"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 11 de septiembre de 2018
EVARISTO CARRIEGO
Una sorpresa
Hoy recibí tu carta. La he leído
con asombro, pues dices que regresas,
y aún de la sorpresa no he salido...
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!
«Que por fin vas a verme..., que tan larga
fue la separación...» Te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.
Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción -¡siempre e! pasado!
de uno que otro recuerdo que en la frente
me pone alguna arruga de tristeza,
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza.
Hoy recibí tu carta. La he leído
con asombro, pues dices que regresas,
y aún de la sorpresa no he salido...
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!
«Que por fin vas a verme..., que tan larga
fue la separación...» Te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.
Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción -¡siempre e! pasado!
de uno que otro recuerdo que en la frente
me pone alguna arruga de tristeza,
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza.
CARLOS CASTRO SAAVEDRA
Es más
dulce el amor
sobre la hierba, niña.
Sobre las esmeraldas
que alfombran la campiña.
sobre la hierba, niña.
Sobre las esmeraldas
que alfombran la campiña.
Más
dulce que en el lecho
porque la tierra es ancha,
y la sombra del cuervo
la toca y no la mancha.
porque la tierra es ancha,
y la sombra del cuervo
la toca y no la mancha.
Cada
beso revienta
igual que una amapola,
y a lo lejos el trigo
suena como una ola.
igual que una amapola,
y a lo lejos el trigo
suena como una ola.
El
varón, el labriego,
al entrar en su amada,
siente los muslos verdes
y la tierra sembrada.
al entrar en su amada,
siente los muslos verdes
y la tierra sembrada.
Surco y
mujer, iguales,
reciben la simiente,
con más cielo en los ojos
que sudor en la frente.
reciben la simiente,
con más cielo en los ojos
que sudor en la frente.
PEDRO CASARIEGO
1976
Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera
y el compacto césped que recubre los jardines;
todos pensarán que venció la fuerza del desierto
y yo seré durante años el Dueño de la vida,
dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado
y tiñendo al atardecer lo que brotó del rocío;
mi pincel será la cascada cuyo estruendo nunca percibo
y mi pintura las aguas que en ella se enroscan furiosas,
y los que por los aires naveguen
verán surgir la nieve del pecho abierto del Verano,
variarán de canción los motores aceitosos
y enarcarán las cejas los pilotos sin mirada.
Danzaré entre las hojas chamuscadas por el frío
y los demás conmigo,
pero ellos caerán extenuados
y sus músculos heridos servirán para tensar mi nuevo arco
y clavar en sus corazones suplicantes mensajes de amor
que sin duda secará el aliento de la lluvia;
y arrebataré a los niños la dejadez que me apasiona,
se marchitará colgada de las moreras,
como los plásticos sucios en el invierno espinoso.
Beberé el líquido que corre con el Nilo,
despojaré de su piel al fornido rinoceronte,
falsearé la leyenda y ésta me pertenecerá,
poseeré los campos de maíz y los quejidos sin motivo,
dividiré el tesoro del pirata para llevármelo entero,
y, llegado el momento,
cuando las ilusiones ahoguen el desengaño,
nada quedará sin ser devuelto
y mi alma os alegrará con una sonrisa.
Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera
y el compacto césped que recubre los jardines;
todos pensarán que venció la fuerza del desierto
y yo seré durante años el Dueño de la vida,
dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado
y tiñendo al atardecer lo que brotó del rocío;
mi pincel será la cascada cuyo estruendo nunca percibo
y mi pintura las aguas que en ella se enroscan furiosas,
y los que por los aires naveguen
verán surgir la nieve del pecho abierto del Verano,
variarán de canción los motores aceitosos
y enarcarán las cejas los pilotos sin mirada.
Danzaré entre las hojas chamuscadas por el frío
y los demás conmigo,
pero ellos caerán extenuados
y sus músculos heridos servirán para tensar mi nuevo arco
y clavar en sus corazones suplicantes mensajes de amor
que sin duda secará el aliento de la lluvia;
y arrebataré a los niños la dejadez que me apasiona,
se marchitará colgada de las moreras,
como los plásticos sucios en el invierno espinoso.
