viernes, 25 de mayo de 2012


PALOMA PALAO





Esa puerta de mármol, esa losa...




Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos...
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso...
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando...
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.

De "El gato junto al agua"



ALFONSINA STORNI





Me atreveré a besarte



Mírame aquí a tu lado tirada dulcemente;
soy un lirio caído al pie de una montaña...
Mírame aquí a tu lado...Esa luz que me baña
me viene de tus ojos como de un sol naciente.

Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos,
y tus dedos insertos de tu mano en la palma,
y tu ser todo inserto en el molde de mi alma!
Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos.

Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa,
vuélvete a donde quedo postrada y sin aliento.
Celosa de tus penas, esclava de tu risa,
sobra de tus anhelos y de tu pensamiento.

Te miraré a los ojos cuando la tarde abroche
tu boca bien amada que no he besado nunca...





AMADO NERVO






Cobardía


Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul...!
Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirar azul!

Quedé como en éxtasis...
Con febril premura,
«¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la deje pasar!

JORGE TEILLIER





Cosas vistas



31

Los perros ladran en el patio
al invitado triste de los domingos.
Sólo los gorriones lo saludan.


FLOR ALBA URIBE





Erótica



Pon en guardia tu cuerpo y el ritmo de tus sueños.
Desde la médula del tiempo busco tu paraíso,
la mezcla de tu sangre,
el crisol de tu sexo
donde el futuro ensaya su cósmica simiente.

Estoy desnuda como el eco de la primer mañana,
con mi sed disparada como una bala al cosmos,
acechando tus manos, el cielo de tu boca,
la genital presencia entre tus muslos firmes.

Ah, pero mi amor no altera tus sólidos baluartes,
te sellas castamente para esquivar mi asedio,
estás sordo a mi grito,
al fragor de mi sangre,
a la insomne ternura que para ti alimento.

Déjame ser el vértigo que apura tu caída,
el vino que amedrenta tus íntimos pudores,
la hoguera donde crujan
tus huesos uno a uno,
el amor que aniquile tu párvula indolencia.

Dame tu luz, tu risa, la fuerza que te escuda,
el clima de arrogancia que yergue tu estatura,
tus ojos invasores
y esa vital delicia
que se aferra a tu cuerpo y dora tu epidermis.

Entrégame tu enigma, la descifrada clave
que me guíe al prohibido torreón donde sueñas.
Te escalaré en silencio,
exhausta de anhelarte
y seremos dos leños nutriendo el mismo fuego. 


ALFONSINA STORNI





¡Ay!




Seré en tus manos una copa fina
pronta a sonar cuando vibrarla quieras...
Destilarán en ella primaveras,
reflejará la luz que te ilumina.

Seré en tus manos una copa fina.
Habrás en ella una bebida suave,
nunca más dulce, pues piedad le dona;
licor que no hace mal y el mal perdona,
dulce licor que de las cosas sabe...

Habrás en ella una bebida suave.
Un día oscuro, entre tus dedos largos
será oprimido su cristal fulgente
y caerá en pedazos buenamente
la fina copa que te dio letargos;
¡un día oscuro, entre tus dedos largos!

Cristal informe sobre el duro suelo
no ha de ser turbio porque está quebrado:
reflejará la beatitud del cielo;
pobre cristal sobre tus pies tirado;
cristal informe sobre el duro suelo.
Daño tan grande Dios te lo perdone:
manos benditas las que así lo quiebren,
rosas y lirios para nunca enhebren,
dulzura eterna su impiedad le abone.
Daño tan grande Dios te lo perdone...


JORGE TEILLIER





Cosas vistas




17

Día tras día
en los charcos verticales,
de los espejos de los bares
se va perdiendo tu cara
esa hoja caída de un árbol condenado.

JULIA UCEDA





Driving



Me pregunto si alguien, alguna vez,
podrá imaginarme, como yo no puedo,
formando parte de estos bosques, en los que no pienso,
de este mar, que a veces ignoro y del que huyo, a veces
-driving and driving and driving alone-: necesito
en otra lengua porque su sonido
pone el punto de soledad, de aislamiento, mejor,
a las tres partes: mujer en un coche, bosques, mar.

Siempre creo estar en otra escena
Y encuentro mi lugar en la que ya he perdido. Y eso significa
tal vez, que nunca estoy en parte alguna.

                                                               Pero alguien,
alguna vez, supongo con excesivo optimismo
sobre el valor posible de unos cuantos poemas, tendrá curiosidad
por saber cómo fui. Y pintara un atractivo cuadro si contempla
los hermosos paisajes que me acogieron
y que tan fielmente, aunque ya perdidos,
se pueden entrever en toda mi escritura.

