"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 21 de junio de 2017
MARCELO DANIEL FERRER
Hay amor
Cuando
hay poesía en el aire que rodea un cuerpo
Y existe una voz dulce que susurra un sentimiento.
Cuando se derrama una lágrima sentida,
Que luego es llevada por el viento.
Cuando la mano dura del tiempo
Une aún más el pensamiento.
Cuando la alegría invade nuestro seno
Y nos da alas, para salir y llegar a tiempo,
Para volar y penetrar en los más excéntricos sueños
Pero por sobre todas las cosas,
Cuando hay ganas de vivir y seguir creciendo.
Y existe una voz dulce que susurra un sentimiento.
Cuando se derrama una lágrima sentida,
Que luego es llevada por el viento.
Cuando la mano dura del tiempo
Une aún más el pensamiento.
Cuando la alegría invade nuestro seno
Y nos da alas, para salir y llegar a tiempo,
Para volar y penetrar en los más excéntricos sueños
Pero por sobre todas las cosas,
Cuando hay ganas de vivir y seguir creciendo.
RAMÓN VALDEZ
Página en blanco
Y me
vuelco a una página en blanco,
A llenar los renglones vacíos
A llenar los renglones vacíos
A
tratar de formar con palabras,
Un poema que venza tu hastío
Un poema que venza tu hastío
El
que arranque por fin de tus labios
Un susurro que suene a suspiro
Un susurro que suene a suspiro
El
que logre llevar a tus ojos
Unas gotas de suave rocío
Unas gotas de suave rocío
El
que pueda poner en tu pecho
Algo de esto que hoy late en el mío.
Algo de esto que hoy late en el mío.
VICENTE HUIDOBRO
Pienso en ellos en los muertos
Pienso
en ellos en los muertos
En los que yo vi caer
En los que están grabados en mi alma
En los que aún están cayendo en mis miradas
Vosotros que seguiréis muriendo
Hasta el día en que yo muera
En los que yo vi caer
En los que están grabados en mi alma
En los que aún están cayendo en mis miradas
Vosotros que seguiréis muriendo
Hasta el día en que yo muera
MALENA DE MILI
Un sentimiento violento
No
tolero tu suavidad.
Lo
que yo pido, busco,
imploro
es un
sentimiento violento
Tu
dulzura es la luz solar
que
me quema,
es la
bendición que me llaga e incinera.
Y yo
soy una criatura nocturnal.
Tanto
bien me hace daño.
EDUARDO CARRANZA
Galope súbito
A
veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos,
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...
A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos,
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...
A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.
YANNIS RITSOS
Otro día festivo
Todo era perfecto. Las nubes en el cielo.
El niño en la cuna. La ventana
en el cristal lavado. El árbol en el cuarto.
El delantal sobre la silla.
Las palabras en el poema. Y sólo
una hoja muy brillante permanecía fuera,
y la llave a través de una cadena alada.
De: “Testimonios B”
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