Justus
quidem tu es, domine, si disputem tecum,
Erumtamen
justa loquar ad te:
Quare
via impiorum prosperatur? &C.
Tú
eres en verdad justo, Señor, si contiendo
Contigo;
pero, señor, también mi demanda es justa.
¿Por
qué prospera la senda del impío? ¿y por qué
Ha
de acabar en desencanto cuanto yo emprendo?
Si fueses mi enemigo, oh amigo mío,
¿Cómo
podrías, me pregunto, peor que ahora
Vencerme,
defraudarme? Oh, los torpes y siervos de lujuria
Más
medran en horas libres que yo que gasto,
Señor,
la vida en tu causa. ¡Mira, el soto y la ribera
Ya
con tan denso follaje! Nuevamente los galona
Alamar
de perifollo, mira, y un viento fresco los mueve;
Las
aves construyen — mas yo no construyo; no, que porfío,
Eunuco
del tiempo, sin engendrar ni una obra que despierte.
Mío,
oh dueño de la vida; Avía a mis raíces la lluvia.
17 de marzo de 1889
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