miércoles, 17 de agosto de 2022


 

LECONTE DE LISLE

 

  

La muerte del león

 

 

Siendo vieja alma de aire libre, sedienta
de la sangre negra de los bueyes, de mirar
desde lo más alto a las llanuras y al mar,
y de rugir en paz, libre en soledad cruenta.

Pero como condenado que pudre su osamenta
en el infierno, por el placer de la infinidad,
fue atrapado en la jaula de hierro fatal,
aunque pretendió escapar de tal afrenta.

Su horrible suerte, en fin, no pudo resolver;
la muerte se llevó su espíritu vagabundo,
pues había dejado de comer y de beber.

¡Oh, frágil corazón, víctima de la rebelión!
¿Por qué vuelves jadeante a la jaula del mundo?
¡Libérate! ¡Y haz lo que hizo este león!

  

Nota: Charles Marie René Leconte de Lisle, nombre del poeta conocido como Leconte de Lisle.

 

JOSÉ MÁRMOL

 

  

La Montaña del Ángel

 


Escalo sumergido la Montaña del Ángel. 

En líquidos aromas naufrago y me disgrego,

a la hora del quejido torrencial de su derrumbe.

 

Asciendo por su tibia hipotenusa y sus meandros,

por regiones de blanda y bestial orografía.

 

Camino por el centro de su sombra de luna,

por un lago de oscuros aceites siderales,

por dos caminos blancos (avenida de las ingles).

 

Huelo la quietud de su cintura estrecha

y mi escalada cesa en el valle de las lilas.

 

La Montaña del Ángel comienza entre las nubes.

La Montaña del Ángel termina en sus inicios,

allá donde tocarla no puede ni el delirio.

 

La Montaña del Ángel es un río, un bar, un sueño,

un torrente de frágiles caídas encendidas,

un abismo que anida un silencio y una espera,

chorro de aire tibio, sangre quemada en fraguas del deseo,

vaporosa presencia perdida entre mis sienes.

 

Cuando su cuerpo hinca el follaje de las nubes,

respiro la quietud de contemplarla,

a la hora del furor y estación de su derrumbe.

 

De: “Criatura del aire”

 

 

 

JOSÉ HOMERO

 

 

 

La noche extrae el calor de los cuerpos

 

 

Los pájaros se guardan en el regazo de los mangos

Las persianas descienden

tajando ávidas el día

y en los bares

los solitarios se distribuyen en parejas

se encuentran en las sombras con su sombra.

Hay vampiros en la ciudad, hay muertos que andan

desolados, aquejados por la angustia

de no hallar su doble, de convertir el amor

en cónyuge del hambre, de no tener

sangre y estar fríos, alimentándose del deseo

y el rencor de las creaturas.

 Es el tiempo la comunión de estos vigías

Su caminar es elíptico, su espacio la abertura

la encrucijada entre mañana y el pasado

la zona bosque que delínea

el aroma de la hembra

cuando

siguiendo su frondura

se internan por territorios marcados con saliva

en busca de esa savia

que une cuerpo árbol y tierra

Su ansiedad corroe los espejos

En sueños y recuerdos descubren pasadizos

y pendiendo bocabajo

sazonan la razón de las doncellas

o con pálidos efluvios mercuriales

cuerpos de infantes

amortajan.

Son ellos nuestros padres

Bajo la piel incuban moyocuiles

Su descendencia

atroz

multánime

el mundo muda

en yerta tierra

que cine televisión video fotografía

simulan encantada

Sonámbulos

atravesamos esas sombras que simulan estar vivas

sin poder huir o entrar en su círculo de ajo

y en el sitio donde sueño y vida se diluyen

lenguas de fuego en nuestra piel provectan

la argentina cinta de la vida

buscando orificios

encontrando las tetillas

dejándonos ansiosos

inermes

a las bocas del ardor y la impotencia

                                                Cuando dormimos

                                                        nos visitan sombras

                                                        ofreciéndonos la vida

                                 a cambio del diferimento de su muerte.

