sábado, 30 de junio de 2012


PEDRO GARFIAS






Primavera en Eaton Hastings



1.-


Porque te siento lejos y tu ausencia
habita mis desiertas soledades,
qué profunda esta tarde derramada
sobre los verdes campos inmortales.

Ya el Invierno dejó su piel antigua
en las ramas recientes de los árboles
y avanza a saltos cortos por el prado
  la Primavera de delgado talle.

Por el silencio de pendiente lenta
rueda la brisa en tácito oleaje
y apunta la violeta su murmullo
al pie del roble y de la encina grave.

En las aguas inmóviles del lago
anclan nubes y luces vesperales
y tiende el bosque sus flexibles redes
al vuelo prodigioso de tu imagen.

El sol azul con cuidadosas manos
rayos y brumas teje en noble arte
hasta dejar de tu color, amada,
la piel inmaculada de la tarde.

Te miro recostada sobre el césped,
agua verde y verdor claro tu carne,
tu rumoroso pelo embravecido
y el bosque de tu risa palpitante.

Alrededor de tus tobillos breves
ciñe la luz minúsculos collares
y abrazan a tus brazos poderosos
los tallos y las ramas verdeantes.

Pulsan las finas cuerdas del silencio
tus voces y los pájaros locuaces;
el cielo en plenitud abre sus venas
de calurosa y colorada sangre

¡y alza mi corazón su pesadumbre
como un nido de sombras un gigante!


HUMBERTO GARZA





Deseo



Hoy mi halcón degollador
en las embriónicas aguas
busca espiritosa noche
para clavarle las garras.

El crimen del paraíso
siendo negro y siendo blanco,
es congruente silogismo
entre Sanguinario y Santo.

Tamborilea la lluvia
con deditos de agua clara
hierba nueva en el Edén
y musgo de la esperanza.

Luego, empieza a anochecer
por donde voy caminando;
incompetentes y torpes
salen a brincar los sapos

No culpen la reacción
cataléptica de mi alma,
si mi pico meneador
les destroza la garganta.

La madrugada impostora...
con pisadas de geranio.
turistea en un papel...
donde no puse la mano.

Mi cernícalo reflejo
en pesadilla adversaria
deja un azul Vaticano
para salir a matarla.

Y el cántico de mi halcón
vuelve de nuevo al trabajo
con viejos números griegos
en su garganta de mármol.

CARMEN GONZÁLEZ






De "Ppresencia":


                        Lengua del mal, guijarro de la muerte...
Sara de Ibáñez

7.


En la distancia estás, pero presente
sigues en mí. Tus ojos no se han ido.
Fijos, me dicen: “Calla. No hay olvido.
Te engaña el viento, el horizonte miente”.

Estás aquí, debajo de mi frente,
cerca del corazón y su latido.
Tu aliento va en mis venas escondido
como un secreto, generoso afluente.

En la ceniza está oculta la brasa
y el fuego en cada pecho que suspira,
que el gozo besa y que el dolor traspasa.

Déjame, amor, al menos la mentira
de este espejismo dulce que no pasa
como un leopardo de humo que se estira.

PEDRO GANDIA






Poema de amor


                                        a W.H.

Dioses antiguos, ruinas
contra un aire invernal.
Mas tú has de ser modelo
de lo humano inmutable.

El tiempo, de infinitos
y turbulentos crímenes,
lejos de tus mejillas,
tu cintura, tus muslos,
tus cabellos, tus pies.

Mi rojo amor eleva
contra el glacial olvido
un obelisco en llamas,
memoria de tu imagen.

No he de temer mi muerte
pues en ti viviré...

(Así cantaba el Cisne
de Avon, mientras se hundía
en tierno y dulce niño.)

