"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 10 de diciembre de 2016
ÁNGEL CRUCHAGA
Eres
sobre mi vida
una suave canción de ojos azules.
Nunca sabrás que soy como una llama
que besa agudamente tus cabellos.
una suave canción de ojos azules.
Nunca sabrás que soy como una llama
que besa agudamente tus cabellos.
En mi
silencio quedarás dormida,
clara y azul como un jazmín de oro.
Aquietaré todo rumor del mundo
para que tengas el perfil sereno
sobre el espejo turbio de mi vida.
clara y azul como un jazmín de oro.
Aquietaré todo rumor del mundo
para que tengas el perfil sereno
sobre el espejo turbio de mi vida.
¡Pasarás
como un canto
que va en puntillas para no morir!
que va en puntillas para no morir!
JENARO TALENS
La del alba sería
La grímpola en el mástil y el cincel diminuto,
el estilete, el fuste y la magnolia:
todo materia de dolor.
(¡Abridme
las puertas de la noche!)
Pero dónde el cendal,
dónde la encubridora
sierpe, el misterio dónde
está que por el aire
sola tu ausencia en sombra
como olvido transcurre.
Nada pasa, amor mío.
En la ciudad desierta, el humo del alcohol
como la lluvia es breve; es un cuchillo
helado, o una forma
que pesa; pero acaba,
(todo acaba, amor mío)
como la lluvia, sobre tu soledad.
Mira el voluble y cálido sopor de los escaparates,
el triste parpadeo sin destino de las luces eléctricas.
No recorras las calles
ahora que en las paredes, ciegas de tanta cal, unos labios resbalan
y en el aire agoniza el último murmullo de una balada del amanecer.
La grímpola en el mástil y el cincel diminuto,
el estilete, el fuste y la magnolia:
todo materia de dolor.
(¡Abridme
las puertas de la noche!)
Pero dónde el cendal,
dónde la encubridora
sierpe, el misterio dónde
está que por el aire
sola tu ausencia en sombra
como olvido transcurre.
Nada pasa, amor mío.
En la ciudad desierta, el humo del alcohol
como la lluvia es breve; es un cuchillo
helado, o una forma
que pesa; pero acaba,
(todo acaba, amor mío)
como la lluvia, sobre tu soledad.
Mira el voluble y cálido sopor de los escaparates,
el triste parpadeo sin destino de las luces eléctricas.
No recorras las calles
ahora que en las paredes, ciegas de tanta cal, unos labios resbalan
y en el aire agoniza el último murmullo de una balada del amanecer.
Escúchame,
no temas
la quemazón hiriente de los focos,
la luz dispuesta en cajas sobre los anaqueles.
No es verdad, amor mío.
Todo es júbilo aquí: la alegre máscara
del bailarín inmóvil y el asombro
de la muchacha sorprendida al borde del acantilado,
mientras el viento sueña
con alacranes rubios y alfileres
que la niebla diluye.
la quemazón hiriente de los focos,
la luz dispuesta en cajas sobre los anaqueles.
No es verdad, amor mío.
Todo es júbilo aquí: la alegre máscara
del bailarín inmóvil y el asombro
de la muchacha sorprendida al borde del acantilado,
mientras el viento sueña
con alacranes rubios y alfileres
que la niebla diluye.
Cuánto
espacio mudable en avenidas.
En el húmedo césped, como verdor que estalla,
hay celajes de púrpura
y acrisoladas flores de papel.
En el húmedo césped, como verdor que estalla,
hay celajes de púrpura
y acrisoladas flores de papel.
Ven,
ven. Tus ojos brillan.
Bajo la abrumadora sombra de los parques beso un cuerpo dormido.
Bajo la abrumadora sombra de los parques beso un cuerpo dormido.
El
aire gime y tiembla como azulada llama de un antiguo quinqué.
¿Sabes? La lluvia arrecia
sobre esta humosa floración de bruma
mientras el boj repite sin límites
sin límites
dulce cuerpo desnudo
sobre el que desemboco
como en la mar, o el mar, o un mar: tragaluz de las olas.
¿Sabes? La lluvia arrecia
sobre esta humosa floración de bruma
mientras el boj repite sin límites
sin límites
dulce cuerpo desnudo
sobre el que desemboco
como en la mar, o el mar, o un mar: tragaluz de las olas.
