viernes, 18 de noviembre de 2022

ROBERTO LÓPEZ MORENO

 

  

Dulcinea frente al Usumacinta

 

 

Ella se dedicaba a jugar a las horas con el río,

lo ceñía por las noches con una cinta roja,

ponía cascabeles a sus pies líquidos

y en las mañanas era un juntar los dos pechos

con el sol en medio.

Ella jugaba y jugaba

a que el río se detenía en su cuerpo,

jugaba a la ilusión

y el río estaba ahí,

no se movía de su sitio,

mientras, ella,

era un correr de agua

hacia la mar canora.

 

 

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