lunes, 11 de septiembre de 2017


MIGUEL FLORIANO




Sondeo de armonía moderna



Sitiado por el vocerío de las proximidades
un niño rompe,
de súbito, a llorar. (Nadie
repara en ello, excepto yo). Tras la fugaz
divisa de tal llanto –limitada
aquí por dos rebordes
de quietud o reposo–, el fingimiento
de la imagen que alentó su simulacro.

Más abajo, de espaldas a mi sombra
y a la lejanía, inquietantemente,
unos pasos se anticipan a su origen
brindándome el eco necesario
para la madurez de la tensión.
Me muevo entonces, escruto
la penumbra, pero apenas
consigo percibir silueta alguna.

Después prosigo rumbo y nada,
silencio. (Un silencio
desprendido, celoso, ávido acaso
de lo inaudible).




SERGIO CRUZ




Homenaje:

En memoria de Guillermo Fernández




        1.
Como si nada hubiera pasado
luces de camión en la avenida, hogares
prefabricados de concreto tiemblan en su estructura
y aviones elevan su oración de pasajeros en el techo.
Debajo de todo, el poeta muere cuantas muertes
se ocultan en el asfalto que nos recorre.

Cada día más cerca,
el dios urbano de los hostiles
maldice contra su piel henchida las ventanas
que perdieron tiempo, risas crujiendo en el verano,
formas de otras formas que no se manifiestan
y cose mortajas para las niñas que todavía
esperan levantar sus manos sin que otros las amenacen.
Es marzo y el mundo se acaba.
Es marzo y las niñas desaparecen.

No dejemos la memoria congelarse.


            2.
¿Quién dejó crecer esta violencia? No sé.
No fue así. Así no era. No tiene que ser: el poeta
asesinado debe reencarnar en otro poeta, la niña muerta
en el brazo de su nueva madre. El que mata a otro
no sabe que, de alguna manera, se mata a sí mismo
en otra tierra. No sabe. Hay que enseñarle cómo
se sufre afuera de su piel, cómo los otros tratamos
de deglutir nuestra miseria. Como todo, como vino,
como la vida que nunca se disgrega,
¿Quién dejó crecer esta violencia?


            3.
Que los huesos no se cansen de gritar
la tensión de nervios en el cuello
y falanges enlutadas ahora estiren:
Guillermo Fernández está muerto.

Que se aúllen los ritmos del crimen,
que la voz no se hunda en nuestras manos:
tendrán que ver los cuerpos en los ríos
que el padecer insostenible no fue en vano.

Mataron a una alumna en noviembre
después de cobrar fianza, y la encontraron
sus padres en un campo, descuartizada.
Hay tantos como Guillermo que mataron:
angustia
de que la muerte del poeta no se vea
en cada sueño que regrese a nuestros muertos,
de que el discurso por el aire sólo arranque
con retórica los gritos fragmentarios
de una lágrima, una voz, un sólo llanto
y los queme lentamente en el silencio
como si nada,
     nunca,
hubiera pasado.



TANIA MÁRQUEZ ARAGÓN





Boca del cielo



Si mis ojos escribieran otro gallo me cantara
los rayos del sol se mezclan con palabras
relámpagos con silencio
el verano se abre en el encuentro del lago y el mar
se abrió la boca y ¿qué dijo?
llegó la respuesta y la pregunta había cambiado
¿Qué dijo?
¿Cómo arrancar la palabra al pasado?
esa que buscó ser futuro
y nunca existió en el ahora porque es real.
El día es un sacrificio
el vacío se desborda
el instante se abre
se cierra el instante
se abre
aletea el tiempo…

¿Qué significado invisible dijo?
¿Qué dijo?
No la palabra
la percepción
la cosa
el algo
ese todo algo
siempre en la punta de la lengua
en el reverso del lenguaje.
¡Aquí está la vida!
Si mis ojos escribieran otro gallo me cantara.



MARTA GARCÊS


  

El sonido del silencio



Interrumpe el sonido del silencio
La señal acordada de los ojos.
Es la hora del amanecer,
Del castigo sin alimento,
Y de los mares sin peces.
Sentir la rabia encogida,
Deshecho que navega perdida,
Bambolea el cariño tan fino
Mientras dejo caer al suelo
Aquel vestido de lino,
Los ojos del buitre acechan,
Aprenden a oler de nuevo,
Mientras los silbidos resbalan
Por el azúcar de mis tobillos.

Espero la señal acordada de los brazos,
Aquellos que tiemblan,
Da igual abiertos o cerrados,
Tu presión los envenena.

La señal de la voz lo dice claro:
Los rostros mienten más que hablan.

Deduzco por el descenso de la temperatura,
Que los besos no tienen la misma calidez.




DIANA AZCONA TREJO




IX



Hay una mancha de sangre en el frasco de Propofol


un catéter en tu abdomen
un desierto en el catéter
una boca que cayó de tu mano
tu mano que se abrió    caracol

Pero no me importan el catéter en tu abdomen
el desierto en el catéter
ni la boca que cayó de tu mano   caracol

He escrito todo esto solo para decir
que solo quiero decir que odio los lunes,
que este miércoles parece lunes
¡Y que hay una maldita mancha de sangre en el estúpido frasco de Propofol!


De: “Crónicas de hospital”


RUBÉN VÁZQUEZ CHAROLET




Una piedra en lugar del corazón


Podría poner una piedra en lugar del corazón,
y seguiría dando saltos de rana sobre tu mirada,
te tocaría Señora Mariposa,
con débil arpa de huesos,
te pintaría una noche estrellada,
de rojo oxidado y espeso.

Si dejas de mirarme,
se convertirá en tormenta de arena,
si no dejas de mirarme,
se abrirá paso a través de piel y huesos.
Tócalo para morir de amor,
déjalo caer para convertirme en un recuerdo.