Los pensadores enfermos
Uns rics convens don
tan gran joi atendi,
qe.l seu bel cors baisan rizen descobra
e qe.l remir contra.l lum de la lampa.
Arnaut
Daniel
La
consigna era clara: vomitar la verdad y después prenderse fuego,
pero Arturo no vio nuestras llamas azules.
Volviendo en el avión, frente al crepúsculo acerado de Avilés, qué parecidos,
qué cercanos incluso… Y, sin embargo, ella
recordará las noches que se descomponían
sobre la noche acanalada de Dublín, o no recordará ni siquiera la causa de la
muerte.
Eso te preguntabas entonces, y hoy te aseguro
que nunca pensaréis lo mismo y no podréis, desde luego, demostrarlo,
ella recordará el amor aunque lo evite y la culpa aunque odie a la iglesia
católica y las noches en que visteis concursos de cocina con el horror de los
naufragios lentos,
mientras tú habrás vivido otra historia sutilmente
distinta, una que trata sobre cuerpos perdidos en las morgues públicas
y un hombre muerto que sujeta en su puño el misterio de una bala de oro,
y coincidiréis quizás en una frase
(entonces los abismos o la nada),
pero os separarán
el amor y los cuerpos y una lancha que avanza en silencio entre los cisnes del
viejo canal,
un bulto oscuro y la proximidad mental del asesino
y esa noche en que le preguntaste quién cometió el crimen
y ella te miró como si solo tú estuvieras
jugando, como si conocieras las tres cartas (arma, lugar y personaje)
desde el principio, te preguntó
de qué crimen estás hablando
—un silencio entre los dos como una masa de agua que se intuye—
y os separará posiblemente el simulacro de la sexualidad bajo la forma de un
culo inmarcesible que sostiene todo el cava de la tierra
y los dos querréis saber cuál de las dos historias es la cierta
y no os atreveréis a mencionarlo en vuestros largos
paseos, en vuestras excursiones largas a la costa,
y acabaréis por lanzaros
sobre el amor, sobre el desierto y el espejo,
sobre esas noches infinitas viendo realities, tocando la penumbra y la
desintegración,
acabaréis por lanzaros sobre el fuego de la verdad
que es el único fuego que existe
como dos detectives que nunca pudieron encontrar
el cadáver borroso del maníaco,
o quizá como dos espectadores que contemplan y que fingen
diferentes lunas.
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