De "Tríptico del Tiempo, la Belleza y la Muerte”  

PABLO GARCÍA BAENA





Elegía



Me envuelvo en tu recuerdo
como en nieblas secretas que me apartan del mundo.
En la calle sonrío al amigo que pasa,
y nadie,
nunca nadie
adivinó mi muerte bajo aquella sonrisa
ni el frío sin consuelo de mis ojos que ciegan
pidiendo de los tuyos más desdén,
más veneno.
Ahora que la tarde se derrumba en las sombras,
y que el libro de versos resbala por mis manos,
ahora que la lluvia llora por los cristales
de mi ventana,
y llanto va a caer de mis ojos,
antes de que una mano encienda la dorada
llama de mi quinqué,
dime si tú no sueñas en tu balcón, ahora
que la lluvia nos une a los dos con sus lágrimas,
o si sobre el teclado de tu piano oscuro
agoniza Chopin
bajo tus manos trémulas.
Nunca sabrás el loco deseo que me tortura
de cautivar tus labios bajo mi boca ávida,
y sentir el latido de tu sien en mi mano
aprisionada como un pájaro aterido.
Pero no sabrás nunca nada de mi deseo.
Nada de cuando pienso desgarrar con mis dientes
los azules canales de tus venas
y juntos
morirnos desangrados, confundidas las sangres.
Pero estamos ajenos.
Yo sigo en mi ventana,
y tú soñando en otro mientras Chopin suspira,
ahora que aún no arde en mi quinqué la luz
y que a los dos nos une la lluvia con sus lágrimas.

viernes, 29 de junio de 2012


LORENZO DE OLIVÁN





Imagen de tus manos



Hay manos que acarician
y casi casi ven.

Ven y acaríciame y haz que yo sea
la imagen que de mí tienen tus manos.

Puntos de fuga


PEDRO GANDIA





Pájaro lejano



Recuerdo aquel cristal de tiempo plano y frío.
Aquel amor primero.
Recuerdo su mullida voz blanquísima,
y aquellas dos columnas esbeltas de sus piernas.
Recuerdo su mirar de flores de azabache
y aquellas mariposas que, en su pecho colérico
de arena, se estrellaban.
Recuerdo la espiral violenta de su boca,
las fresas de sus besos,
y recuerdo que un día se perdió bajo tierra.
Y yo me volví loco, y se llenó mi cama
de nervios y de ardillas.


De "Sábana Blanca-Sábana Negra"

PABLO GARCÍA BAENA





Como el árbol dorado sueña la hoja verde...



Como el árbol dorado sueña la hoja verde,
ahora que no estás y en los bosques nevados
cruje lívidas urnas, fantasmal, el invierno,
los jóvenes deseos a la deriva quieren
cubrir tu memorial de húmedas laureas.

Era el marzo feliz que oreaban los vientos
primaveral basílica los juncos erigían,
las varitas moradas de san José, la avena
como lluvia menuda y un recado secreto
la cardelina lleva por alfarjes de ramas.

Así como la tierra mi corazón hinchado
germinaba de ocultas semillas sepultadas.
Así como la tierra nupcias al mar ofrece
el oleaje crespo de los besos unía
labio y tierra en anillos de herrín indestruibles.

Veíamos el mundo juntos sobre la roca...
Qué lejos el sollozo, los dioses, la leyenda
que luego tú serías, rojeantes racimos
de riparia cubriendo, armoniosa, tu estatua
cuando ya fuiste mármol inaccesible y ciego.

Pero el cielo era puro y fugaz y la loca
alegría de vivir, esa máscara errante
y beoda reía bajo el galoneado
raso del capuchón del dominó talar,
otorgando antifaces que realidad cubrían

La tristeza, una calle por donde no pasábamos,
la poesía, una flauta que gime abandonada
y el rezo y los sociales lazos y la amistad,
esa vieja burguesa con labor de ganchillo,
nos vieron ir desnudos bajo constelaciones.

Sabíamos que un soplo acabaría con todo:
estancias en la noche centelleante de arañas,
copas alzadas, senos, más hielo, el jardín rosa
y verde de la aurora irrumpiendo en cristales,
desgarrando la cola de satén de la huida.

Sabíamos que un soplo... Y que no volvería
aquel vino jamás a mojar nuestros labios.
Confusamente turbia tiendo la mano ahora
hacia la puerta, arcano, tarot, encantamiento,
y allí encuentro tu mano entreabriendo el recuerdo.


VICENTE NUÑEZ





Otoño



¿Y cómo te diré, amor, que ya es otoño
desde esta lejanía que hace bello al deseo,
si la lluvia que moja mis hombros es lo mismo
que todos los recuerdos dulces y las promesas,
y las nubes tan grises no son como tus ojos?

¿Qué tristeza que sabe a una antigua alegría
tiene el parque alfombrado de crujientes serojas,
si tú vives lejísimos y mi vida no tiene,
cual las oblicuas tubas de los talados árboles.
otro destino ahora que la desnuda espera?

