"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 30 de mayo de 2019
BEYDDY MUÑOZ
Sólo siente
Los
brazos piden clamor al cuerpo
para
no cargarlo mas
mientras
se balancea
con
la exhalación del otro cuerpo.
Miras
el sol
sientes
el aire
miras
la carretilla
y
las tablas de tu cama
¿Por
qué no
sostenerlo,
hasta
allí,
hasta
el cielo?
EDUARDO MITRE
Escritura
Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.
Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.
Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma.
Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.
Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.
Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma.
HÉCTOR MURENA
Trabajo central
El
instante
en
que la espada
de
lo posible
súbitámente
.
se
inyecta de sol,
glra,
a segar empieza
los
limbos palpitantes.
y
más allá,
cuando
como diluvio
de
pétalos descienden
las
tibias, las fuertes
y
finas,
las
iridiscentes palabras
recogida
con ambas manos
antes
de que se posen
sobre
la realidad.
Precisamente,
libre
de libertad,
lento
vuelo
de
pájaros
visto
en un espejo,
rumor
aciago, fruta absoluta,
un
cadalso
cubierto
de polen. Que se entienda
esta
dicha terrible
que
es cualquier barco
hacia
todo naufragio.
ROSABETTY MUÑOZ
(El río de la noche)
El
río de la noche es otro
atravesado
y solo en la ciudad que duerme.
Le
gusta que le lleve naranjas y poemas
que
no le tema y le tema
arrullándome
con alemanes hermosos
que
miraban el cielo para construir su casa
y
hombres tristes que se perdieron tierra adentro.
“La
vida les debe lo innombrable”
y
me abre los brazos oscuros.
“Podrías
dormirte dulcemente”.
Me
habla como a una amapola
que
tiembla en el viento.
Pero
amanece y no es el mismo.
El
río de la noche no me reconoce
entre
todas las muchachas
que
cruzan el puente.
De: “En lugar de morir”
CAMILO ALEJANDRO POBLETE REY
Linares (Estación de)
Viñas,
arados, invernaderos,
Pequeñas y penosas casas,
La tierra cultivada, las ojotas sucias
y el pantano desierto.
Pequeñas y penosas casas,
La tierra cultivada, las ojotas sucias
y el pantano desierto.
Si,
eso es, un viaje en tren,
Con destino a mi destino,
Con olor a cazuela y vino tinto,
Con prietas y caminos emborrachados de alegría
Color manzana.
Con destino a mi destino,
Con olor a cazuela y vino tinto,
Con prietas y caminos emborrachados de alegría
Color manzana.
Un
hombre orina detrás del
Antiguo roble.
Arriba un puente viejo,
Cargado de historias
Que ya acabaron.
Antiguo roble.
Arriba un puente viejo,
Cargado de historias
Que ya acabaron.
Avanzo
rápidamente, veo,
Miro y luego pienso,
Mientras percibo
el olor lejano a carbonada.
Miro y luego pienso,
Mientras percibo
el olor lejano a carbonada.
Sigo
sí, e irrumpe una camioneta verde fiscal,
Que se cruza con los sueños de un hombre alegre,
Siempre alegre.
Que se cruza con los sueños de un hombre alegre,
Siempre alegre.
La
letrina, el tren, no sé.
A
mi lado duerme dulce
Quien ya ha vivido, olido y pensado,
Mientras alguien camina,
Refrescándose
por las aguas claras,
de un río tibio.
Quien ya ha vivido, olido y pensado,
Mientras alguien camina,
Refrescándose
por las aguas claras,
de un río tibio.
Bicicletas
se montan hoy,
Ovejas comen, piensan y sufren su destino,
Mientras me detengo y me acerco al mío.
Ovejas comen, piensan y sufren su destino,
Mientras me detengo y me acerco al mío.
CÉSAR DÁVILA ANDRADE
(Apasionadamente)
Pálida
Teresita del Infante Jesús,
quién pudiera encontrarte en el trunco paisaje
de las estalactitas,
o en esa nube que baja, de tarde, a los dinteles,
entre manzanas blancas, en una esfera azul.
quién pudiera encontrarte en el trunco paisaje
de las estalactitas,
o en esa nube que baja, de tarde, a los dinteles,
entre manzanas blancas, en una esfera azul.
Caperucita
parda,
quién pudiera mirarte las palmas de las manos,
la raíz de la voz.
Y hallar sobre tus sienes mínimos crucifijos,
bajando en la corriente de alguna vena azul.
Colegiala descalza,
aceite del silencio,
violeta de la luz.
quién pudiera mirarte las palmas de las manos,
la raíz de la voz.
Y hallar sobre tus sienes mínimos crucifijos,
bajando en la corriente de alguna vena azul.
Colegiala descalza,
aceite del silencio,
violeta de la luz.
Cómo
siento en la noche tu frente de muchacha,
encristalada en luna bajar hasta mi sien.
Cómo escucho el silencio de tu paseo en niebla,
bajando la escalera de notas del laúd.
encristalada en luna bajar hasta mi sien.
Cómo escucho el silencio de tu paseo en niebla,
bajando la escalera de notas del laúd.
Cuando
amanece enero, con su frío de nácar,
sé que tu pecho quema su materia estelar;
y que la doble nube de tus desnudos hombros
se ampara en la esquina delgada de la cruz.
sé que tu pecho quema su materia estelar;
y que la doble nube de tus desnudos hombros
se ampara en la esquina delgada de la cruz.
Cómo
escucho en la noche de caídos termómetros,
volar, rotas las alas, el ave de tu tos;
y llorar en la isla de una desierta estrella
a jóvenes arcángeles enfermos como tú.
