"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 31 de agosto de 2018
MARIO BOJÓRQUEZ
Naufragio en Gláphyras
I
Si tu
mano delgada, copo de nieve ardiendo
entrara
por mi ropa, desenlazara urgente todo artificio y nuevo
fruto
fuera mi carne para tu mano y flecha
tu
lengua en mi costado
Si tan
sólo tus ojos
dijeran
barco, anuncio
nube al
borde del cielo, sargazo en la marea
volvería
en caracol para sonar las playas
que no
ves
volvería
como
espuma en la orilla
alimento
de nácar que se oye sin hablar
Si tu
mano, tus ojos
el agua
que golpea en el muelle lejano
me
tomara mirando como a un tierno molusco
y ya
lejos la concha
su
pulpa amedrentada en tus dientes saciando
su
litigio de espera
Si tus
ojos
tu mano
racimo
de ciruelos
tensada
la correa de mi barca en la dársena
al
vaivén de tus horas
para
subir a bordo
Si yo
fuera tu pulso
la
vista que aguzada coloca el horizonte
a tus
pies, si yo fuera
en la
serena gavia
el de
la voz en cuello:
“¡Tierra
a la vista, tierra! Hemos llegado, al fin.”
II
Entro
en tu cuerpo, acoso de hierba maldecida
lamo
previo el deseo, de saberte intocada
de
predecir ansioso el néctar de tu cuello.
Soy yo
el que te persigue en la profunda fronda
sin
ojos y sin manos.
El que
se sabe bestia de hirsuta pelambrera
que
ácida orina marca su territorio infecto.
Quisiera
darte flores y te doy un bramido.
Y tú la
delicada
la
imperceptible sombra
la
esbelta flor de flores que perfuma a su paso
el aire
descuidado
¡Qué
peligro mis dedos para tu tallo dulce!
Voy
abriendo veredas en el boscoso espino
que ha
tundido mi cuerpo.
Deja
señas mi sangre en las enhiestas púas
mi
costado conserva estigmas de su ardor.
Yo soy
el que penetra
el que
excava, el que muerde
y cómo
lo lamento.
III
Así
como después
de
andar en círculos
cortando
el aire
el
pelícano
se
resuelve sobre el agua
He
venido hasta ti
sin
conseguirte
Incrustado
el pico
en el
denso mar
de tus
dudas
Apenas
si he rozado
tu
escama fulgurante
Y tú
que habías nacido
para
ser devorada
te das
al pez más grande
al más
cercano
Sin
sorpresa
casi
otorgando la aleta a la mandíbula
Yo
vuelvo a alzar el vuelo
y mis
ojos se pierden
en la
rizada superficie
donde
tú ya no estás
¿A qué
lamentar mareas secas
si el
tumbo de las olas
arrojará
en su borde
tu
esqueleto limpio?
CARLOS MARZAL
Cumbre del corazón
Todo mi
corazón cabe en tu mano
y en
este corazón ya cupo el mundo:
el
mundo que no cabe en parte alguna,
salvo
en tu mano dios, la continente.
Todo mi
corazón late en tu mano.
Se
marcha por el tacto hacia las cosas,
se
adueña de tu mundo, que es el mío,
para
llamarse entonces mundo nuestro,
lo solo
para dos, lo contenido.
Todo mi
corazón sabe en tu mano,
conoce
por tu piel la piel del mundo,
que
nunca nos contiene en cuanto somos,
algo
que sólo puede el corazón.
Todo mi
corazón crece en tu mano,
que lo
eleva a la altura tuya y mía,
nuestra
cumbre mejor, los contendientes.
Todo mi
corazón lee en tu mano
las
líneas que tu mano ha dibujado,
para
que el corazón, su gran cartógrafo,
se remonte
a las fuentes trazo a trazo.
Todo mi
corazón canta en tu mano,
se hace
rima de todo cuanto escuchas,
y tú lo
escuchas todo,
y todo
canta.
Todo mi
corazón sangra en tu mano,
se
purga con dolor de un mundo enfermo,
se
purifica en ti,
y tú lo
sanas.
Todo mi
corazón es, en tu mano,
la mano
que ahora escribe este dictado
que
dicta el corazón incontinente.
Mi tuyo
corazón ya no es el mío,
mi tuyo
corazón arrebatado,
la
propiedad privada de tu mano.
Nada de
cuanto he escrito lo he entendido.
Nada sabe
de ti la inteligencia.
Tampoco
el corazón,
y sabe
todo.
YULIANA RIVERA
Confines
Me
detengo en el borde
apenas
con cerrar los ojos.
Y el
golpe de ola reclama
su
límite.
El mar
revela su furia
contra
el viento
mas yo
sigo de pie
inflamada
de cansancio.
Se
escucha un adagio lúgubre
que
seduce la marea
apareándose
del anochecer.
Indiscreta
me atraganto con
la
angustia y el silencio.
Irrumpe
un rayo y alumbra el pasado.
Desgracia
pretérita
sombra de mujer y llanto del niño.
Yacemos
aquí, limosneros,
que al
escuchar el tintineo
de la
moneda en el pocillo
espera:
cabe
allí la fe del mundo.
JUAN DOMINGO AGUILAR
Las
bibliotecas son como los tanatorios
Las
bibliotecas son como los tanatorios
te
encuentras con viejos conocidos preguntas
lo
justo para que parezca que la conversación
te
importa y que todo va como siempre bien
las
cosas siempre tienen que ir bien si dices
que las
cosas no van bien la conversación
se
puede alargar más de lo recomendable
las
bibliotecas son como los tanatorios
acaban
apareciendo todos los que una vez
formaron
parte de tu vida para dar el pésame
las
bibliotecas son como los tanatorios
todo el
mundo mira al suelo sin saber qué decir
esperando
que llegue otro que ocupe el sitio vacío a su lado
todos
caminan hacia la salida y vuelven
como si
fueran a marcharse pero no quisieran
las
bibliotecas son como los tanatorios
todos
fuman en la puerta todos esperan en silencio
todavía
estoy terminando un cigarro
pensando
en las últimas palabras que me dijiste
antes
de pedir que te dejara en paz que me dejes
es lo
único que ha quedado de meses enteros sin dormir,
días
llenos de planes al principio luego por la noche dudas
las
bibliotecas son como los tanatorios
siempre
escucho tu voz por los pasillos
como si
fuera la primera vez que nos encontramos
después
alguien se acerca me pregunta por ti
las
bibliotecas son como los tanatorios
nadie
quiere ir pero siempre están llenos
MIGUEL RASH ISLA
Espasmo
Después
de que con lúbrico recreo
ávidos besos en tu boca imprima,
como quien logra ambicionada cima
te escalaré en la fiebre del deseo.
ávidos besos en tu boca imprima,
como quien logra ambicionada cima
te escalaré en la fiebre del deseo.
Buscaré
el montecillo de Himeneo
donde celoso musgo lo escatima,
y en contubernio de tu carne opima
llegaré del deleite al apogeo.
donde celoso musgo lo escatima,
y en contubernio de tu carne opima
llegaré del deleite al apogeo.
Pasado
el lujurioso escalofrío,
sentiré ante tu carne poseída
odio a tu cuerpo, repugnancia al mío;
sentiré ante tu carne poseída
odio a tu cuerpo, repugnancia al mío;
y también
la congoja repetida
de ver que sólo a destilar hastío
se abre, mujer, tu impenitente herida.
de ver que sólo a destilar hastío
se abre, mujer, tu impenitente herida.
jueves, 30 de agosto de 2018
ROSA ESPINOZA
Abismos
Todo comienza cuando
el abismo te devuelve la mirada…
Nietzsche F.
Nietzsche F.
En una
esquina, con el sol en pleno
y el aire sobre el rostro,
sabiendo que la vida ha sido buena:
el abismo.
y el aire sobre el rostro,
sabiendo que la vida ha sido buena:
el abismo.
Todo se
empaña
una esquirla filosa punza el corazón
tañido de sordina.
una esquirla filosa punza el corazón
tañido de sordina.
Entonces
caes, caes, caes
no hay final en la caída, no hay azote,
sólo un vértigo
el vuelo que es aire,
soplo en la garganta
sofoco.
no hay final en la caída, no hay azote,
sólo un vértigo
el vuelo que es aire,
soplo en la garganta
sofoco.