Mar
total que es un nombre,
un
nombre perseguido sobre un labio.
De: "Una perenne aurora"
FRANCISCO CERVANTES VIDAL
Oído
entre dos tumbas
Para
Adolfo Castañón
Leer en el silencio y las cenizas:
el esplendor entero se nos revelará;
como abrir grandes ventanas a un astro
que no sabíamos que allí estaba.
Leer en el silencio y las cenizas:
el esplendor entero se nos revelará;
como abrir grandes ventanas a un astro
que no sabíamos que allí estaba.
Enrik Traden
(versión de José Régio)
(versión de José Régio)
Es
causa de infortunio grande
Desear o no desear;
Retener, dejar pasar.
Es causa de infortunio grande
No tener infortunio
O pequeñas tragedias;
Padecer gran infortunio.
Es causa de infortunio grande
Contemplar, participar,
Saberlo o ignorarlo.
Es causa de infortunio grande.
Pero no basta la correspondencia
Ni clámides son pliegues que nos ornan,
La piel que las recibe tal caricia
Aprende y se acomoda:
Así de suave será sabiduría.
Desear o no desear;
Retener, dejar pasar.
Es causa de infortunio grande
No tener infortunio
O pequeñas tragedias;
Padecer gran infortunio.
Es causa de infortunio grande
Contemplar, participar,
Saberlo o ignorarlo.
Es causa de infortunio grande.
Pero no basta la correspondencia
Ni clámides son pliegues que nos ornan,
La piel que las recibe tal caricia
Aprende y se acomoda:
Así de suave será sabiduría.
RICARDO RUBIO
Sombra
Los
recuerdos se esconden
detalladamente
en dimensiones oscuras.
Las presurosas parcas
se ocupan de los años
y el tiempo reclama
precisiones de luna
que defiendan el silencio con fiereza:
¿Dónde dejaremos la piel
de cada primavera que nos queda?
detalladamente
en dimensiones oscuras.
Las presurosas parcas
se ocupan de los años
y el tiempo reclama
precisiones de luna
que defiendan el silencio con fiereza:
¿Dónde dejaremos la piel
de cada primavera que nos queda?
CHARLES BAUDELAIRE
73. Soneto de otoño
Me
preguntan tus ojos, claros como el cristal,
para ti, extraño amante, ¿cuál es mi atractivo?
-¡Sé encantadora y cállate! Mi corazón, al que todo irrita
excepto el candor del animal primitivo,
no quiere descubrirte su secreto infernal.
Berceuse cuya mano al dulce sueño invita,
ni su negra leyenda escrita con llamas.
¡Odio la pasión y el ingenio me duele!
Amémonos con dulzura. El amor en su garita,
tenebroso, emboscado, blande su arco cruel.
Conozco las armas de su perfecto arsenal.
¡Crimen, horror y locura! ¡Oh, pálida margarita!
¿Acaso, como yo, no eres tú un sueño otoñal,
también tú, mi tan fría y pálida Margarita?
para ti, extraño amante, ¿cuál es mi atractivo?
-¡Sé encantadora y cállate! Mi corazón, al que todo irrita
excepto el candor del animal primitivo,
no quiere descubrirte su secreto infernal.
Berceuse cuya mano al dulce sueño invita,
ni su negra leyenda escrita con llamas.
¡Odio la pasión y el ingenio me duele!
Amémonos con dulzura. El amor en su garita,
tenebroso, emboscado, blande su arco cruel.
Conozco las armas de su perfecto arsenal.
¡Crimen, horror y locura! ¡Oh, pálida margarita!
¿Acaso, como yo, no eres tú un sueño otoñal,
también tú, mi tan fría y pálida Margarita?
Versión de María Fasce
RENATA DURÁN
Cuando
beso tu cuerpo
siento latir el corazón
profundo de la vida.
Te recorro despacio
reviviéndome.
Hay hallazgos sutiles,
hay derrotas.
El extenso placer,
la abierta lucidez,
la dicha de tenerte.
siento latir el corazón
profundo de la vida.
Te recorro despacio
reviviéndome.
Hay hallazgos sutiles,
hay derrotas.
El extenso placer,
la abierta lucidez,
la dicha de tenerte.
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