viernes, 26 de junio de 2015

CÉSAR SIMÓN


 

Elegía


Qué vago es el reloj
que suena. Qué extraño
este silencio, nube informe.
Cómo se hunde la hoja
al fondo del estanque.
Cómo florecen siempre los almendros
antiguos, cómo ruedan
aquellos soles, madre,
abuela, amigos -sonrientes-,
mientras sus voces cortan el cristal
de la tarde.


 
De "Erosión"

 

 

ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ




La ciudad absorta


Soplaba un manso viento de aquel lado del mar...
La turba era una sola alma para escuchar.

Se concentraba todo en el vago sonido
que venía de lejos... La tarde era tan pura
y la emoción tan honda, que el alma hubiera oído
el vuelo de un celaje cruzando por la altura.

Sólo el mar prolongaba su angustioso tormento
mientras la turba oía la palabra del viento.

Ciudad que vi una tarde y cuyo nombre ignoro;
ciudad de vida unánime y silencios de oro;
ciudad absorta y muda, ciudad cuyo sentido
único es la insaciable codicia del oído;
ciudad a quien la llama de crepúsculos rojos
no despierta una sola inquietud en los ojos;
ciudad que nada mira, ciudad que nada atiende
porque escucha y comprende...

Urbe de cuyos hombres, al pasar a su lado,
no podré decir nunca que me hubiesen mirado;
vieja ciudad fantástica de quien decir no acierto
si la crucé dormido o la soñé despierto...
¡He perdido tu rumbo! ¿Quién me dirá si existes,
obsesión de mis horas infecundas y tristes?


¡Quién sabe si entre sueños te volveré a escuchar,
oh viento que soplabas de aquel lado del mar!...

 

 

 

LUIS IZQUIERDO


  

Le temps d'un soupir

                                                                    A Carlos Barral

 

Le temps d'un soupir
no ha acontecido y,
mientras tanto,
las cosas en su sitio
y a cada quien lo suyo.
Para ya luego desembarazarse
de los vaivenes doctos del discurso
y echarse a andar.
                                       Dejar a su aire
lo que es ajeno y basta.

Pero es difícil dar con el reposo
después de imaginar
lo sólito indecible.

Tanto como advertir
que el escenario se pone en movimiento
desde ya bien cumplido con nosotros,
los ausentes.
Plantar romero en un noviembre gélido
para que marzo agoste los augurios
y olvidarlo.
Y en el otoño, dentro, imperceptible,
saborear de pronto aquel aroma:
el campo una vez más
penetre la memoria clausurada.

 

De "El ausente"

 

 

CARMELINA SOTO


 

Del amor inocente

 

Por ti es la vida diáfana y ligera
y el dulzor en el fruto diluido
y es el trino y el viento en la pradera
y el perfume en el nardo preferido.

Por ti tiene razón la primavera
y la luz y la tarde y el sonido.
Y por ti el corazón arrepentido
vuelve desnudo y casto hasta su vera.


Por ti saben los ríos el camino
que conduce otra vez hacia la nube
y el viñedo la sangre para el vino.

Y hasta el lirio, sin índice ni huella,
por línea recta, sin saberlo, sube
su fiel aroma a la lejana estrella.
 

 

 

CRISTINA MAYA


 

Hilandera


Hilandera que tejes
con tus tristes designios
el hilo de la vida.
Mira como avanzas y avanzas
con el tiempo
cual implacable máquina.
Mira como arrastras
con paso indiferente
todo el clamor humano.
Hilandera desteje,
o al menos,
detén la rueda hostil
pues aún vive la esperanza.


 

 

 

IDEA VILARIÑO


  

Carta II

 

Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.

Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.

Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.

Iré a cenar
es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.