miércoles, 17 de agosto de 2022

JOSÉ MÁRMOL

 

  

La Montaña del Ángel

 


Escalo sumergido la Montaña del Ángel. 

En líquidos aromas naufrago y me disgrego,

a la hora del quejido torrencial de su derrumbe.

 

Asciendo por su tibia hipotenusa y sus meandros,

por regiones de blanda y bestial orografía.

 

Camino por el centro de su sombra de luna,

por un lago de oscuros aceites siderales,

por dos caminos blancos (avenida de las ingles).

 

Huelo la quietud de su cintura estrecha

y mi escalada cesa en el valle de las lilas.

 

La Montaña del Ángel comienza entre las nubes.

La Montaña del Ángel termina en sus inicios,

allá donde tocarla no puede ni el delirio.

 

La Montaña del Ángel es un río, un bar, un sueño,

un torrente de frágiles caídas encendidas,

un abismo que anida un silencio y una espera,

chorro de aire tibio, sangre quemada en fraguas del deseo,

vaporosa presencia perdida entre mis sienes.

 

Cuando su cuerpo hinca el follaje de las nubes,

respiro la quietud de contemplarla,

a la hora del furor y estación de su derrumbe.

 

De: “Criatura del aire”

 

 

 

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