Confundiste
volcadura con entrega,
atajada estás en la oquedad,
nada te conforta
ni mirando al cerro azul
detienes la caída.
atajada estás en la oquedad,
nada te conforta
ni mirando al cerro azul
detienes la caída.
En una
esquina, con el sol en pleno
el aire sobre el rostro de un paisano
que no sabe si la vida es buena:
el abismo.
el aire sobre el rostro de un paisano
que no sabe si la vida es buena:
el abismo.
Mira
lejos, piensa en la distancia
no en heridas, sino en hambre
en el trágico concurso de sus tripas.
no en heridas, sino en hambre
en el trágico concurso de sus tripas.
Entonces,
cae, cae, cae
vive péndulo,
en la buena voluntad
que mendiga las conciencias.
vive péndulo,
en la buena voluntad
que mendiga las conciencias.
Toca el
piso que es su cama
soba un cristal que es muro
palpa su mano y es tierra.
soba un cristal que es muro
palpa su mano y es tierra.
Su
apetencia es un piélago
distancia profunda
interminable, avasallante.
Pero no detiene el derrumbe.
Vivir es la bestia del vacío.
Es una caída.
Sin Adán y sin manzana
distancia profunda
interminable, avasallante.
Pero no detiene el derrumbe.
Vivir es la bestia del vacío.
Es una caída.
Sin Adán y sin manzana
Arruiné
un amor.
Era una manzana perdida en la rama de un árbol.
Pendía sola sin esperar que la desearan.
Cayó al suelo rindiéndose ante
una ráfaga débil, una ventisca.
Era una manzana perdida en la rama de un árbol.
Pendía sola sin esperar que la desearan.
Cayó al suelo rindiéndose ante
una ráfaga débil, una ventisca.
Ahora
es alimento de gusanos.
Pronto será polvo
sustancia inútil de la tierra.
Pronto será polvo
sustancia inútil de la tierra.
RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO
XII
Llegaré al mar
encontraré tu cuerpo
el aroma de su arena
___________donde viajan las palabras
su vientre mar ardiendo
__________epicentro de penumbras.
Andaré
por su rocío
______________con mi boca
con el filo de mi lengua
__________________hendiré la transparencia
_______el precipicio de tus labios
hasta oír aquel cantar por dentro
_________________que se vuelve agua.
______________con mi boca
con el filo de mi lengua
__________________hendiré la transparencia
_______el precipicio de tus labios
hasta oír aquel cantar por dentro
_________________que se vuelve agua.
Buscaré
el delirio
____espiral de vello oscuro
_____música que viene
_______en la mirada_____a mar____abierto
____________y_____el espacio
__nebulante__ y___suave
____trascurrirá por la pintura.
____espiral de vello oscuro
_____música que viene
_______en la mirada_____a mar____abierto
____________y_____el espacio
__nebulante__ y___suave
____trascurrirá por la pintura.
Atraparé
el silencio
el frágil cauterio
_____que devora
__________lacerando
encendiendo el fuego las caricias
____el caracol y lo que oculta
_______________vacío malva.
el frágil cauterio
_____que devora
__________lacerando
encendiendo el fuego las caricias
____el caracol y lo que oculta
_______________vacío malva.
Llegaré
al mar
y en ti el mar suspira
___se levanta
cuando viene el aire
______y te vuelves un vuelo de nocturnos
_______apariencia de las nubes
__________más profunda que el silencio.
Llegaré a su sonido
______y besaré su cuerpo
_______cada nota
__________perdiendo las amarras.
y en ti el mar suspira
___se levanta
cuando viene el aire
______y te vuelves un vuelo de nocturnos
_______apariencia de las nubes
__________más profunda que el silencio.
Llegaré a su sonido
______y besaré su cuerpo
_______cada nota
__________perdiendo las amarras.
Llegaré
y te besaré
___donde se revela el mar enhiesto
_______mordiendo las cimas de la noche
_________los acuáticos jardines de magnolias.
___donde se revela el mar enhiesto
_______mordiendo las cimas de la noche
_________los acuáticos jardines de magnolias.
De: “Poemas de mar y viento”
HERMAN HESSE
Noche del temprano estío
El cielo tormentoso,
y un tilo en el jardín,
en pie, tiembla.
