miércoles, 17 de agosto de 2022

JOSÉ HOMERO

 

 

 

La noche extrae el calor de los cuerpos

 

 

Los pájaros se guardan en el regazo de los mangos

Las persianas descienden

tajando ávidas el día

y en los bares

los solitarios se distribuyen en parejas

se encuentran en las sombras con su sombra.

Hay vampiros en la ciudad, hay muertos que andan

desolados, aquejados por la angustia

de no hallar su doble, de convertir el amor

en cónyuge del hambre, de no tener

sangre y estar fríos, alimentándose del deseo

y el rencor de las creaturas.

 Es el tiempo la comunión de estos vigías

Su caminar es elíptico, su espacio la abertura

la encrucijada entre mañana y el pasado

la zona bosque que delínea

el aroma de la hembra

cuando

siguiendo su frondura

se internan por territorios marcados con saliva

en busca de esa savia

que une cuerpo árbol y tierra

Su ansiedad corroe los espejos

En sueños y recuerdos descubren pasadizos

y pendiendo bocabajo

sazonan la razón de las doncellas

o con pálidos efluvios mercuriales

cuerpos de infantes

amortajan.

Son ellos nuestros padres

Bajo la piel incuban moyocuiles

Su descendencia

atroz

multánime

el mundo muda

en yerta tierra

que cine televisión video fotografía

simulan encantada

Sonámbulos

atravesamos esas sombras que simulan estar vivas

sin poder huir o entrar en su círculo de ajo

y en el sitio donde sueño y vida se diluyen

lenguas de fuego en nuestra piel provectan

la argentina cinta de la vida

buscando orificios

encontrando las tetillas

dejándonos ansiosos

inermes

a las bocas del ardor y la impotencia

                                                Cuando dormimos

                                                        nos visitan sombras

                                                        ofreciéndonos la vida

                                 a cambio del diferimento de su muerte.

Nadie los descubre cuando entran

cuando luyen texturas que son fuente

de doblaje y donde no se encuentra un rostro

hasta que el corazón supura un líquido podrido

y la ciudad entera resplandece

embetunada por el Negro Sol de la Melancolía

y todos sus habitantes saben

que ya es verano, que un congreso de vampiros se celebra,

que en bares, discos y avenidas

deambulan

y sólo encuentran

voraces labios de inventados ojos

 

 

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