jueves, 31 de octubre de 2019


JULIO TRUJILLO





Ella y él



A tal velocidad bates tus alas
que no se ven,
que parecieras no moverte, piedra.
Cargas el peso de lo siglos,
el moho escribe en ti
los más viejos vocablos, colibrí.



JAROSLAW IWASZKIEWICZ





Principium individuationis



¿Dónde está la granada
cuya semilla soy yo?

¿Y dónde el melón
del que soy rebanada?

¿El filo del cuchillo de plata
por qué me ha cortado?

¿Crecerá el árbol de la semilla?
¿Late la vida en la rebanada?

El cuchillo me penetra en cada instante.
A mis gritos responde el silencio.



ROBERT LOWELL





Como un árbol junto al agua



La oscuridad convoca a la tiniebla, y la desgracia
se acoda en las ventanas de esta planificada
Babel de Boston donde nuestro dinero conversa
y prodiga tinieblas en una tierra
de preparación donde camina la Virgen
y las rosas circundan su rostro de esmalte
o en astillas se precipitan sobre calles resecas.
Nuestra Señora de Babilonia, adelante, adelante,
yo fui una vez tu hijo predilecto,
moscas, moscas sobre el árbol, en las calles.

Las moscas, las moscas, las moscas de Babilonia
zumban en mis tímpanos mientras el demoníaco
fúnebre y largo canto de la gente hace estallar la hora
de ciudades flotantes donde a los albañiles de Babel
la áurea lengua del diablo los conmina
a erigir la ciudad de mañana de aquí al sol,
el que de Boston las calles infernales
jamás alumbra; allí la luz solar es una espada
que embiste al guardián del Señor;
moscas, moscas, sobre el árbol, en las calles.

Moscas sobre las aguas milagrosas del Atlántico
helado, y los ojos de Bernadette
vieron a Nuestra Señora de pie en la gruta
de Massabielle, tan claramente
que su visión cegó los ojos de la razón. La tumba
yace abierta y devorada en Cristo.
¡Oh muros de Jericó! y todas las calles
que conducen a nuestra muralla atlántica cantan:
    “¡Cantad,
cantad por la resurrección del Rey!”
Las moscas, las moscas sobre el árbol en las calles.


De: “Life Studies”

AKIKO YOSANO





No te mueras



Ay, hermano, lloro por ti,
no te mueras.
Tú que naciste el menor de la familia,
el cariño de tus padres superaba todo,
mas ¿acaso ellos te han educado para matar a la gente
haciéndote empuñar una espada?
¿Te han criado hasta los veinticuatro años
para que mueras después de matar a la gente?

Eres el dueño de una tienda tradicional
de un comerciante de la ciudad de Sakai.
Eres el heredero del nombre de tu padre.
No te mueras.
¿Qué te importa si el Castillo de Puerto Arturo
cae o no cae?
Sólo conoces las costumbres de una familia de mercaderes.

No te mueras.
El Emperador nunca aparecerá en el campo de batalla.
"Que mueran como bestias,
que derramen mutuamente sangre humana,
que es el honor del hombre el morir"
¿Pensará así el Emperador?
No creo, pues tiene una benevolencia profunda.

Ay, hermano,
no te mueras en el campo de batalla.
A tu madre que había perdido al esposo
le han quitado a su hijo
en medio del llanto sin misericordia
el otoño pasado.
Ella mantiene a su familia y
mientras se habla de la paz nacional
aumentan las canas de su cabello.

¿Acaso te has olvidado
de tu mujer joven y frágil
que a la sombra de la cortina
llora inclinada,
con quien no has vivido ni diez meses?
Piensa en el dolor de la joven.
Ay, ¿en quién podría ella apoyarse
sino en ti, el único en este mundo para ella.

Tú no te mueras


TADEUSZ RÓŻEWICZ





Vi a unos locos



Vi a unos locos
caminaban por la superficie del mar
creían hasta el final
y se ahogaron
aún hoy voltean
a mi insegura barca
rechazo estas manos
sepulcrales
yo cruelmente
vivo
las rechazo año tras año

MARTÍN ADÁN





Calmato 

                                                   Él es tan cuerdo y sabido,
                                                que no esperaba esperanza
                                                              Ximénez de Urrea
  
                                                   ¿Sin la virtud y la ironía,
                                                    Qué pensaría?
                                                                            Eguren



    ‒¡Enséñeme a posarme en mi pasado,
Y a reflejar el sino en mi persona,
Paloma real que, lúcida raleona.
Pica y peina el astil desaliñado!

    (‒ ¡Dúo y fuego se apagó a su costado:
Mas viso atiza, incierto, que blasona:
A ciprés de acullá, como la Monna,
Sonríe, esmalte de tornasolado!...

    ‒¡Tal, Alma Mía, la desesperada,
Con córnea cruel mullendo la tersura,
Tan dispuesta la sola: para nada...)

    (‒La Vida, repasa tus poemas;
La barba gris, abrásese a tu cura!...
¡Ya, Muerte Mía, ven, y no me temas!