lunes, 14 de abril de 2025


 

SOLEDAD ÁLVAREZ

 


 

Muchacha enamorada

 

 

Después de la cena
de dormir a los niños y dejar cabeceando
al marido en su sillón mullido frente al televisor
la mujer casada lava los platos
y en el agua de jabón
en la espuma del cansancio
la muchacha enamorada que fue
regresa del olvido al inicio del camino:

entre la loza muda la risa
la cabellera al aire que no es el aire
sino la ventada del deseo
la alegría de correr con los brazos abiertos
a los brazos que la esperan
desbocado el corazón a los brazos del hombre
que dice querer vivir solo para quererla
mirar por sus ojos oír tocar lo que ella
hacerla feliz.

Música del cielo la declaración de amor
postal romántica los dos embelesados en el banco del parque
(mirándose algo que no conocen entreabre las puertas a la inmensidad)
él le entrega como sacramento el anillo de compromiso
ella dice que sí al arrebato de seguirlo sin cláusulas
sin preguntar hacia dónde hasta cuándo
¿hasta que la muerte nos separe?

Al fondo los árboles insaciables de pájaros y amores núbiles
testigos tantas veces de la ficción.

 

BHANU KAPIL

 


 

 

A mi izquierda hay una puerta turquesa y a mi derecha, una
mesa de
carnicero.
Encima de ti un corazón
late en la nieve.
Cuando te describí el escenario de mi obra, un espacio
más vívido para mí
que el recuerdo
de la casa de mi infancia, te
cambió la
cara.
¿Qué te hizo saber que algo se había terminado?
Esa nube en tus ojos
me asustó.
En ese momento comprendí que eras un lobo
capaz de devorar
mis entrañas
si las dejaba a la vista.
Como era de esperar, la imagen de un corazón
extirpado del cuerpo
apareció
en el siguiente poema que escribiste.

 

JOSÉ LUIS LÓPEZ BRETONES

 

  

 

La lectura

 


Quise saber de mí y abrí un libro
de esos que cuentan en sílabas contadas
los anhelos deshechos y el tiempo que ha pasado
desde la noche en que tal vez los concebimos.

De nada sirvió. Sólo eran palabras
leídas en silencio por alguien que se preguntaba
en qué gastó, y por qué, su vida.

¿De dónde viene esta disposición
por rebuscar en páginas ajenas
acomodo y razón para las propias faltas?

Miré por la ventana los días ignorados,
los de ayer, que no parece ya que los vivimos,
y los que han de venir, igual de oscuros.

Al salir, aquel libro quedó sobre la mesa
mientras la luna iba extendiendo
una colcha de luz sobre sus páginas.

 

De: “Otra vez la poesía”

 

 

ROLANDO KATTAN

 

 

 

Ontológica de John Donne

 

 

Inventamos la taxidermia.
Busca en la cabeza del ciervo
restos de nuestra cabeza.
Ella nos juzga, es autofagia.
¿De qué sirvió elevar palabras a los altares?
Amar al prójimo como a ti mismo,
sin profundizar en su etimología,
sin saltarse el próximo átomo.
Inscribe en el ladrillo de tu templo:
Quien blasfema contra John Donne
rompe la utopía de nuestros hijos.
Ignorantes de que la eternidad
es un devenir biodegradable,
sometimos a Morfeo a una píldora.
Solo bajo su cielo de mármol,
los abuelos nos recuerdan:
No asfixies la semilla,
hay sabiduría en su perfume.
Somos la energía que transmigra.
También el cansancio de los pingüinos
y el cabujón en la cabeza disecada.
Hoy la palabra cardumen
es más rara que un anzuelo.

 

De: “Omisión del ángel”

 

IMMA SCHIENA

 

  

 

Me olvido

 


me dejo como un baby doll

en la alfombra,

un mensaje en una hoja, borrado,

como las legumbres dejadas cocinando y

quemadas,

un arpa abandonada.

me olvido como una

mancha de tinta en el pecho.

Olvidándome de mí

y conmigo toda la vida

por serte poesía.

 

 

 

ALVIE MOUZITA

 

 


 

Reencuentro

 


Vendré, solo y oscuro, a la sombra de los acantilados,

a ofrecer a tus pies mis lágrimas tan frágiles,

Oh tú que duermes allá donde el silencio te apacigua.

Y tomaré alas si se debe partir ágil

 

Sin verte, he vivido mucho tiempo sin horizonte;

así que no puedo contener este torrente que me invade.

Pensarte me hizo caer en un río maldito,

y créeme, sin verte, no tendré razón.

 

Pero me iré lejos, muy lejos, allá donde toda vida expira,

si alguna vez te veo. Te amo y vendré.

Y si me robas los ojos, te veré

al sonido del viento que me quitará el suspiro.

 

Te doy una rosa, y en mi corazón goce.

Pero siempre lo ignoro, porque siempre lloro.

 

 

Versión de Mariela Cordero