viernes, 19 de octubre de 2018


JULIA PRILUTZKY





Está bien. Seré dulce y obediente...



Está bien. Seré dulce y obediente
o lo pareceré. Te da lo mismo:
Necesita, de pronto, tu egoísmo
que yo me quede así, sumisamente,

Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente,
sin pasiones al borde del abismo,
sin mucha fe ni un gran escepticismo,
sin recordar la esclusa ni el torrente.

Necesitas las llamas sin el fuego,
que el fuego del amor no sea un juego
y que esté el rayo aquí, sin la tormenta.

Quieres que espere así, sin esperarte,
que te adore también sin adorarte
y estar clavado en mi, sin que te sienta.


IBN HAZM





Ríe el jardín mientras las nubes lloran,
como el amado cuando lo ve el afligido amante.


De: "Sobre la unión amorosa"


FABIÁN RIVERA





Auto confesional,
donde el autor refiere algunos hechos de su vida,
y que tiene como misión rellenar el folio décimo
y así cumplir con lo pactado y requisito.

yo, que sólo conozco sed y hambre,
tallé la espalda, lavé los pies de dios con tal ahínco,
despertando al vómito una tarde:
soy tan frágil y tan bello como una bolsa ebria de basura

no comprendo que se traen estos días con su cara de abril y tan pellejos
no comprendo tus gemidos si bebiste leche bronca,
eres hermosa flemática y penúltima como una rosa pensada en nuestro siglo

escribo a las nueve o diez del día de mañana
con la misma exactitud del invierno malabar en nuestra tierra
al par de varios metros de plática nocturna

escribo para quienes celebran mi ignorancia, mi poca solvencia y mi cordura;
escribo para ellos, no como hombre,
sino como el falso profeta que habla del sol y del trabajo,
y tiene en ambos brazos dibujado, el beso matinal del alimento…


ANTONIO PLAZA





¡Déjala!



Toma niña, este búcaro de flores;
tiene azucenas de gentil blancura
lirios fragantes y claveles rojos,
tiene también camelias, amaranto
y rosas sin abrojos,
rosas de raso, cuyo seno ofrecen
urnas de almíbar con esencia pura,
que en sus broches de oro se estremecen.

Admítelas, amor de mis amores,
admítelas, mi encanto;
las cristalinas gotas de mi llanto,
tibio llanto que brota
del alma de una madre que en ti piensa,
y por eso hallarás en cada gota
emblema santo de ternura inmensa.

Una tarde de abril, así decía,
sollozante, mi esposa infortunada,
a mi hija indiferente que dormía
en su lecho de tablas reclinada;
y como Herminia, ¡nada!;
nada en su egoísmo respondía
a esa voz que me estaba asesinando.
La madre entonces se alejó llorando,
y ella en la tumba continuó durmiendo.
"Déjala dije, -tu dolor comprendo..."


EFRAÍN HUERTA





XXII. Pues sí



Hablando
Se
Enciende
La
Gente


ALEKSANDR PUSHKIN





Bajo el cielo de azul de su tierra nativa...



Bajo el cielo azul de su tierra nativa
         languidecía ella, se agostaba...*
Al fin se marchitó, y ya de seguro
         su joven sombra sobre mí volaba;
Nos separa una línea infranqueable.
         En vano el sentimiento desperté.
Su muerte oí de un labio indiferente
         y con indiferencia la escuché.
¡Y mi alma la amó con tanto fuego,
         con una turbación tan dolorosa,
con tanto sufrimiento y extravío,
         con tortura tan tierna y angustiosa!
¿Qué se hicieron la pena y el cariño?
         Ni reproches me quedan ya ni llanto
para rememorar su sombra crédula
         ni la dulce memoria de los días pasados.


Versión de Eduardo Alonso Duengo

* El poema se refiere a Arnalia Riznich, muerta en Italia en 1825 y destinataria de algunos de los más hermosos poemas pushkinianos.