Es tarde ya.
Un pálido relámpago
vemos en el estanque
permanecer, con ojos
grandes, humedecidos.
Las flores se mantienen
en tallo fluctuante
y afiladas guadañas
se acercan más y más.
El cielo tormentoso
trae un aire pesado.
Mi chica se estremece:
«¿Lo sientes tú también?»
El cielo tormentoso,
y un tilo en el jardín,
en pie, tiembla.
Es tarde ya.
Un pálido relámpago
vemos en el estanque
permanecer, con ojos
grandes, humedecidos.
Las flores se mantienen
en tallo fluctuante
y afiladas guadañas
se acercan más y más.
El cielo tormentoso
trae un aire pesado.
Mi chica se estremece:
«¿Lo sientes tú también?»
Versión de Jesús Ruiz
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN
Me recuerdas
el frío de las fuentes en los labios,
el prado debajo de la espalda,
la indescifrable danza de las nubes,
el dulce sabor de diminutos dedos en la masa,
la tierra en las uñas,
los pies mojados en los charcos,
los bolsillos repletos.
Contigo junto a mí
los días recobran la suave textura de la cera
y repiten mil veces el amanecer.
Contigo junto a mí
veo pasar de largo la tristeza.
De: "Escenas principales de un actor secundario"
PERE GIMFERRER
Un
jazmín invertido me contiene,
una campana de agua, un rubí líquido
disuelto en sombras, una aguja de aire
y gas dormido, una piel de carnero
tendida sobre el mundo, una hoja de álamo
inmensamente dulce, cuanto puede
vegetal y callado remansarse
sobre nuestras cabezas, y la sien
y los labios y el dorso de la mano
ungir de luz:
Tú llegas.
Mía, mía
como el árbol del cielo de noviembre,
la lluvia del que en sus cristales óyela
y piensa en ella, el mar de su eco lóbrego,
el viento de la cueva donde expira
y se sume, pasado el planisferio,
la luz de su reflejo en un estanque,
el astro de su luz, del tiempo el hombre
que lo vivió y luchó para ganarlo,
ganando aquél, del silencio la música
que un instante ha cesado y se retiene
para volcarse luego, un solo río,
una sola corriente de oro en pie,
inmóvil y cambiante, tal el signo
de la centella en el recuerdo, cuando
la pensamos y fue, sobre la tapia
en cal de nuestra infancia, un aro roto,
y aquel fulgor estremeciendo el aire,
caliente en las mejillas, glacial luego,
cuando la lluvia en chaparrón nos vence
y vence a nuestra infancia:
toda mía
como esa infancia que no tuve, el ruido
de una máquina al coser, tarde perlada
de cansancio, cortinas fantasmales,
unánime el pasillo hacia el balcón
y la calle entre rejas, un perfil
desconocido, el mío, y en sus ojos
otra luz de leyenda, un mundo, salas,
caminos, rosas, montes, arboledas,
tapices, cuadros, parques de granito,
abanicos abiertos, tumba abierta
como un ángel de mármol, tumba abierta
con coronas y versos, tumba abierta
de un niño, tumba oscura, aún mi pelo
rizado estaba, tumba abierta al cierzo
y la lluvia de otoño, verdes eran
ya mis ojos, en mi boca había un lirio,
tumba abierta de barro removido,
paletadas de estiércol en los ojos
de un niño, tumba abierta, venid todos,
murió en noviembre y llueve en su piel blanca
llueve con la dulzura del otoño
y el dolor de la infancia que no tuve
y hoy sueño para ti,
pues era mía,
mía como lo más mío de mí mismo.
Yo te he esperado años, y no importa
(no debiera importar) que sin tu luz
permanezca unas horas, escribiendo
poemas al azar, mientras te sé
con otras gentes -¿tú la que me sueño,
o la que eres?- ida, ajena, en este
país tan tuyo de metal y sombra
donde no puedo entrar, en este tiempo
vivido sólo por y para ti,
el tiempo de sala de concierto
donde entraste aquel día, y bruscamente
te vi partir, sabiéndome a tu lado
y queriéndome aún, más desde lejos,
donde imposible no sonó mi paso
ni mi respiración de amor llegaba
a tus cabellos, desde el centro mismo,
de la otra vida, el corazón magnético
que envolvía en un círculo, hacia arriba,
sala y rostros y música ya ti .
