sábado, 13 de marzo de 2021


 

ELSE LASKER-SCHÜLER


  

Viene la noche



Viene la noche y me sumerjo en las estrellas,
Para no olvidar en el alma el camino a casa
Pues se enlutó hace mucho tiempo mi pobre país.

Descansan nuestros corazones emparentados de amor,
Emparejados en una cáscara:
Blancas almendras-

Sé que tienes, como antes, mi mano
Encantada en la eternidad de la lejanía...
Ah, mi alma crujió cuando me lo confesó tu boca.

 

 

Versión de Sonia Almau


EMILIANO GONZÁLEZ

 

 

 

 

8

 

 

Tugurios del Islam, pestilenciales.
Horrores circulares. Las guitarras
del gaucho pensativo. Cimitarras
que siegan las gargantas imperiales.

 

 

JEAN COCTEAU

 

 

  

Hay gentes que lo poseen todo...

 

 

Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares
que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa.
En algunas mujeres, las más hermosas perlas resultan falsas. En cambio, en otras las perlas falsas parecen
verdaderas. De igual modo, hay hombres que inspiran una confianza ciega y que gozan de privilegios
que no podrían pretender. Guillermo Tomás pertenecía a esa raza de ventura.
Se le creía. No necesitaba adoptar precaución alguna ni hacer ningún cálculo. Una estrella de mentira le
llevaba derechamente a su objeto. Así, nunca tenía el rostro preocupado, turbado ni ceñudo. No sabiendo
nadar ni patinar, podía decir: «Yo patino y yo nado.» Todos le habían visto sobre el hielo y en el agua.
Un hada especial da esa suerte en el nacimiento.
Hay algunos que triunfan y a cuya cuna no acudió más hada que esa.
Nunca se le ocurrió a Guillermo hacer su examen y pensar: «¿Cómo saldré de esto?», o «Estoy engañando»,
o «Soy un miserable», o «Soy un hombre hábil».
Caminaba estrechamente unido a su fábula.
Cuanto más vivía su papel, más se incorporaba a él y más le aportaba ese fuego y esa franqueza que persuade.

 

Fragmento de "Tomás el impostor"
Versión de Luis Hernández Alfonso
De "Obras escogidas"

 

INÉS MONTES

 

 

 

Marítimo

 

 

“… la huida la ciega huida la mía la verdadera…”

 

Y arrojaré mi vestido sobre la arena aún tímida
triunfará mi pie sobre la ola
que fiera abrazará mi cuerpo.
Toda, mi piel será presa dócil
moldeable bajo tu tacto aún no sometido.
Y ya no habrá más encuentros con tu orilla
porque no me pertenezco en ella,
sólo habitará mi oído
el silencio de tus límites
y mi huida.

 

Y sabíamos de la llama extinguiéndose en su propio fuego
y del recuerdo siendo caballo desbocado en la memoria
del tiempo
y de la herida que profunda se abre indolente y perpetua.
Mas recorrimos juntos esa entrega,
y vivimos la noche con el desasosiego
que ofrecen los sueños inacabados,
tu noche y la mía se presentían.
Fuimos cómplices hasta el final.

 

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

 

 

 

 

La tarde dichosa

 

 

Era una edad de libros y de escasos placeres.
Yo no pude, por tanto, haber sido uno de ellos,
y es otra cosa más que el Tiempo me adeuda.

 

* * *

 

En el extremo mismo de la juventud, uno es
frágil y esbelto con algo de pétalo y foscor en los ojos.
Y el otro un leve atleta, con los músculos tensos,
y alguna gallardía, rondando los dieciocho.
En el rincón penúltimo de un bar de esos, sentados,
la espalda se acarician y se besan después, muy lentamente.
La historia que hay detrás no es difícil saberla.
Días con sol y trenes sin nombre hacia el futuro,
y el mundo (ya lo ves) erguido en realidad perfecta.


De: "Huir del invierno"

 

 

NÂZIM HIKMET

 

 

 

En el restaurante Astoria de Berlín...

 

 

En el restaurante Astoria de Berlín
                                  había una camarera
                                  una chica como una gota de plata.
Por encima de las bandejas repletas me sonreía.
Se parecía a las chicas de mi perdido país.
Pero no sé por qué
                      a veces tenía ojeras.

No tuve suerte
no pude sentarme en las mesas que ella atendía.

Ningún día se sentó en las mesas que yo atendía.
Era un hombre entrado en años.
Parecía como si estuviera enfermo,
            tomaba comida de régimen.
Estaba muy triste y me miraba
                      pero no sabía alemán.
Tres meses vino a desayunar, comer y cenar,
luego desapareció.
Puede que volviera a su país
          o que no volviera y haya muerto.

23 de julio de 1959

 

De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo