domingo, 13 de octubre de 2019


JULIO TRUJILLO





Celebración de las cosas

Y las cosas se apoyan en mí,
como si yo, que no tengo raíz,
fuera la raíz que les falta.
Roberto Juarroz



Dispuestas en la mesa las cosas se enarbolan,
la mesa se enarbola con las cosas.

En un segundo espléndido
se colma el lomo de ávidos emblemas
buscando el ojo que los cifre
y los detenga.
Blanden su cuerpo estricto,
danzan la danza de su forma persuasiva,
se inflaman hasta el filo de sus lindes
y hacia adentro,
hacia su corazón de cosa ilusionada.
Me cortejan.

No estoy aquí sino en la cosa,
la doto del impulso de mi sangre
y la echo a andar hacia su centro:
la cosa crece alas,
vuela en el cielo íntimo y preciso
de su carne,
celebra coincidir con ella misma,
corresponder al ritmo de su ritmo,
ser la armonía,
el centro de las cosas.

No existe afuera ni mañana ni porqué,
todo es las cosas reinando en el instante,
el cántico de estar
y pronunciarse,
lo más pequeño y su pancarta:
el alfiler altivo
en su menudo coto de dolor,
el clip solícito,
la astilla saltimbanqui,
el feo pero tenaz pisapapeles.

Todo es lo que los ojos manifiestan,
y todo lo demás desaparece.


ADRIENNE RICH





La extranjera



Mirando como antes he mirado, derecho al corazón
de la calle hasta el río
caminando por los ríos de las avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
viendo encenderse las luces en las torres
caminando como antes he caminado
como un hombre, como una mujer, en la ciudad
mi ira visionaria despejando mi vista
y las detalladas percepciones de misericordia
floreciendo de esa ira

si al entrar en un cuarto desde la aguda luz brumosa
los oigo hablar un idioma muerto
si preguntan mi identidad
¿qué puedo decir sino que
soy la andrógina?
yo soy la mente viva que no pueden describir
en su idioma muerto
el sustantivo perdido, el verbo que sobrevive
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas entre los párpados
del recién nacido



ROBERT LOWELL





La buena vida



Los árboles florecen, y las hojas perladas de niebla
sobre nosotros se abanican en la copa de vino de los
    olmos,                                                 
mujer, hijos y casa: la médula y el inútil adorno de la vida;
servicial, la descomposición se quema...
y no por las medallas lamer culos en el prado del pavorreal,
arrojando alpiste al sangriento gallo de pelea,
o vomitando púrpura en la arena de esclavos—
en la Roma de Tito, tediosa, martirizada y ansiosa
    de complacer.
Al águila la ciñen nuevas legiones y creencias viejas.
Quizás el hombre libre le sorprende el acoso imperial
(rara vez agradable, un azote de cálculos biliares)
que continúa arrastrando a quien de otro modo
    olvidaríamos,
al perro dormido, al héroe alquilado para el terror,
perlas para el collar, argollas en la cadena resonante.


De: “Notebook”

AKIKO YOSANO





En Kamakura
aunque sea un Buda
Shakyamuni*
es guapo.
Una arboleda de verano.


*Shakyamuni: Fundador del budismo.


TADEUSZ RÓŻEWICZ





Cuento sobre las viejas feas



me gustan las viejas
las viejas feas
malignas
ellas: sal de la tierra
no les da asco la basura
humana

son ellas que conocen el revés
de la medalla
del amor
de la fe

las viejas
vienen y van
mientras los dictadores
se hacen los graciosos
mostrando sus manos en sangre

las viejas feas se levantan
junto con el sol
compran carne frutas pan
lavan hacen la cocina
se quedan en las calles con brazos cruzados
y se callan

las viejas
son inmortales


Hamlet se agita dentro de su red
Fausto hace un juego vil y ridículo
Raskolnikov bate con su hacha
las viejas son
irrebatibles
sonríen levemente

muere el dios
las viejas se levantan sin hacerle caso
cada día
compran pan vino pescado
se muere la civilización
las viejas se levantan junto con el sol
abren las ventanas

tiran la basura
se muere el hombre
las viejas
lavan al difunto
entierran a sus muertos
siembran flores
sobre sus tumbas

me gustan las viejas
las viejas feas
malignas

creen en la vida eterna
ellas: sal de la tierra
corteza del árbol
mirando con sus ojos de humildes bestias

cobardía y heroísmo
grandeza y mezquindad
a todo le dan una dimensión

conforme a las exigencias del día
de su día cotidiano
sus hijos descubren América
perecen en las Termópilas
crucificados se desangran
conquistan el Cosmos

las viejas salen a las calles
junto con el sol compran leche
pan carne todavía falta pimienta
para el guiso
las viejas abren las ventanas

sólo los tontos se ríen
de las viejas
de las viejas feas
malignas

porque ellas son mujeres
hermosas
las buenas viejas hermosas

como huevos
secretos sin misterio
bolas rodando incansablemente

las viejas son
momias
como de gatos sagrados

pequeñas
todas arrugadas
y cada día más secas
manantiales frutas
o gordas
budas ensimismadas

cuando mueren
se les escapa
una pobre lágrima juntándose
con una sonrisa feliz
de jovenzuela



MARTÍN ADÁN




  
Punto

At length the man percives it dieb away
And fades into the ligth of common day
Wordsworth


                               
Pues la rosa venidera,
Próspero seno errabundo,
Fruto y flor y amante y mundo,
Lírica, acoge si espera.
Punto en que pulula esfera
De épico tacto, futura,
La facción de la Hermosura
Va, derechera y estable,
Derrota inconmensurable
De celestial singlatura.