Beberé el líquido que corre con el Nilo,
despojaré de su piel al fornido rinoceronte,
falsearé la leyenda y ésta me pertenecerá,
poseeré los campos de maíz y los quejidos sin motivo,
dividiré el tesoro del pirata para llevármelo entero,
y, llegado el momento,
cuando las ilusiones ahoguen el desengaño,
nada quedará sin ser devuelto
y mi alma os alegrará con una sonrisa.
ALAIN BOSQUET
Fechorías del verbo
Tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde todo era rostro de rocío
sol íntimo entre los dedos
río puesto de rodillas
para recibir una caricia
tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde eras precisa y pura
y ahora es el poema
quien te invita al suicidio
porque según respiro
te invento y te invento y te invento
y nos pierdes a los dos
por reinventarte.
Tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde todo era rostro de rocío
sol íntimo entre los dedos
río puesto de rodillas
para recibir una caricia
tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde eras precisa y pura
y ahora es el poema
quien te invita al suicidio
porque según respiro
te invento y te invento y te invento
y nos pierdes a los dos
por reinventarte.
De: "Cuatro testamentos y otros
poemas"
Versión de Enrique Moreno Castillo
MARIO BOJÓRQUEZ
ahora estarás tirada
bocabajo en la cama
leyendo
una novela española
mientras
tus pantorrillas se elevan sobre el dibujo de las sábanas
hay
algo en tu cintura que se enciende con el roce del elástico
y
piensas
todos
pensamos en un momento del día
en
aquel fuego que nos quemó y ansiamos
volver
ahí al borde de ese incendio
pierdes
la línea y lees sin leer
y luego
te cuesta trabajo regresar a la escena
que el
novelista español fraguó en horas de delirio
te
obligas a volver y lees con cuidado lo que ya no
entiendes
y te volteas bocarriba y ves las fotos
de tu
librero y te quedas colgada de aquellos tus sueños
tan
queridos
qué
cerca has estado de ellos y qué lejos
qué
opresiva atmósfera se ha vuelto el ancho mundo
qué
ganas de patear una religión un país un idioma
y todo
vuelva a respirarse a ritmo de pulmón
pero
nada de eso te preocupa ahora
te
preocupa el futuro el detonador del mañana
la
almendra más allá de la cáscara la pepita brillante
y llena
de aceite te dices qué calor
y sabes
que el aire frío golpea las ventanas
qué
ganas a veces de extender la mano
y que
el placer rodee tu cintura
puedo
ser yo u otro nadie el que en su abrazo
envuelva
tu cuerpo aligerado ya de la carga del mundo
y que
te lleve lejos más allá de las costas
mar
adentro
donde
sólo exista el sonido de la sangre
que
corre en su rumor de bestia florecida
vuelves
al cuarto de donde no has salido
para
decirte que es mejor así que nada importa
que
nunca habrá ni un cómo un dónde para
la
perfecta la redonda la exacta
felicidad
De: “Y2K”
SULLY PRUDHOME
Las cadenas
Deseé amarlo todo y ahora soy desgraciado,
porque he multiplicado las causas de mis penas.
Innumerables lazos sutiles y dolorosos
unen mi alma a las cosas en todo el universo.
Todo me atrae al mismo tiempo
y con igual atractivo: lo cierto, por sus resplandores,
y lo desconocido por sus velos.
Un estremecido trazo de oro une mi corazón al sol,
y largos hilos de seda lo enlazan con las estrellas.
La armonía me encadena al aire melodioso,
la suavidad del terciopelo a las rosas que acaricio.
He hecho de una sonrisa cadena de mis ojos,
y de un beso cadena de mi boca.
Mi vida pende de esos frágiles lazos,
y estoy cautivo de los mil seres que amo.
A la menor sacudida que un soplo les imprime,
siento que se desgarra algo de mí mismo.
Versión de Max Grillo
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