera a encontrar esperanza y amor,
ese bien ideal al que aspiran las almas
y que no tienen nombre aquí abajo en la tierra.
¡Si
pudiera en el carro de la Aurora elevarme
vago fin de mis ansias, en el cielo hasta ti!
¿Por qué aún sigo atado a esta tierra de exilio?
Entre la tierra y yo nada existe en común.
Cuando
la hoja del bosque cae sobre los prados,
cuando el viento nocturno la arrebata a los valles,
yo quisiera también ser esa hoja caída:
¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!
MAROSA DI GIORGIO
Árbol de magnolias…
Árbol
de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los pastores, enamorados como gatos,
los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados
Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu
eterna
juventud, tu vejez eterna,
niña de Comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas,
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos.
Pero, voy retrocediendo hacia ti,
voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.
