miércoles, 22 de junio de 2016


MIGUEL GONZÁLEZ GERTH




La cara del espejo

                                                              A Octavio Paz



No hay nadie allí
y sin embargo creemos entrever
un mundo de entidades
que explicarían un contenido en el vacío
un abecedario de apariencias
un conato de conformación
de inconsecuentes congéneres cautivos

antropoide atado / adán atirantado / ángel ardiente
belleza que se vuelve belcebú
crisálida de la quimera
chamuco / chulapo / chocarrero
desilusión / delirio / doppelgänger

¿es el espejo falsedad
en que se abre el abanico de la realidad?

engendro erótico / envidia / envanecimiento / enojo
ficción / figuración y fingimiento
gorgona de gloria gorgotera
halo sin santo (aquí = allí)
ilusión (hija del yo) / ícaro ahogado
judas jabberwocki
kairos y cronos
lacrima christi logarítmica y liliputiense
llave que abre pero que no cierra
maelstrón de melusina
nada que nada en la nada
ñiquiñaque ñoño
orfeo orante / orangután orondo
pitecántropo erigiéndose
¿quo vadis quantum brutus?
rêverie du revenant
simulacros simultáneos
tabula rasa (allí = aquí)
utopía
variación del ojo antojo
x / exquisita equis
yo y también tú =
zurdería del cero

y el impulso continúa
el esfuerzo por sobrepasar
por penetrar (¡oh penetración!)
el velo celestial
el himen de cristal
por perturbar la materia debajo de la espira
con cincel o con espada
cortar la curva sólida de geometría
de libre habilidad hasta matar
hasta los huesos subyacentes en cavernas sombrías
inexistentes carapachos tan sólo imaginados
que se desvanecen
hasta que la polla / pluma / pene / pincel
que pisa la página
sucumbe a los sentidos hondamente quebrantados
de la incapacidad estéril
preludio del silencio que presagia
la infinita soledad
en un revés de misa negra
que luego recomienza la lúgubre epopeya
dentro del tres veces insondable
laberinto loco de pensamiento palabreado
allí en el espejo
donde no se encuentra / nadie



DIONICIO MORALES




Romance del buscón



Nos vimos en el Metro
A una mirada tuya
                               mi paso
militante
                se detuvo

Tus ojos
                negruscamente negros
coincidían
                relámpago
soeces
             altaneros
con los míos

¡Ah! qué lúbricas
                             miradas

Todavía recuerdo
                          la palabra
te quiero
                revoloteando
                                      el aire

Cuando apareció un letrero
con la palabra
                        Revolución
                                             apresuré
mis
       pasos
                  hacia
                            afuera

Ahora voy por las calles
incendiándolo todo
                                con
                                      miradas


De: Inscripciones y señales


FRANCISCO CERVANTES




Del séptimo sello



Recordaré esta tarde,
Dijo el caballero,
Por la belleza que adivino que no tenían vuestros rostros
Pero que yo vi en ellos.
Me veré tomando un cuenco de leche fresca
Y comer las fresas, dulces por el gesto con el cual me fueron
    ofrecidas.
Mia, tu marido Jof y el bebé Miguel,
Todos los que a mis ojos sonreían
Me serán descanso.
También mi escudero Juan, que nada tuvo salvo su lucidez,
El casi perdido juego de ajedrez
Y la muerte, compañera que sólo para mí he querido. Recordaré todo esto como la belleza última
Que vieron mis ojos,
En el momento postrero de mi vida
Justo el instante en que se tense el cuello mío ante la
    cuchilla.
Y todo acabará sin dulzura o amargor,
Porque todo debe terminar antes de que la fatiga y el
    aburrimiento
Hagan presa de este torpe cuerpo 


De: Aulaga en la Maralta (1985)



RAÚL RENAN




Letramantía



Abro la letra y veo
la araña de tinta que amenaza.
Sus fulgores me hacen su convicto.
Siento una muda claridad por dentro
mientras afuera la verdad engaña.
Resbalan en cascada letras muertas
por la conjura de los adjetivos. De nada
sirven los pronombres: marcas
de no sé qué materia articulada.
Sin el velo en la página del limbo
los verbos desternillan en tropel.
El libro donde pasto, no deplora
su tormento elevado en el atril.
Apasionadas sufren las rodillas caídas
de lo alto del nombre. Hombre y fervor.
Declinada virtud de la letramantía
que a veces nos endulza con su palábrica
y otro nos amarga con la letra infame.
  
                                               ( ) 


De Parentescos (2003)


FÁTIMA VÉLEZ



  
Mi nacimiento (1932)



*

entre rasgar de sábanas
entre dolor y luz
unas piernas abiertas
una cabeza
nace

alguien pregunta
desde un lugar del cuarto
que no podemos ver
¿es niño?
no
¿es niña?
no
¿qué es entonces?
es el amor que nació muerto entre nosotros

ah
entonces
no se le puede alimentar con ira
la leche con ira
amarga

**

perdona
por hacerte recorrer
los arduos y
estrechos y
húmedos
caminos de la existencia
por inquietar tu serenidad
por volcarla en
-quiero decir vacío
pero el vacío
estorba

tarde o temprano
me lo agradecerás
saltarás
de alegría
en tu no ser
como saltan los niños
en sus camas
si hay golpe no te dolerá
doblemente
por haber sido advertido
que no saltaras
que podías caerte
hacerte daño

nada formado en ti
para que algo sientas
cabeza hueca
dentro de
cuarto hueco
dentro de
mundo hueco

y sin embargo
desangras
y la sábana
es blanca
y el contraste
caliente

***

dices que la pared del cuarto es azul
que la sábana es azul
no te das cuenta
que el azul
es la blancura desbordada del blanco

****
pero si Frida Khalo no existió
ahora vas a decir
que te crees
ese cuento
de una llaga de dolor
en un rostro
de bigote
y patillas
coronado de flores

Frida Khalo
debe ser
una manera de nombrar
la sensación de estar
a punto de recibir un golpe seco
con un vestido bordado

debe ser
la acción de empujar las cosas
por detrás
hacerlas chocar contra la vida
hasta sacar lo que hay de entraña
en ellas


De “Anacronía”



ALÍ CALDERÓN



  
EN SU CUERPO la noche inciensa sus heridas
El cuello bajo de su blusa aligera la tenebra
La línea de su talle registra mi deseo más lascivo
para modelarla incansable nuevamente

Cada leve aleteo de su parpado produce
en mi cuerpo terremotos terribles y desolación

Ella es la sangre que me corre irrevocable y frenética
la sangre

                   savia solar que sin embargo
me mantiene en la más oprobiosa tiniebla.