Puede que el conjunto resulte hermoso.
Me gustaría verlo, pero será imposible.
De todos modos, quiero hacerle un favor al curioso futuro:
nada estará completo si se olvida
-driving and driving and driving alone-
de este verso extranjero.


FLOR ALBA URIBE





Consejos de Afrodita



A la hora del amor llega desnudo,
desnudo y puro,
como quien vive su muerte y resucita.
Besa
hasta que sean de piedra tus labios
y tu lengua.
Acaricia
hasta que palidezcan los tigres camorreros.
Entrégate
con la avidez del sediento en la taberna,
con fervor, con pavor,
no retrocedas.
Y en la batalla de labios y de huesos,
en la apretada urdimbre de dos cuerpos
baja cantando, como un minero iluminado,
para cavar muy hondo entre dos muslos.

JESÚS AGUADO





2. Tus  palabras...




Tus  palabras:   me    envuelven  en  una
placenta  y  me   colocan  delicadamente
en   tu  interior  para  gestarme.

Me     trasladan,    las   traslado,    vamos
abriendo   surcos    desde   dentro  hacia
afuera.

Una  flecha que viaja  por el  interior  de
una diana: para ella  acertar consiste  en
encontrar   la   salida   (y  sólo tiene  una
oportunidad, un tiro):  para  ella la diana
es un laberinto. Así  que  finge  dormirse
hasta   que la salida, que  coincide con  el
centro,    pasa    distraída    por    su  lado.
Entonces sí: se alza, se tensa y le dispara
por   la   espalda.

Todo   recién   nacido  lleva   tatuado  un
laberinto   y  una   diana  que  la vida   se
encargará de ir haciendo visibles trazo a
trazo.

Vivir    es   reparar   los   efectos    de  esa
emboscada      original    que     supuso   la
muerte  del  centro, es  hacerle  el  boca a
boca   al   centro    hasta   que    vuelva   a
respirar.  Pero  el   centro  no   es Dios (el
centro   no  es  el   Centro)   sino    tú,   yo,
cualquiera   de   nosotros.

Cuando  te   tanteo  en  la oscuridad   mis
manos      ecorren      las     paredes       del
laberinto.   Y   el   modo   en  el    que    tus
gemidos    rebotan,   se  amplifican   o     se
duermen  por  sus corredores me  enseña
las        dimensiones    y      el     dibujo   del
laberinto.

Cuando   me  lames  en la oscuridad    una
diana  se pone a rodar  cadera  abajo,    un
blanco     en    movimiento   al    que     sólo
puede  acertar  una flecha  perfectamente
inmóvil.

Tus    palabras  son  un  líquido cálido:     al
bucearlas   me   duermo.

Al   hablar  desenrollas   los  caminos     del
mundo     para    que    yo     los       explore.
Cuando  callas    los    vuelves  a     enrollar,
pero  queda   una tenue   huella de       cada
uno   de  ellos gracias  a  lacual        siempre
puedo   reconstruir   algunos.

Me    has   enseñado a  serpeligroso    para
mí    mismo  y a   ser inofensivo  para     los
demás.

Después  de  muchos  abrazos   no    somos
una   pareja    sino   un    atlas.   Si    alguien
quiere  saber dónde  se encuentra o   hacia
dónde   queda  el  lugar    al    que      planea
viajar,   sólo  tiene  que abrirnos  y    poner
un   dedo sobre el punto de destino.

Si   no   fuera   por   lo  que dices de mí,     y
porque  me   llevas  en   tu  interior   como
una  madre al  feto,  mi laberinto     estaría
en    ruinas:  cascotes  en   vez de      muros,
montones     de     piedras      en    vez      de
elegantes  revueltas,  ratas  comedoras  de
ojos    en  vez  de   minotauros,     polvo   en
suspensión  en  vez  de corrientes   de  aire
fresco   filtrándose  por  las  grietas.

El     cordón     umbilical:    el    hilo    de    la
madeja.

Dejarse nacer en  otro es   un   acto  de   fe,
una   locura. Y  también:  un  pacto  con  el
silencio    que    fuimos      para       que     no
irrumpa  en  el   silencio que seremos.

Sólo  soy   una    sombra   proyectada  en  la
pared:   existo   porque  tú   eres  cuerpo   y
bombilla.     Existo      porque      nada       se
interpone   entre   nosotros.

Tus  fluidos  me   escriben, me   dibujan   el
modo de   salir.  Dibujo   que  he   de   beber
para   que   tenga   sentido.