"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 19 de marzo de 2022
AMELIA DENIS DE ICAZA
Dejad que pasen
El
poeta lucha, sin luchar, ¿qué haría?
sin lucha y resistencia, no hay victoria
ni el corazón de bardo sangraría
para teñir los lauros de su gloria.
Paso
a la juventud, dejad que vuele
alzando alegre sus primeros trinos
si le quitáis las alas, cómo puede
sin esa fuerza abandonar el nido?
Dejadle
sus ideales, sus ensueños
larga es la lucha, ruda la batalla
tiene la inspiración muchos bohemios
que serán las lumbreras de la mañana.
No
olvidéis a Rubén el poeta niño
que al preludiar sus infantiles cantos
de zarzas le sembraron el camino
que atravesó con sus primeros pasos.
Dejad
la juventud, sus gallas flores
necesitan la sabia de la planta,
no le quitéis sus bellas ilusiones
dejadla con su fe con su esperanza.
No
lancéis vuestro dardo envenenado.
Sobre la juventud que ama y espera
dejad que goce en el festín humano
mientras la sombra de los años llega.
Yo
me aparto dejándoles la senda
por saludarlos al pasar me inclino
y aquí en mi corazón tiene la ofrenda
de aliento, de entusiasmo y de cariño.
No
penséis en la crítica del sabio
si hay luz y claridad en vuestra mente
yo también he tenido mi calvario
y el que puede luchar todo lo vence.
Heroica
juventud, alzad la frente
el genio es luz, irradiación divina
el que lleve esta luz será el más fuerte
para luchar en la sangrienta lidia.
No
abandonéis cobardes el palenque
la gloria ofrece al vencedor el premio
dichosos los que llevan en la frente
la corona simbólica del genio.
CARLOS MARZAL
Otra cita
Mañana
escribiré.
El poema está hecho.
Se perderán definitivamente
quizá ya se han perdido
los hábitos que anteceden al día del dictado:
el capricho con que un tema nos busca,
el hallazgo del metro necesario,
la memorización de los versos finales.
Todo se perderá definitivamente,
Porque ha llegado la hora de escribir.
A esas citas uno acaba acudiendo
tarde o temprano.
Ejercicios idénticos
nos conceden la ilusión de avanzar:
la sagrada violencia del fuego,
relegar al olvido un rostro del amor,
una breve y feliz convalecencia.
Mañana escribiré.
Y volverán los hábitos
que acompañan al día del dictado:
el capricho con que un tema se pierde, se transforma,
las dudas sobre el metro necesario,
la modificación de los versos finales.
Después se hará el silencio una vez más,
como si nunca hubiese dicho nada.
Y sabré esperar de nuevo,
soportaré la idea de que toda palabra
bien pudiera ser la última.
Siento nostalgia de momentos antiguos.
La impotencia de escribir, en aquel tiempo,
era capaz de herirme.
Hoy ya sé que a las citas se acude
para poder librarnos de las citas.
Ignoro si soy dichoso o desdichado.
El caso es que mañana escribiré.
XAIME MARTÍNEZ
Los pensadores enfermos
Uns rics convens don
tan gran joi atendi,
qe.l seu bel cors baisan rizen descobra
e qe.l remir contra.l lum de la lampa.
Arnaut
Daniel
La
consigna era clara: vomitar la verdad y después prenderse fuego,
pero Arturo no vio nuestras llamas azules.
Volviendo en el avión, frente al crepúsculo acerado de Avilés, qué parecidos,
qué cercanos incluso… Y, sin embargo, ella
recordará las noches que se descomponían
sobre la noche acanalada de Dublín, o no recordará ni siquiera la causa de la
muerte.
Eso te preguntabas entonces, y hoy te aseguro
que nunca pensaréis lo mismo y no podréis, desde luego, demostrarlo,
ella recordará el amor aunque lo evite y la culpa aunque odie a la iglesia
católica y las noches en que visteis concursos de cocina con el horror de los
naufragios lentos,
mientras tú habrás vivido otra historia sutilmente
distinta, una que trata sobre cuerpos perdidos en las morgues públicas
y un hombre muerto que sujeta en su puño el misterio de una bala de oro,
y coincidiréis quizás en una frase
(entonces los abismos o la nada),
pero os separarán
el amor y los cuerpos y una lancha que avanza en silencio entre los cisnes del
viejo canal,
un bulto oscuro y la proximidad mental del asesino
y esa noche en que le preguntaste quién cometió el crimen
y ella te miró como si solo tú estuvieras
jugando, como si conocieras las tres cartas (arma, lugar y personaje)
desde el principio, te preguntó
de qué crimen estás hablando
—un silencio entre los dos como una masa de agua que se intuye—
y os separará posiblemente el simulacro de la sexualidad bajo la forma de un
culo inmarcesible que sostiene todo el cava de la tierra
y los dos querréis saber cuál de las dos historias es la cierta
y no os atreveréis a mencionarlo en vuestros largos
paseos, en vuestras excursiones largas a la costa,
y acabaréis por lanzaros
sobre el amor, sobre el desierto y el espejo,
sobre esas noches infinitas viendo realities, tocando la penumbra y la
desintegración,
acabaréis por lanzaros sobre el fuego de la verdad
que es el único fuego que existe
como dos detectives que nunca pudieron encontrar
el cadáver borroso del maníaco,
o quizá como dos espectadores que contemplan y que fingen
diferentes lunas.
JORGE VILLALOBOS
I
Cualquiera,
digo, todos. Cualquiera puede situarse en algún lugar de este tablero, verse en
alguna ciudad, algún libro, infancia, no volver del cuerpo del amor. Todos,
digo, cualquiera puede ser su peor noticia para sus seres queridos, y algún día
lo será. Todos, digo, todos seremos el temblor desconsolado, la búsqueda de
algo más entre lo absurdo de esta partida, digo, cualquiera puede morir sin
despedirse, todavía no tienes por qué despedirte, pero ese cualquiera, ese
digo, pueden ser los que te acompañan y caen en la levedad de este tablero, con
temas aún por resolver. No me refiero a que ejecutes todos tus movimientos
pendientes. Solo digo, digo, que a veces nunca te recuperas de este vacío
desolador, de este brutal jaque mate.
MARCOS KRAMER
Arte y vida
Hay
que vivir solo
siempre
mirá si te morís
y el otro tiene que andar conviviendo con tu espacio
olfateando una remera
argumentando una sonrisa
mientras intenta tragar muy lentamente
la margarita seca que le metiste con la lengua en la garganta
LI QINGZHAO
Inmortal frente al río
INMORTAL
FRENTE AL RÍO
jardín profundo, profundo profundísimo,
¡cuánta profundidad!
nubes en las ventanas bruma en los pabellones
cerrados
cada vez se distinguen más nítidas las ramas de los sauces
las flores del ciruelo
la primavera ha vuelto a los árboles Moling pero yo envejezco en la ciudad de
Jiankang
sintiendo a la luna, cantando a la brisa ¡tantos y tantos recuerdos!
y yo ahora
envejezco sin haber terminado
¡quién se apiadará de mí, de tanta tristeza y soledad!
porque yo ya no tengo ganas siquiera de encender las lámparas
ni aquél maravilloso deseo
de andar sobre la nieve
Versión
de Pilar González España
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