"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 31 de octubre de 2022
CHARLES PÉGUY
Libertad
DIOS
HABLA:
Cuando amas a alguien, lo amas como es.
Solo yo soy perfecto.
Probablemente sea por
eso que sé lo que es la perfección
y que exijo menos perfección a esa pobre gente.
Sé lo difícil que es.
Y con qué frecuencia, cuando están luchando en sus pruebas,
¿Con qué frecuencia deseo y estoy tentado a poner mi mano debajo de sus
estómagos
para sostenerlos con mi gran mano?
Como un padre enseñando a su hijo a nadar
en el Corriente del río
y que se divide entre dos formas de pensar.
Porque, por un lado, si lo sostiene todo el tiempo y si lo sostiene demasiado,
El niño dependerá de esto y nunca aprenderá a nadar.
Pero si no lo sostiene justo en el momento adecuado,
ese niño seguramente tragará más agua de la que es saludable para él.
De la misma manera, cuando les enseño a nadar en medio de sus pruebas,
yo también me dividen dos formas de pensar.
Porque si siempre los sostengo en alto, si los sostengo con demasiada
frecuencia,
nunca aprenderán a nadar por sí mismos.
Pero si no los sostengo en el momento adecuado,
quizás esos pobres niños traguen más agua de la que es saludable para ellos.
Ésa es la dificultad, y es grande.
Y tal es la duplicidad misma, las dos caras del problema.
Por un lado, deben trabajar por sí mismos en su salvación. Esa es la regla.
No permite ninguna excepción. De lo contrario, no sería interesante. No serían
hombres.
Ahora quiero que sean varoniles, que sean hombres y que se ganen por sí mismos
sus espuelas de caballería.
Por otra parte, no deben tragar más agua de la que les
conviene, habiendo buceado en la ingratitud del pecado.
Tal es el misterio de la libertad del hombre, dice Dios,
y el misterio de mi gobierno hacia él y hacia su libertad.
Si lo sostengo demasiado, ya no está libre.
Y si no lo sostengo lo suficiente, estoy poniendo en peligro su salvación.
Dos bienes en un sentido casi igualmente valiosos.
Porque la salvación tiene un precio infinito.
Pero, ¿qué tipo de salvación sería una salvación que no fuera gratuita?
¿Cómo lo llamarías?
Queremos que la salvación la adquiera
Él mismo, Él mismo, el hombre. Para ser adquirido por él mismo.
Venir, en cierto sentido, de sí mismo. Tal es el secreto,
tal es el misterio de la libertad del hombre.
Ese es el precio que fijamos a la libertad del hombre.
Porque yo mismo soy libre, dice Dios, y he creado al hombre a mi imagen y
semejanza.
Tal es el misterio, tal el secreto, tal el precio
de toda libertad.
Esa libertad de esa criatura es el reflejo más hermoso en este mundo
de la libertad del Creador. Por eso estamos tan apegados a él,
y ponle un precio adecuado.
Una salvación que no fue gratuita, que no lo fue, que no vino de un hombre
libre, de ninguna manera podría ser atractiva para nosotros. ¿A qué ascendería?
¿Qué significaría?
¿Qué interés podría ofrecer tal salvación?
Una bienaventuranza de esclavos, una salvación de esclavos, una bienaventuranza
de esclavos, ¿cómo esperas que me interese por ese tipo de cosas? ¿A uno le
importa ser amado por los esclavos?
Si solo fuera cuestión de probar mi poder, mi poder no necesita de esos
esclavos, mi poder es bastante conocido, es suficientemente conocido que soy el
Todopoderoso.
Mi poder es bastante manifiesto en toda la materia y en todos los eventos.
Mi poder se manifiesta bastante en las arenas del mar y en las estrellas del
cielo.
No se cuestiona, se sabe, se manifiesta suficientemente en la creación
inanimada.
Es bastante manifiesto en el gobierno,
en el mismo caso de que sea el hombre.
