miércoles, 4 de junio de 2025


 

ADAM ZAGAJEWSKI

 



Oda a la suavidad

 

 

Los amaneceres son ciegos como gatitos.
Las uñas crecen confiadamente, aún
saben qué tocarán. Suaves
son los sueños y la ternura como niebla
suspendida sobre nosotros, igual que la campana de Sigismundo
antes que el frío la abrazase.

 

Versión de Elzbieta Bortkiewicz

 

EUGEN JEBELEANU

 

 

 

Una voz

 

 

¡Dejádme llorar, que ha muerto la Esperanza…
asesinada en pleno día, ahora…!
¡Traédme de las sombras el vestido más triste
y cubrid mi semblante con un inmenso velo de humo!

Quiso arropar a los pequeños. ¡Védla: desnuda, silenciosa,
asesinada ante nosotros bajo yertas ruinas…!
¡Traédme un mar hirviente de cicuta.
que apure y calme el asco de mi boca sombría!

¡Oh, mar! ¡Préstame tu armadura
para avanzar con ella hacia los asesinos, relumbrante,
y con millares de infernales olas escupirlos,
y -¡cobardes!- arrodillados ante la Esperanza muerta.

Silencio. Calla el mar El horizonte calla. Desierto.
Los asesinos, en secreto, como gordos gusanos se retuercen,
la levantan de prisa, al ataúd la arrojan.

¡Pero ha volado ya desde sus manos el corazón de la Esperanza!

  

Versión de Manuel Serrano Pérez

 

GONZALO PERNAS

 

 

 

Entierro (La serpiente)

 

 

Se desliza bajo lluvias y resoles,
toda ensortijada por la calle que va al monte.
Y suena como una fricción de telas,
o un éxodo de ancianas,
o una canción de arena.

Va subiendo por la uve de antracita,
y ya casi besa la cancela corroída.
Sueña con espuma cincelada,
o un litoral de ámbar
o con música marina.

Se pliega en el umbral y se disgrega,
ya tamizada en la trama de la verja.
Y suena como a pasos apagados,
o un vaivén contrito,
o una marea muerta.

 

 

JOHN DOS PASSOS

 

 

 

X

Aranjuez

 

 

El Tajo fluye por Aranjuez con el rumor de los diques.

Las veloces aguas verde oscuro reflejan las viejas paredes rojizas

las balaustradas y las ventanas clausuradas con barrotes de palacio;

y en la otra orilla tres lavanderas agachadas

cuyos brillantes mantones rojos y pilas de ropa resplandecen sobre

el prado,

remolinos verdes donde rielan las paredes de Aranjuez.

 

Hay humo en los jardines de Aranjuez

el humo de la quema anual de las hojas muertas;

los caminos húmedos y tupidos susurran bajo los pies

con las anchas hojas crujientes de los plátanos.

 

El olor penetrante a humo, el hedor a seto de boj

y el aroma del año decadente

son suaves en los jardines de Aranjuez

donde las fuentes se llenan de hojas en silencio

y el musgo que crece sobre estatuas y bustos

viste a faunos y cupidos sonrientes

cuyos ojos de piedra buscan por los caminos vacíos

los suntuosos trajes brocados que les arrebataron

y los acicalados becerros sedosos de tiempos idílicos.

 

El Tajo fluye por Aranjuez con el rumor de los diques.

Y mientras se desliza refleja los troncos marrón plateados de plátanos

y setos

de boj, agujas de cipreses y senderos de olmos amarillentos;

y en la otra orilla tres mulas grises tiran de un carro

cargado de nabos, manejado por un hombre ataviado con un fajín

de lana azul

que camina a grandes zancadas silbando y no mira hacia Aranjuez.

 

  

De: “Invierno en Castilla y otros poemas”

Versión de Eulalia Piñero Gil

 

 

THOMAS MACGREEVY

 

 

 

Exilio

 

 

Sabía que tu muerte era la mía
mas mi corazón te quería muerta.
Nos amamos con locura. Dolor
sentía al partir y miedo al verte

otra vez. Nos unía un falso lazo.
Dolían encuentros y despedidas.
Pudimos disfrutar de la inocencia
natural de nuestro amor. Cometimos

un error: presente o no, al otro siempre
atormentar pedía el corazón.
La muerte sola -senil, eso dices-
nos podrá apaciguar. Aquí la espero.

 

 

Versión de Luis Ingelmo

 

AMELIA ROSSELLI

 

 


 

la vida es un amplio experimento para algunos,
demasiado
vacía la tierra el agujero en sus rodillas,
traspasar lanzas y convencidas anécdotas, te siembro
mundo que ciñes los brazos para el laurel. Si bien
demasiado amplio el misterio de tus ojos lúgubres
si bien demasiado fácil pedir de rodillas
quisiera con un ansia más viva volver a decirte: siembra
las plantas en mi alma (una trampa), que
ya no puedo mover las rodillas dobladas. Demasiado
en el sol la vida que se apaga, demasiado en la sombra
el ovillo que llevaba a la cabaña, un mar
hinchado de tus párpados.

 

 

De: “Sin paraíso fuimos”

Versión Carlos Vitale