No debiera importarme que no tenga
de este modo en las horas que tú vives
lejos de mí, fiel a tu vida propia,
para luego en la luz de amor transida
de mis ojos reconocerte en mí
y latir al unísono los pulsos,
astros, flores y frutos del amor;
no debiera importarme, mas no sé
dar al olvido tantos años muertos,
tanta belleza inútil, pues no vista
ni gozada contigo, tanto instante
que no sentí, pues no sentí a tu lado,
toda mi vida antes de abrirme a ti:
este jardín, esta terraza misma,
el vientre tibio de la noche fuera,
las ubres ciegas del pasado, el agua
latiendo al fondo de un poema, el fuego
crepitando en la cumbre de un poema,
la cruz donde confluye el elemento,
el círculo o conjuro cabalístico,
la pezuña del diablo, los ardides
que con mi amor fabrican poesía
como metal innoble.
Veo el claustro
ya en silencio a esta hora de la tarde,
mágico en la distancia y la memoria,
arropado de sombras indecisas,
y tú saliendo, tu cabello suave
que ahuyenta las brujas, tu mirada
vertida en algo más allá de ti,
la astral fosforescencia de tus dientes,
el hielo dulce y terso de tus labios,
todas las dalias que en tu piel expiran
y en cada pliegue de tu cuerpo, y toda
la piedad que tus manos me conceden.
Irreductiblemente, ¿cómo ves
al que te espera, con tus ojos puros?
Supiera esto, y tú serías mía,
y al esperarte ahora, en esta tarde
que existe sólo porque existes tú,
la luz que confabula este poema
incendiaría nuestra soledad.
Ven hasta mí, belleza silenciosa,
talismán de un planeta no vivido,
imagen del ayer y del mañana
que influye en las mareas y los versos;
ven hasta mí y tus labios y tus ojos
y tus manos me salven de morir.
De: "Arde el mar"
una campana de agua, un rubí líquido
disuelto en sombras, una aguja de aire
y gas dormido, una piel de carnero
tendida sobre el mundo, una hoja de álamo
inmensamente dulce, cuanto puede
vegetal y callado remansarse
sobre nuestras cabezas, y la sien
y los labios y el dorso de la mano
ungir de luz:
Tú llegas.
Mía, mía
como el árbol del cielo de noviembre,
la lluvia del que en sus cristales óyela
y piensa en ella, el mar de su eco lóbrego,
el viento de la cueva donde expira
y se sume, pasado el planisferio,
la luz de su reflejo en un estanque,
el astro de su luz, del tiempo el hombre
que lo vivió y luchó para ganarlo,
ganando aquél, del silencio la música
que un instante ha cesado y se retiene
para volcarse luego, un solo río,
una sola corriente de oro en pie,
inmóvil y cambiante, tal el signo
de la centella en el recuerdo, cuando
la pensamos y fue, sobre la tapia
en cal de nuestra infancia, un aro roto,
y aquel fulgor estremeciendo el aire,
caliente en las mejillas, glacial luego,
cuando la lluvia en chaparrón nos vence
y vence a nuestra infancia:
toda mía
como esa infancia que no tuve, el ruido
de una máquina al coser, tarde perlada
de cansancio, cortinas fantasmales,
unánime el pasillo hacia el balcón
y la calle entre rejas, un perfil
desconocido, el mío, y en sus ojos
otra luz de leyenda, un mundo, salas,
caminos, rosas, montes, arboledas,
tapices, cuadros, parques de granito,
abanicos abiertos, tumba abierta
como un ángel de mármol, tumba abierta
con coronas y versos, tumba abierta
de un niño, tumba oscura, aún mi pelo
rizado estaba, tumba abierta al cierzo
y la lluvia de otoño, verdes eran
ya mis ojos, en mi boca había un lirio,
tumba abierta de barro removido,
paletadas de estiércol en los ojos
de un niño, tumba abierta, venid todos,
murió en noviembre y llueve en su piel blanca
llueve con la dulzura del otoño
y el dolor de la infancia que no tuve
y hoy sueño para ti,
pues era mía,
mía como lo más mío de mí mismo.
