"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 23 de enero de 2020
MASAOKA SHIKI
La
mariposa,
ni siquiera cuando la persiguen
parece tener prisa.
ni siquiera cuando la persiguen
parece tener prisa.
De: “A campo traviesa”
RAFAEL COURTOISIE
Voces
Un idioma de polvo se escucha en las calles.
Q transporta una vasija y las gentes se apartan.
Lleva una carraca para anunciar su paso y un niño se adelanta
moviendo los brazos, anunciando el peligro.
Alguien, desde una azotea, tira una piedra. La vasija se rompe
y deja ver el interior. Hay fuego maduro que comienza a derramarse.
Q corre despavorido y tira la carraca, que enmudece al caer. Umbría se aparta y,
en el centro de la columna de fuego, crece un hueco.
Una niña llega corriendo desde lejos, se acerca a mirar y se apaga en la ceniza.
Nadie alcanzó a advertir el peligro, nadie gritó a tiempo.
Comienza a lloviznar. Las bocas están llenas de polvo.
Un idioma de polvo se escucha en las calles.
Q transporta una vasija y las gentes se apartan.
Lleva una carraca para anunciar su paso y un niño se adelanta
moviendo los brazos, anunciando el peligro.
Alguien, desde una azotea, tira una piedra. La vasija se rompe
y deja ver el interior. Hay fuego maduro que comienza a derramarse.
Q corre despavorido y tira la carraca, que enmudece al caer. Umbría se aparta y,
en el centro de la columna de fuego, crece un hueco.
Una niña llega corriendo desde lejos, se acerca a mirar y se apaga en la ceniza.
Nadie alcanzó a advertir el peligro, nadie gritó a tiempo.
Comienza a lloviznar. Las bocas están llenas de polvo.
De: "Umbría"
FRIEDRICH SCHILLER
La
partición de la tierra
-¡Tomad la tierra! -desde su alto asiento
dijo a los hombres quien pobló el vacío-.
-Para cumplir mi soberano intento
habedla en fraternal compartimiento,
que os la doy como herencia y señorío.
Ya más correr, por acudir primero,
cada mortal al llamamiento vino,
y cuanto pudo sometió a su fuero:
los frutos de la tierra, el campesino;
la selva, do cazara el caballero.
Colma la troj el mercader y el arca;
se adueña el monje del viñedo umbrío:
¡y, ya fuerte sintiéndose el monarca
sendas y puentes con barreras marca
diciendo; -¡El diezmo! porque el diezmo es mío.
Años después, cuando por fin completa
la irrevocable partición quedaba,
de remoto confín llegó el poeta.
¡Ay! Todo campo deslindado estaba,
y toda cosa a su señor sujeta.
-¡Tarde y en vano mi poción exijo!
¡¿Y así, el más fiel en mísero abandono
dejando, ¡oh Dios! desheredaste al hijo?
Tal del señor postrándose ante el trono,
el pobre vate entre sollozos dijo.
-Si absorto en la región de las quimeras,
-contesta Dios- te retardaste, iluso,
no en balde llores ni acusarme quieras:
¿do estabas tú, que confundirme esperas?
-¿Dónde? ¡A tu lado! -el soñador repuso.
Mi vista apacentaba en tu hermosura;
del cielo en los acentos, mis oídos;
si lo terreno desdeñé en la altura,
fue que tu gloria, que sin par fulgura,
¡me embargaba la mente y los sentidos!
Y Dios: -¿Qué hacer ? Sobre la tierra nada
me resta ya con qué colmar tu anhelo;
ajeno el bosque, la heredad cercana...
Vente conmigo, si te place, al cielo,
¡que desde hoy libre te daré la entrada!
-¡Tomad la tierra! -desde su alto asiento
dijo a los hombres quien pobló el vacío-.
-Para cumplir mi soberano intento
habedla en fraternal compartimiento,
que os la doy como herencia y señorío.
Ya más correr, por acudir primero,
cada mortal al llamamiento vino,
y cuanto pudo sometió a su fuero:
los frutos de la tierra, el campesino;
la selva, do cazara el caballero.
Colma la troj el mercader y el arca;
se adueña el monje del viñedo umbrío:
¡y, ya fuerte sintiéndose el monarca
sendas y puentes con barreras marca
diciendo; -¡El diezmo! porque el diezmo es mío.
Años después, cuando por fin completa
la irrevocable partición quedaba,
de remoto confín llegó el poeta.
