martes, 14 de agosto de 2018


MARÍA PAULA ALZUGARAY





Maudite sois la nuit
Charles Baudelaire




El olor a deseo ataca.
Huye lo concreto.

Todo es juguete peligroso a la noche.

Ella esquiva tus tensiones caseras
te movés a su ritmo negro.

Hay que ceder a su resplandor flotante.
Maldita sea la noche.
Hay que arriesgar en su bulto trágico
o aprender la gratitud en su ceguera.

Maldita, si al final todo es
saber vencida la fiera de antemano.

Si al final
haber sido conquistado
es el triunfo de la cacería.




MARÍA NEGRONI




  
Monólogo interior



¿cosa busca la noche
cuando aquí prolifera
tu ausencia más palpable

y yo me quedo en vano
cada vez hacia nadie

eco de qué mármol
de qué aurora

luz de sombra de tu luz
que me naciera

o alegoría del oído

esa campana
repicando

por todo paisaje?

MERCEDES ARAUJO






Espero recibir hoy domingo una visita, como un gato
levantar las orejas y con los ojos detenidos
seguir el color azul, es uno de los consuelos
para mi cuerpo tan pesado como esa piedra violeta
que se mezcla con el verde en el silencio.
En días así el cuerpo arde
y vuelvo a buscar el verde hundido,
quisiera que lo oigas:
me rasco con los dientes y rasguño una manta
para convertir en sonido el movimiento de las uñas.


MERCEDES ROFFÉ





Cazadora de astros



me doblo       soy      mi doble
soy           lo doble de mí      mi fuego


a la caza de lunas
se me escapa la noche


el terror         —esa urgencia—
me condena a lo insomne
a lo blanco          mudo         sordo de mí



FELI SALGADO





hablo de ti de tu piel
camino aro la tierra
con mi cuerpo
siembro un beso
un rostro
dibujo tu nombre
pertenezco


NÉSTOR PONCE





Peceto al horno



Éramos tan pobres
que hacíamos simulacros de comida
yo prendía el horno
cebaba mate freía cebollas
y después nos sentábamos a comer

los platos del juego de casamiento
estaban vacíos
eran una hormiga en el ocaso
una almohada sin cama
un brillo en la penumbra

yo la miraba a mi mujer a los ojos
qué rica la carne al horno le decía
mientras masticaba pan tostado con cebolla
ella se limpiaba los labios con la servilleta
en un gesto de única elegancia

te salió riquísima decía
exquisita exquisita
parece un murciélago
que ve por primera vez la luz

yo elevaba una copa imaginaria de champán
para festejar el comentario

Éramos tan felices