La
lectura
Quise
saber de mí y abrí un libro
de esos que cuentan en sílabas contadas
los anhelos deshechos y el tiempo que ha pasado
desde la noche en que tal vez los concebimos.
De
nada sirvió. Sólo eran palabras
leídas en silencio por alguien que se preguntaba
en qué gastó, y por qué, su vida.
¿De
dónde viene esta disposición
por rebuscar en páginas ajenas
acomodo y razón para las propias faltas?
Miré
por la ventana los días ignorados,
los de ayer, que no parece ya que los vivimos,
y los que han de venir, igual de oscuros.
Al
salir, aquel libro quedó sobre la mesa
mientras la luna iba extendiendo
una colcha de luz sobre sus páginas.
De:
“Otra vez la poesía”
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