Nadie los descubre cuando entran

cuando luyen texturas que son fuente

de doblaje y donde no se encuentra un rostro

hasta que el corazón supura un líquido podrido

y la ciudad entera resplandece

embetunada por el Negro Sol de la Melancolía

y todos sus habitantes saben

que ya es verano, que un congreso de vampiros se celebra,

que en bares, discos y avenidas

deambulan

y sólo encuentran

voraces labios de inventados ojos

 

 

BEATRIZ RUSSO

 

  

La prisión delicada

(Fragmento)

 


Me he tatuado una serpiente en mi pierna con tu nombre y a veces siento que está viva, como tú,

y asciende mis muslos hipnotizada por algún Himno a la belleza,

y se desliza, pontífice de un rito que no suelo entender, pero me sigue, como si de pronto

    mi voz fuera un salmo penitente,

y entonces tú me obedeces, mártir de tu fe en mi cuerpo,

y asciendes un poco más hasta llegar a la antesala de mi sexo,

allí donde esperas la vehemencia de tu nombre, el sentido de ser tú el llamado y no otro, 

     tú en comunión con tu nombre a la espera de mí.

Doscientos años de vida tiene tu nombre y sin embargo,

tatuado en mi pierna se ha hecho serpiente y a tientas busca mi cuerpo.

Cada vez que te nombro profano un instante tu reposo y te obligo a que duermas junto a mí,

a que asciendas mis muslos tal y como ahora te digo,

así, lentamente, con la falsa detinencia del deseo que se retracta por miedo a no verse ennoblecido,

con la imprecisión de una mano inexperta que finge un control que sólo yo poseo.

El baile de la serpiente sobre mis nalgas es perpetuo.

La serpiente descalza baila en la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí.

La música que ahora emite mi mano bífida en un coro desentrañado.

La serpiente se arrodilla desnuda en la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí,

Y le grito que es ahora,

el instante de ahora y no un milímetro después que ahora dejas conmigo,

     como si conocieras la estrategia de varias dosis de veneno sobre mi sexo.

Ahora y sólo ahora, repito.

Pero la serpiente arrastra sus pies descalzos por la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí,

ahora y sólo ahora y no más tarde, repito,

Ahora,

en la tenue frontera de mi cuerpo dividido en dos mitades reconciliadas.

Ahora,

con todos mis nombres, los que yo te doy y te pido que pongas sobre mí.

Ahora,

con la blasfemia del último canto en la divina estampa de los deleites.

Ahora bendigo mi nombre con tus dedos de mi mano.

 

Ésta es mi prisión delicada.

No me salvéis.

Aquí yacerá la que pudo haber sido Ophelia.

Inventadme un epitafio que se oculte bajo el musgo.

Llegó mi hora de descansar.

 

 

 

GONZALO ROJAS

 

  

Ejercicio

 

 

Figúrate tanto
tirar letras en el papel dónde
queda entonces la escritura la herradura
para la suerte el burro mismo cómo
va a llegar a la cumbre.

 

MARCO MARTOS

 

  

Conversación con Thomas Pilgrim

 


¿Cuándo empezó el tiempo?
¿De dónde salió el agua?
¿Qué había en el reino de lo líquido
en el principio del principio?
Nada sabemos. Sólo que ahí está el sonido
del mar con su trabajo inacabable.
Manantial de música y agua
que sube a la alta montaña
y habita en el caracol que lleva a la oreja
quien nace como un relámpago
como seña de amor en medio de la noche.
Eternidad yendo y viniendo
en la espuma de las olas,
temprana agua perpetua
que va haciéndose incansable
trepada en las alas del tiempo.
Deseo que el rumor del mar te acompañe
como la voz de Dios
en el centro de la más oscura tiniebla,
que arrase con el pozo negro
del sufrimiento,
que sea un tintineo del sol
que tiña de alegría cada una de tus horas.
Que mañana el mar te proteja y te bendiga como ahora
que escucha tu primera risa de hombre pacífico.