sábado, 28 de julio de 2012


ELVIO ROMERO





Así es ella, me dije



Así es ella, me dije; es la alegría
Remota y honda que de pronto llega
A despejar el nudo que se debe
Desanudar en la penumbra inquieta.

Noche y albor, me dije,
Todo llegó a mi corazón por ella;
Llegó el sabor oculto del deseo,
El presagio de ardor que en mí resuena.

Es mi cuerpo, me dije,
Reconociendo su esplendor en ella,
El bosque entero de mi sangre, el pulso
Y el latido secreto de su fuerza.

La imagen que conservo
De las verdes raíces de mi tierra;
Ella es el tiempo mío, el del verano
En el regazo inmóvil de la siesta.

Así mismo, me dije,
Es su fulgor herido en la belleza,
Ella es el largo trecho recorrido
Surtiéndose de entraña y sementera.

Ella es así, me dije,
Callado abrigo que abrigó mis huellas,
El justo sueño que escogí en la lucha,
La libertad por la que canto es ella.

JOSE PEDRONI






Quinta Luna



Con ojos que te sieguen huidiza,
Soy el azor de tus benditos senos:
Palomas que arrullando inflan el buche,
Vasos que crecen a un divino fuego.

Y en verdad que tu vientre primerizo,
Ni blanco ni moreno,
Calladamente se deforma en cántaro
A la presión continua del misterio.

Ah, si me fuera dado referirte
Lo inexplicable que en el alma siento,
Y hacer de modo que tu angustia santa
Se te vuelva alegría todo el tiempo.

Mujer, en el secreto de tu carne
Es mi destino el que se está cumpliendo;
Y por eso sonrío a tu sonrisa
Y sufro sin querer tu sufrimiento.

Y soy como un pastor ante su tierra
-Que mi tierra es tu cuerpo-;
Pastor que canta o que en la plaga llora
Con los brazos abiertos.

Ah, poco a poco, como un niño triste,
De extraño mal me moriré en silencio,
Si lo que llevas, que es mi propia viña,
Te lo destruye el viento.

JOSÉ HIERRO






Segundo amor



I. Génesis

En el principio era el amor.
Cuando el alba buscaba un dueño.
Cuando todas las criaturas
Llevaban sus cuerpos desiertos.

En el principio era el amor.
En todo tenía su reino.
La noche entera era el latido
De tan hondo enamoramiento.

El amor y las almas, juntos
Fueron creando el universo.
Las almas fueron su metal.
El amor su mágico fuego.

En el principio era el amor.
Los cuerpos estaban desiertos,
Y cada cuerpo buscó un alma
Que lo tuviera prisionero.

Para el cuerpo, recién nacido
De la noche, todo fue nuevo.
Ignoró, por no entristecerse,
Que el alma tenía recuerdos.

En el principio era el amor.


II

Alguna vez un alma halló
El alma que la completaba.
Cuando los cuerpos se tuvieron,
Olvidaron que había alma.

No llegaron a lo que dura,
Y gozaron de lo que pasa.
Luego se fueron, dividieron
El caudal de su única agua.

III

En el principio era el amor.
Sin el amor nada existía.
El alma que una vez amó,
Nunca jamás se apagaría.

Volver a amar era intentar
Tornar al punto de partida,
Apresar humo, tocar cielos,
Poseer la luz infinita.

Volver a amar era querer
Revivir las flores marchitas.
Era escuchar la voz del alma
Que llamaba al alma perdida.

Volver a amar era llorar
Por la dicha desvanecida.
Era encontrar con quién partir
El pan y el vino de otros días.

Pero -de sobra lo sabemos-
Sólo una vez se ama en la vida.
Volver a amar es evocar
El amor que colmó la dicha.

Es, sin querer, hacer sufrir.
Sentir la rueda detenida.
Que si el espejo sufre es porque
La vieja imagen está viva.

En el principio era el amor.

DULCE MARÍA LOYNAZ






Hueles a rosa



Hueles a rosa y se te abre en rosa
Toda el alma rosada:
¿De qué rosal celeste desprendida
Viniste a rozar, rosa, mi alma?
Rosa, lento rosario de perfumes.
Rosa tú eres. Y una rosa larga
Que durará mañana y después de
Mañana.

ROSARIO CASTELLANOS






Destino



Matamos lo que amamos. Lo demás
No ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
Un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
De respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
Para los dos. Y no basta la tierra
Para los cuerpos juntos
Y la ración de la esperanza es poca
Y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,
Ciervo con una flecha en el ijar
Que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne
De pupilas de vidrio; su actitud
Que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
El reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-Antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
Igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.