Yo te he esperado años, y no importa
(no debiera importar) que sin tu luz
permanezca unas horas, escribiendo
poemas al azar, mientras te sé
con otras gentes -¿tú la que me sueño,
o la que eres?- ida, ajena, en este
país tan tuyo de metal y sombra
donde no puedo entrar, en este tiempo
vivido sólo por y para ti,
el tiempo de sala de concierto
donde entraste aquel día, y bruscamente
te vi partir, sabiéndome a tu lado
y queriéndome aún, más desde lejos,
donde imposible no sonó mi paso
ni mi respiración de amor llegaba
a tus cabellos, desde el centro mismo,
de la otra vida, el corazón magnético
que envolvía en un círculo, hacia arriba,
sala y rostros y música ya ti .
No debiera importarme que no tenga
de este modo en las horas que tú vives
lejos de mí, fiel a tu vida propia,
para luego en la luz de amor transida
de mis ojos reconocerte en mí
y latir al unísono los pulsos,
astros, flores y frutos del amor;
no debiera importarme, mas no sé
dar al olvido tantos años muertos,
tanta belleza inútil, pues no vista
ni gozada contigo, tanto instante
que no sentí, pues no sentí a tu lado,
toda mi vida antes de abrirme a ti:
este jardín, esta terraza misma,
el vientre tibio de la noche fuera,
las ubres ciegas del pasado, el agua
latiendo al fondo de un poema, el fuego
crepitando en la cumbre de un poema,
la cruz donde confluye el elemento,
el círculo o conjuro cabalístico,
la pezuña del diablo, los ardides
que con mi amor fabrican poesía
como metal innoble.
Veo el claustro
ya en silencio a esta hora de la tarde,
mágico en la distancia y la memoria,
arropado de sombras indecisas,
y tú saliendo, tu cabello suave
que ahuyenta las brujas, tu mirada
vertida en algo más allá de ti,
la astral fosforescencia de tus dientes,
el hielo dulce y terso de tus labios,
todas las dalias que en tu piel expiran
y en cada pliegue de tu cuerpo, y toda
la piedad que tus manos me conceden.
Irreductiblemente, ¿cómo ves
al que te espera, con tus ojos puros?
Supiera esto, y tú serías mía,
y al esperarte ahora, en esta tarde
que existe sólo porque existes tú,
la luz que confabula este poema
incendiaría nuestra soledad.
Ven hasta mí, belleza silenciosa,
talismán de un planeta no vivido,
imagen del ayer y del mañana
que influye en las mareas y los versos;
ven hasta mí y tus labios y tus ojos
y tus manos me salven de morir.
De: "Arde el mar"
IBN HAZM
Cuando
me voy de tu lado, mis pasos
son como los del prisionero a quien llevan al suplicio.
Al ir a ti, corro como la luna llena
cuando atraviesa los confines del cielo.
Pero, al partir de ti, lo hago con la morosidad
con que se mueven las altas estrellas fijas.
son como los del prisionero a quien llevan al suplicio.
Al ir a ti, corro como la luna llena
cuando atraviesa los confines del cielo.
Pero, al partir de ti, lo hago con la morosidad
con que se mueven las altas estrellas fijas.
De: "Sobre las señales del amor"
miércoles, 29 de agosto de 2018
ANA ROSETTI
Cuarto
Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente.
Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes
encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones
de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho
como un crisantemo decapitado.
Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente.
Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes
encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones
de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho
como un crisantemo decapitado.
De: "Virgo Potens"
ANDRÉS PANIAGUA
Juan E. Cirlot
Nene
Pequeñito
detenido
en un prado segado
el nene
chiquitín balbucea
aserrín
aserrán
los maderos…
En el
fondo
una
vida entre autos
se
desdibuja en fotografías
—húmeda
primero, después caliente—.