Pero en mi creación que está dotada de vida, dice Dios, quería algo más.
Infinitamente mejor. Infinitamente más. Porque yo quería esa libertad.
Creé esa misma libertad. Hay varios grados en mi trono.
Una vez que has sabido lo que es ser amado libremente, la sumisión ya no tiene
sabor.
Todas las postraciones del mundo
no valen la hermosa actitud recta de un hombre libre mientras se arrodilla.
Toda la sumisión, todo el abatimiento en el mundo
no son iguales en valor al punto elevado,
la hermosa recta que se eleva de una sola invocación
de un amor que es libre.
ANNA DE NOAILLES
XXXIV
Conviene
que se llame alma
a este exceso de fuego, de colores
que la juventud se reclama
pero cuando el árbol pierda las flores,
tendrás que remar un día
en la galera de la desgracia.
¡Es
el cuerpo quien derrama las lágrimas!
FERNANDO HUAROTO
diecisiete
negra
la sílaba abierta
muerta
la sílaba negra
el
cuerpo que trenza
de
cuerda a cuerda
hasta
la inmensa noche
que
resbala protegiendo la inútil
forma
de su caída grave y
saqramental
quien
canta
quien
grita
silaba
a silaba
que
termina concreta en la
luz
oscura del hombre
colosal
en su espejo
de
dios bendito irreconocible
entre
papel y cuerda
color
y sangre
oscura
tinta de
palabra
y carne.
JIM CARROLL
Sin
alas
vida
salvaje extinta entubada
arde al contacto
alas
quejumbrosas deslizándose por las ventanas
como lágrimas de metacrilato… mire aquí:
arañas
serpenteando en el techo del ático
como pelos púbicos
genitales
de roedores chirrían en el cielo catedralicio
la
pura lógica del motor de las masacres
el corazón corporativo
sangre
de escualos irrumpiendo en la marea
en destellos como ofrenda de flores en manos púberes
dunas
de pasto colgando de los ventiladores subterráneos
sangre
refrigerada brotando como rosarios de
conductos frente al ojo cosmopolita
estampida
de bisontes en trineos a motor
abortos
de terneros carne fetal
en parrillas suburbiales
el
hombre pinta cielos pantanosos de plomo,
sin alas… la cabeza entre las piernas
caniches
acicalados soñando en el desván
anfiteatros en los abrigos de piel curtida de la madre
HENRI MICHAUX
Soy gong
En
el canto de mi cólera hay un huevo,
Y en ese huevo está mi padre, mi madre, mis hijos
Y en todo eso hay alegrías y tristezas mezcladas, y vida
Intensas tormentas me han socorrido,
Hermoso sol que me contrariaste
Hay odio en mí, fuente de antigua data,
Y ya decidiremos después sobre la belleza.
En efecto, no me volví duro sino por láminas
Si supieran cuan blando he quedado en el fondo;
Soy gong, y guata y canto nevado,
Lo digo y estoy seguro
SANTIAGO SYLVESTER
peripecias
del aprendiz
El
que quiera estar acompañado
que me busque:
el que quiera estar solo
también:
soy bueno en ambos casos: conozco la multitud
y el retiro: soy
acompañado y solo.
El
instinto gregario no me obliga;
la soledad tampoco:
si conozco ambas cosas,
es porque no soy un buen profesional:
sólo un aprendiz que da conversación,
que da silencio.
En
ambos casos, conocimientos adquiridos: no vine terminado:
soy producto e insistencia: tal vez por eso
ni en compañía ni solo estoy en mi estado natural: soy
puro oficio
y voy aprendiendo con usted.
Disculpe
entonces si tengo fallas: es el precio del error
pero también del acierto: y así voy,
errando y acertando con buena voluntad:
puedo conversar
o estar callado,
y puedo también confundir los momentos: hablar solo
o no hablar en sociedad;
y todo,
por el aprendizaje que no acaba.
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