¿Es algo quizás nuevo o es solamente el tiempo
que otra vez de improviso vierte sus caravanas
de humedades y olores de papeles y tierras,
de viejos palomares y de tejas oscuras,
el tiempo que regresa como un joven desnudo,
mojado y casi ebrio de un viaje larguísimo?

Pero yo sólo sé, amor, que ya es otoño,
que tu recuerdo este día triste me empuja
al final de los parques donde estuvimos juntos,
los parques de otras tardes claras en que el perfume
de los tilos en flor era igual que un abrazo,
y una caja de música morada las Descalzas,
cuando los barrenderos lentamente volvían.

Y también sé, amor mío, que desde mi tristeza
vanas serán las rosas que prepara la tierra,
que nunca la melisa silvestre volveremos
a coger por las lomas leves de los ejidos,
que indiferente a este pecho que se me muere
sus flores el ciclamen volverá a dar tan bellas.

Y por eso, quisiera expirar junto a esas
húmedas avenidas de alerces solitarios,
porque una vez jugamos donde una fuente ahora
con la ilusión de mayo contentísima gime.

De "Los días terrestres" 

PABLO GARCÍA CASADO





Sweet Jane
                                                               lou reed



yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo
telefónico de un buzón sin cerradura de las manos
de unos hombres que no quisieron encontrarme 

acumulando toda clase de pastillas esquivando
como pude los domingos por la tarde yo he vivido
demasiado tiempo al otro lado de la pantalla 

mirando el amor por los anuncios

De "Las afueras"  

jueves, 28 de junio de 2012


JOSÉ MARÍA PARREÑO





De poder elegir...



De poder elegir
sería una brizna
una gota
una gata 

belleza
o no belleza
sin esfuerzo
armonía inédita
de la casualidad 

de poder elegir
habría sido un paul klee:
un universo de colores libres
roturado sin vergüenza ni pena
un espacio tensado con humor 

de poder elegir:
una patria digna
un rictus jovial
un pecho bastante para el corazón 

de poder elegir



LORENZO OLIVÁN





Bancos de arena



¿De dónde hemos salido tantos muertos
con este falso aspecto de turistas?
Un reluciente sol,
con un brillo de plástico,
incongruente en medio del invierno implacable,
se ha sumado a la farsa
y prodiga una luz que no calienta.

Todos nos contemplamos
con asombro. ¿Qué diablos ha podido
hacer que los variados cursos de nuestras vidas
confluyan hoy aquí, en un remoto,
perdido, frío y gris embarcadero?

Mientras llega la hora
de partir, ocultamos la creciente
extrañeza, exhibiendo
cierto interés -que es falso-
por las tiendas fantasmas de la orilla
llenas de baratijas: regalos para muertos,
que confirman que todo es espectral
en tan yerto escenario.

Por fin, un hombre, casi sin rostro, extiende
la pasarela y, mecánicamente, vamos subiendo al barco,
que ha de llevarnos río
abajo, hasta su desembocadura.
Una voz oficiante explica en alto
las maravillas -que nadie contempla-
de tan desoladora travesía
entre Iodos y barros.
Corriente arriba, sí, alguien exclama,
mirad, allá a lo lejos, pasa un pájaro.

El motor agoniza
lo mismo que las aguas. Las riberas
muestran sólo hierbajos, pajas, juncos.

A la vuelta del último meandro,
de pronto, el mar,
de frente.
Y esa voz, que nos habla del peligro
de que queden varadas nuestras vidas
en sus bancos de arena.

Puntos de fuga

PABLO GARCÍA CASADO





Ritos



los recuerdos son facturas a tu nombre
sé que el adiós tiene su rito y el tuyo
es dejarme vacía la despensa de los sueños 

a veces me pregunto qué hicimos mal
te mandaré flores cada otoño puedes venir
por las facturas al menos las de la luz 

estoy a oscuras por culpa de tus ritos

De "Las afueras"  

LUIS HERNÁNDEZ






Dicen que soy...



Dicen que soy
Un soñador que sueña
Y otros dirán de mí

Adiós: me iré
A algún otro lugar

Y si la Melancolía
Me alcanza
Y si la Melancolía
Me alcanza

Me cubriré del agua
De la mar y ya no he
Más de morir

Y ya no he más

MIGUEL HERNÁNDEZ





Fuera menos penado, si no fuera...