¡Ay! Todo campo deslindado estaba,
y toda cosa a su señor sujeta.
-¡Tarde y en vano mi poción exijo!
¡¿Y así, el más fiel en mísero abandono
dejando, ¡oh Dios! desheredaste al hijo?
Tal del señor postrándose ante el trono,
el pobre vate entre sollozos dijo.
-Si absorto en la región de las quimeras,
-contesta Dios- te retardaste, iluso,
no en balde llores ni acusarme quieras:
¿do estabas tú, que confundirme esperas?
-¿Dónde? ¡A tu lado! -el soñador repuso.
Mi vista apacentaba en tu hermosura;
del cielo en los acentos, mis oídos;
si lo terreno desdeñé en la altura,
fue que tu gloria, que sin par fulgura,
¡me embargaba la mente y los sentidos!
Y Dios: -¿Qué hacer ? Sobre la tierra nada
me resta ya con qué colmar tu anhelo;
ajeno el bosque, la heredad cercana...
Vente conmigo, si te place, al cielo,
¡que desde hoy libre te daré la entrada!
Versión de José Joaquín
Casas
JUAN CARLOS SUÑEN
Ésta sin arrogancia
no ha reclamado nunca mi soledad vencida.
Ni esa que extraviada en los jardines puede olvidar el sitio
de cada mano,
ni la que demorándose en alcoholes
puede decir el sitio de cada beso.
Ni tan siquiera aquella que en su boca
es culpable no ya de lo que dice
sino de cuanto pasa en el lenguaje.
Ninguna ha reclamado mi soledad vencida.
Y en todas nos olvidaremos el uno al otro hasta el día
en que sea redimido cada árbol de cada bosque y ya
nadie se excluya en la inocencia
por fortunas peores;
porque ellas duermen todas sobre mi corazón como
sobre una barca y su sueño se hace para dulces anzuelos.
Pero sólo por una me daré la vuelta,
y me pondré a la fila de los hombres.
De: "Por fortunas
peores"
ALFRED TENNYSON
Doblando la escollera
El poniente, el lucero de la tarde
y para mí una clara llamada. Acaso la escollera
no haga gemir al agua, cuando emprenda
mar adentro mi ruta,
y haya sólo el reflujo que parece dormido,
demasiado turgente para rumor o espuma,
cuando lo que sorbía del fondo ilimitado
regresa ya a su centro.
Crepúsculo y campana vespertina
y luego, ya la noche.
y acaso no haya adioses doloridos
el día en que me embarque,
pues, si de nuestros hitos del Lugar y del Tiempo
la marea me aparta,
confío, cara a cara, mirar a mi Piloto,
doblada la escollera.
Versión de Màrie Manent
El poniente, el lucero de la tarde
y para mí una clara llamada. Acaso la escollera
no haga gemir al agua, cuando emprenda
mar adentro mi ruta,
y haya sólo el reflujo que parece dormido,
demasiado turgente para rumor o espuma,
cuando lo que sorbía del fondo ilimitado
regresa ya a su centro.
Crepúsculo y campana vespertina
y luego, ya la noche.
y acaso no haya adioses doloridos
el día en que me embarque,
pues, si de nuestros hitos del Lugar y del Tiempo
la marea me aparta,
confío, cara a cara, mirar a mi Piloto,
doblada la escollera.
Versión de Màrie Manent
GERARD MANLEY HOPKINS
Justus
quidem tu es, domine, si disputem tecum,
Erumtamen
justa loquar ad te:
Quare
via impiorum prosperatur? &C.
Tú
eres en verdad justo, Señor, si contiendo
Contigo;
pero, señor, también mi demanda es justa.
¿Por
qué prospera la senda del impío? ¿y por qué
Ha
de acabar en desencanto cuanto yo emprendo?
Si fueses mi enemigo, oh amigo mío,
¿Cómo
podrías, me pregunto, peor que ahora
Vencerme,
defraudarme? Oh, los torpes y siervos de lujuria
Más
medran en horas libres que yo que gasto,
Señor,
la vida en tu causa. ¡Mira, el soto y la ribera
Ya
con tan denso follaje! Nuevamente los galona
Alamar
de perifollo, mira, y un viento fresco los mueve;
Las
aves construyen — mas yo no construyo; no, que porfío,
Eunuco
del tiempo, sin engendrar ni una obra que despierte.
Mío,
oh dueño de la vida; Avía a mis raíces la lluvia.
17 de marzo de 1889
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