Teresita:
esa hierba menuda que viene de puntillas
desde el cielo a las torres;
ese borde de guzla que nace en los tejados;
esa noción de beso que comienza en los párpados;
la trémula angostura del abrazo en los senos:
todo lo que aún no irisa la sal de los sentidos
y es sólo aurora de agua y antecede a la gota,
y tiene únicamente matriz en lo invisible;
lo mínimo del límite, le que aún no hace línea,
eres tu, Teresita, castidad del espectro.
La comunión primera de la carne v el cielo.
Cuando el olivo orea su balanza de nidos,
cuando el agua humedece la niñez del oxígeno,
cuando la tiza entreabre en las manos del joven
la blancura de un lirio que expiró en la botánica,
allí estas tú, Teresita, víspera del rocío,
en la hornacina pura de un nevado corpiño,
con tu fantasma tenue, concebido en la línea
ligera y sensitiva en que nacen las sílfides.
volar, rotas las alas, el ave de tu tos;
y llorar en la isla de una desierta estrella
a jóvenes arcángeles enfermos como tú.
Teresita:
esa hierba menuda que viene de puntillas
desde el cielo a las torres;
ese borde de guzla que nace en los tejados;
esa noción de beso que comienza en los párpados;
la trémula angostura del abrazo en los senos:
todo lo que aún no irisa la sal de los sentidos
y es sólo aurora de agua y antecede a la gota,
y tiene únicamente matriz en lo invisible;
lo mínimo del límite, le que aún no hace línea,
eres tu, Teresita, castidad del espectro.
La comunión primera de la carne v el cielo.
Cuando el olivo orea su balanza de nidos,
cuando el agua humedece la niñez del oxígeno,
cuando la tiza entreabre en las manos del joven
la blancura de un lirio que expiró en la botánica,
allí estas tú, Teresita, víspera del rocío,
en la hornacina pura de un nevado corpiño,
con tu fantasma tenue, concebido en la línea
ligera y sensitiva en que nacen las sílfides.
Suave, sombra, celeste,
soledad silenciosa.
soledad silenciosa.
¿Quién
te entreabrió ese hoyo de dalia en la sonrisa?
¿Quién te vistió de clara canela carmelita
como a una mariposa?
¿Quién colocó en tus plantas
los descalzos patines de celuloide y ámbar?
¿Quién te ungió las manos de divina tardanza
para que no pudieras
jamás herir las cosas?
¿Quién te vistió de clara canela carmelita
como a una mariposa?
¿Quién colocó en tus plantas
los descalzos patines de celuloide y ámbar?
¿Quién te ungió las manos de divina tardanza
para que no pudieras
jamás herir las cosas?
Tenue, tímida, tibia,
traslúcida, turgente.
traslúcida, turgente.
Por
tu amor, la madera se vuelve una sortija
y la niebla, sonata al pasar por los álamos.
Por tu amor, en el éter se conservan los trinos,
las plegarias se tornan cascabeles azules
y la espiga, una trenza del color de los cálices.
y la niebla, sonata al pasar por los álamos.
Por tu amor, en el éter se conservan los trinos,
las plegarias se tornan cascabeles azules
y la espiga, una trenza del color de los cálices.
Delgada, dulce, débil,
divina, delicada.
divina, delicada.
Tu
doncellez intacta crea nardos ilesos
sobre ese fino valle del aire en los cristales,
cuando sólo es un trémulo sonido que no alcanza
a embozar en el tímpano el espectro del canto.
Novia que viajas sola
en un velero de hostias.
Enamorada pura en la edad de la garza.
sobre ese fino valle del aire en los cristales,
cuando sólo es un trémulo sonido que no alcanza
a embozar en el tímpano el espectro del canto.
Novia que viajas sola
en un velero de hostias.
Enamorada pura en la edad de la garza.
Niña, nupcial, nerviosa,
nívea, naciente, núbil.
nívea, naciente, núbil.
Cómo
veo tus manos pasar por los bordados
y abrir una acuarela de anclas y corazones;
tus ojos que conocen esos duendes de cera
que andan con las abejas al pie de los altares.
y abrir una acuarela de anclas y corazones;
tus ojos que conocen esos duendes de cera
que andan con las abejas al pie de los altares.
Cómo
siento tus trenzas ocultas en una gruta,
donde se agrupa el oro bajo un toldo de lino.
donde se agrupa el oro bajo un toldo de lino.
Ideal, ilusa, íntima,
irreal, iluminada.
irreal, iluminada.
¿Quién
podrá olvidar tu nombre, Teresita?
¿Tu nombre que comienza en una noche de estrellas
y ha cambiado el sentido de la lluvia y las rosas?
¿Tu nombre que comienza en una noche de estrellas
y ha cambiado el sentido de la lluvia y las rosas?
Lo
pronuncian los niños al llamar a las aves,
o al decir que las cosas les nacen en los ojos.
o al decir que las cosas les nacen en los ojos.
Las
bellas colegialas que recogen en coro
una llovizna azul en el hoyo de las faldas.
una llovizna azul en el hoyo de las faldas.
Las
novicias que cantan entre muros de nieve
y crucifijos pálidos.
y crucifijos pálidos.
Los
monjes que hicieron de su sangre una nube
para guardar los campos con escuadrillas de ángeles.
para guardar los campos con escuadrillas de ángeles.
Por
tu finura de ángel con alas de violeta
y tu ternura inmensa que, a veces, se hace pena,
un Amor Infinito escribió en el cielo
la inicial de tu nombre con un grupo de estrellas
y tu ternura inmensa que, a veces, se hace pena,
un Amor Infinito escribió en el cielo
la inicial de tu nombre con un grupo de estrellas
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