Fuera menos penado, si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.

Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya, miera. 

Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si lo alcanzo, ola,
cerca una vez, pero un millar no cerca. 

Garza es mi pena, esbelta y triste garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,
terca en su error y en su desgracia terca.

miércoles, 27 de junio de 2012


FRANCISCO GÁLVEZ






Mensajes



En este momento estoy ausente,
pero puedes dejar algún mensaje
y te llamaré cuando vuelva.
Si eres el amor
llama más tarde, o tal vez otro día;
si eres la soledad
espera, pronto estaré contigo;
si eres el suicida
marca otro número, apenas queda tiempo;
si eres la muerte
elige otro destino, sólo soy una técnica;
si eres el pensamiento
abandona, este hilo no medita;
si eres la palabra
da la vuelta, aquí nadie te pronuncia;
y si eres una voz anónima
que llamas angustiada
en cualquier momento llegaré a casa:
habla después de oír la señal.


De "El hilo roto"


JUAN GIL-ALBERT





El lujo

Balada



«¿Dónde estás, dónde, en qué país extraño
has ido a hundir el rostro venerable
en el agua que aniña y que refresca
los insignes harapos? ¿A qué tierra

ignorada del hombre te volviste,
llorando los caudales misteriosos
de una gran deserción, de una congoja
de algo viejo y pesado que se hunde?

¿Por qué caminos fuiste abandonando
el gran oro del sol, cuando mirabas
temblar la tierra, llena del reflejo
de tus antiguos ojos de esmeralda?»

Pocos recuerdan ya tus esplendores,
algún anciano amable, alguna dama
que acaba de expirar te sonreía
en su dichoso espejo. Y eso es todo.

Tus huellas más recientes se han perdido
entre la ciudadana indiferencia
de este gran malestar, y algún objeto
sale a veces cual lívido fantasma

hasta el ceño y encono de unos ojos
endurecidos. Polvo y terciopelo
son hoy tristes hermanos que se aman.
Mas nosotros seguimos el camino.

Y sin embargo yo te recordaba,
porque de niño pude vislumbrarte
cuando, tus equipajes preparados,
brilló una extraña cola tras la puerta

del dorado salón. Yo nunca supe
si eras hombre o mujer, porque fue un goce
tan cálido aquel soplo amarillento
que tenía delante, que confieso

me perdió, cual trastorno, una molicie
fría y severa en torno a unos modales
cuyo recuerdo guardo como un santo
la verdad revelada. Ví un sombrero

tan hermoso, posado en la cabeza
de un ser extraordinario, con sus plumas
de bengala caídas con un dejo
de tal inolvidable negligencia,

que me rendí a la sombra de su influjo
ceremonioso. En una mesa antigua
vi unos guantes en tono de canela
escarchados de perlas diminutas.

Ajetreadas gentes se movían
sobre un musgo de púrpura, y abajo
de los anchos balcones esperaban
los landeaux, entre un humo delicioso

de caballos que piafan impacientes
con sus sombrías riendas perfumadas,
y el primitivo fuego en las antorchas
de los ujieres, pálidos de muerte.

La voz timbrada de una dulce amiga
me dijo adiós, y al ir con reverencia
a besarle la mano en que oprimía
un haz de violetas como el cetro

de una divinidad, vi tras los velos
espesos que cubrían su semblante
como un tigre que enfunda su fiereza
con felina elegancia. Nunca supe

si era hombre o mujer. Salieron todos
con un frou-frou radiante de festines
y bailes, algo lúgubres en cambio.
Oí que los cocheros repetían:

«¡Hacia San Petersburgo!» En poco tiempo
todo había pasado. Y estas luces,
que alumbran como estrellas en el cielo
el tétrico paisaje de la Historia

se irán helando en siglos y distancias,
en silencioso polvo diamantino,
cual una nebulosa diadema
inalcanzable al ansia del arqueólogo.

MIGUEL HERNÁNDEZ






Como el toro he nacido para el luto...



Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

De "El rayo que no cesa"

PABLO GARCÍA CASADO






Golosinas



como un caramelo saliendo del envoltorio
así me sentí la noche en que después de pintarme
de golfa tú por fin te decidiste una mejor 

estrategia una retirada a tiempo y las cosas
no tendrían ese sabor que queda tras el fraude
me dejaste aquí tirada como un caramelo 

después de chupado

De "Las afueras"  

JOSÉ MARÍA PARREÑO






Este otoño que tanto te quiero...




este otoño que tanto te quiero
te regalo la lluvia.
la lluvia es todo:
es canción triste, es compañía,
es llanto persistente sobre todo el paisaje,
es la caricia que hace temblar el suelo
y elevar el sexo de las flores.
es la orden húmeda que implanta
los más espesos olores.
te la regalo porque es como tú,
extensa, repentina,
de estatura cansada por el sol de la tarde,
de ojos también cayéndose camino del invierno
y porque en ella yo me siento tan dulce
como me siento en ti.

de todo lo que vuela y nos hace sufrir
nada más compasivo y simple que la lluvia,
y nada tan frágil y a la vez tan invicto
y nada como su misma promesa de frutos y verdor.
mírala, como un mar derrumbado,
como ruinas de una atmósfera de agua que existió.
muchas veces
me empapa de nostalgia y me hace nudos
que escuecen al tragar.
será porque la lluvia
cubre bosques que has amado conmigo,
nos ha mojado juntos, imparcial, minuciosa,
en lejanas provincias junto al mar.
ya para siempre tendrás lo que te he dado,
de mi regalo nunca podrás huir
ni devolvérmelo.
y cuando llueva, cada gota en tu cuerpo será un beso,
un beso que no pide nada a cambio,
que atravesará los impermeables, los paraguas,
diciéndote con su idioma monótono y dormido
que te quiero.


martes, 26 de junio de 2012


FERNANDO PESSOA





No la que das, la flor que tú eres quiero...



No la que das, la flor que tú eres quiero.
Por qué me niegas lo que no te pido.
Tiempo habrá de que niegues
después de que hayas dado.
flor, ¡séme flor! Si te cogiese avara
mano de infausta esfinge, tú perenne
sombra errarás absurda
tras lo que nunca diste.

PILAR PAZ PASAMAR






Hasta luego



Me vais a perdonar, es ya la hora
de esconderme en el alma.
Una jornada como ésta tiene
demasiada luz.

¿Cuánta palabra hubo, cuánto vuelo
agobiador formaron los petreles?
El camino quedó como camino
debajo de los pasos?

Y tú, pobre emoción de cada día,
retornarás después de esta mañana?

¡Cómo duele ir al paso de las ancas,
las orejas tibias,
como se cansa el dedo que acaricia
las cosas cotidianas!

Hasta luego. Mi pecho no os resiste.
Ya vuestra mansedumbre me hace daño
¡y hay tanto que esperar en el silencio!

Mañana, quiera Dios, será otro día.

JOSÉ MARÍA PARREÑO





Descálzate...




Descálzate
los ojos:
el mundo es un jardín
de páginas
o un libro 

¿qué sabría
si no fuera por él? 

¿de quién habría aprendido
tolerancia y bondad
sino del suelo
que lo mismo alimenta
la ortiga que el jazmín? 

si no fuera por la noche
y el alba
¿cómo habría tenido la certeza
de que nada termina
de que todo termina
de que se llora hasta la última lágrima
y luego nos despierta
la serenidad? 

¿cómo habría escrito versos
sin escuchar el ritmo
de la lluvia?
¿cómo habría escrito prosa
sin haber visto que la nieve contaba
de manera distinta la ciudad?
¿de quién aprendí humor
sino de nubes? 

¿de quién paciencia más que del almendro
que espera el año entero
por un día? 

¿de quién pasión más fiel
que del torrente:
cada deshielo
buscando sin dudar
el mismo cauce? 

¿generosidad de quién sino de octubre
que marcha hacia el invierno
derrochando en monedas
el oro
que ganó bajo el sol? 

¿de quién sabiduría más que del paisaje
que en cada ocasión se las arregla
para hacemos anhelar
lo que inexorablemente
le sucede?

ALEGRÍA AGOSTO





Sin permiso



A la sombra de un lucero
mis sabanas reclaman el contacto
tu fragancia,
el sonido de tu risa,
tu sexo otro cause.
He de decir
que necesito tu derroche
la amenaza de apetencia insaciable,
tu experiencia que presiento por los muslos.
“Que tus huellas
Han tatuado por mis ingles”.