viernes, 18 de noviembre de 2022


 

HUANG LIHAI

 


Quién puede correr más rápido que el rayo

 

 

El río es mi sangre
y entiende mi sed
en mi camino de migrante

Sobreviviré a la pobreza
La jungla de nuestros tiempos está por volverse verde
Pero, ¿qué está mojando mi abrigo?

La selva está volando
Mi corazón tiembla de cansancio.
La vida es tan corta como un rayo
Me urge a correr más
antes de que llegue el tiempo de estar triste

 

Versión de Sun Xintang

 

CÉSAR TRUJILLO

  

 

Xxxxxxxx

  

Antes de perder el cabello tenía la barba abundante con un bigote dorado como la luz del sol. En sus ojos cabía el Báltico y el vaivén de sus olas. Las gaviotas de Ross descansaban en sus arqueadas cejas y de su torso se desgarraba un tigre impreso con las fauces abiertas. No recuerdo el tiempo, pero se convirtió en un ser desdentado, con las alas marchitas y una herida como si tuviera el sol aprisionando su pecho.

 

De: “Al amor también lo devoró la luz”

 

ROBERTO LÓPEZ MORENO

 

  

Dulcinea frente al Usumacinta

 

 

Ella se dedicaba a jugar a las horas con el río,

lo ceñía por las noches con una cinta roja,

ponía cascabeles a sus pies líquidos

y en las mañanas era un juntar los dos pechos

con el sol en medio.

Ella jugaba y jugaba

a que el río se detenía en su cuerpo,

jugaba a la ilusión

y el río estaba ahí,

no se movía de su sitio,

mientras, ella,

era un correr de agua

hacia la mar canora.

 

 

DOLORES CASTRO

  

 

Sortilegio

 

 

Paso a paso, con el sonido y el eco del sonido
voy con el aire a cuestas:

ojos abiertos a lo desconocido,
piel que estremece el sol,

pluma vibrante
resistiéndome al tiempo
distraída al engaño,
y plenamente inmersa dentro del sortilegio.





TINO VILLANUEVA

 


Dejar de recordar no puedo

 

 

Estás aquí, veraz memoria,
como una vida venida por el viento,
como una sola fecha
traída por el tiempo
de aquella no tan turbia lejanía
de días arrasados.

Paso a paso, hacia atrás
desando en largas soñaciones
la tribulación
y su verdad tangible,
porque dejar de recorder no puedo,
oh no en este día,
que fui lo que me habían dicho,
que a la sombra de otros
fui creciendo
con la nonada contumaz de fondo.

Recuerdo, luego soy…
y acaso ahora no sea suficiente
esta ascensión
de certidumbre en las palabras
para contar mi rascuache y novelesca
primera condición,
para trazar los principios
de mi anhelo de vivir.

Sin otra libertad
más que esta hombría
de ser y de hacerme a mi medida,
yo me bautizo
en el nombre de todo lo vivido
y pongo mi vida por delante,
porque la duda ha sido mi mejor ceremonia,
porque salvado estoy sabiendo que me tengo.

 

 

MORAIMA GUANIPA

 

  

Hechos de poesía

 

 

Los poetas son seres frágiles.
Pueden desvanecerse de amor
o de demasiada vida.

Cuentan que un poeta murió
con solo pincharse el dedo
con la espina de una rosa.
Dicen que otro encontró
con una bala
el lugar exacto del corazón.
Hubo alguno que, insomne,
no atinó el tiro al blanco
al despedir su vida de cuarenta años.

Las poetas buscan medios más naturales
o domésticos.
Un frío lago recibió
la desesperación de una mujer
con piedras en los bolsillos.
Otra fue alga marina
y el mar la nombra en cada ola.
Otra respiró la muerte
invisible, incolora, del gas.

La muerte,
la desprestigiada muerte,
recibe con miedo esta fragilidad.
Teme este decir infinito
en el que una palabra, una sola palabra
llena de ecos al mundo.

De: “Bogares”