¿por
qué te visten así?
esperan—¿será,
nene?—
que tus
labios se mimeticen con el futuro de los azulejos quebrados
o que
las rondas
no se
ensordezcan bajo el andar de la década que viene
piden pan
no les dan
piden queso…
Mamá te
aguarda detrás de la tierra y el vidrio
—el
dolor de su voz
soltó
tu mano
y su
mano—
con el
velo sobre los labios
sollozos
se
acumulan entre tus dedos
se atoran
igual
que racimos de cenizas o hinojos.
ANGEL CRUCHAGA
Hallada
de improviso
así como la muerte o como el júbilo,
dueña del día y dueña del destino.
¡Hallada ahora en el camino último!
así como la muerte o como el júbilo,
dueña del día y dueña del destino.
¡Hallada ahora en el camino último!
¿Serás
la amiga
o serás el amor hondo de música?
En los rincones se enfermó mi vida
y sólo me ha quedado mi dulzura.
o serás el amor hondo de música?
En los rincones se enfermó mi vida
y sólo me ha quedado mi dulzura.
Serás
la amiga de los grandes ojos,
clara como una antorcha
que eleva su fragancia de heliotropo
sobe el gris pebetero de mi sombra.
clara como una antorcha
que eleva su fragancia de heliotropo
sobe el gris pebetero de mi sombra.
Ojos
sin límites
donde temblando se sostiene el día.
Ojos que hacéis mi corazón más triste.
Dolor de esencia tiene mi fatiga.
donde temblando se sostiene el día.
Ojos que hacéis mi corazón más triste.
Dolor de esencia tiene mi fatiga.
Ya no
tengo mi valle,
ya se borró mi última montaña.
Sólo vive la herida de mi tarde
y el silencio dormido de mis canas.
ya se borró mi última montaña.
Sólo vive la herida de mi tarde
y el silencio dormido de mis canas.
DALI CORONA
Esta lira que llega a zurcir el sueño
es un
dardo anegado en mis costillas.
Todo
quema su glacial espina,
su
cuerda cuarta que sonríe.
Atrás
en la memoria gime el verso
extendiendo
su páramo sombrío.
Todo,
amor, nos amenaza.
Ven,
recuesta aquí tu vientre sauce
y que
el follaje nos cubra del destino.
LORENA HUITRÓN
the never- ending danzón
I. La
inquietud
Figuras.
Dos figuras rondan un falso salón, o quizá un salón,
y cuando una mira al suelo la otra arrastra el pasado
con giro animal.
Agolpan los tacones la fiesta, la mortaja,
mientras el vestido encuentra la plenitud,
esta ignorancia que se encuentra
en un desliz de cuatro pasos.
Entonces la distancia se vuelve sudor y barro falso.
Dos figuras dibujan su cuna para el mundo,
lugar para beberse en agua de palomas.
Dos figuras rondan un falso salón, o quizá un salón,
y cuando una mira al suelo la otra arrastra el pasado
con giro animal.
Agolpan los tacones la fiesta, la mortaja,
mientras el vestido encuentra la plenitud,
esta ignorancia que se encuentra
en un desliz de cuatro pasos.
Entonces la distancia se vuelve sudor y barro falso.
Dos figuras dibujan su cuna para el mundo,
lugar para beberse en agua de palomas.
II. El
delirio
Qué
valiente resulta ser el cuerpo
al rendirse combatiendo,
vaina dichosa que se pierde en su sonido
rompiéndose lenta por el sol.
A gritos de ancla respira la cintura
escuchando la promesa del perfume
del tamarindo en el verano,
y a gritos de abanico enmudecen las orquestas.
al rendirse combatiendo,
vaina dichosa que se pierde en su sonido
rompiéndose lenta por el sol.
A gritos de ancla respira la cintura
escuchando la promesa del perfume
del tamarindo en el verano,
y a gritos de abanico enmudecen las orquestas.
Cuanto
mayor es el giro
menor la vergüenza.
menor la vergüenza.
Tal vez
el alcohol es alianza
cuando en los labios del otro
se columpia el rumor en alguna silla.
cuando en los labios del otro
se columpia el rumor en alguna silla.
III. La
ruptura
Regresa
el tizne a la punta del zapato,
las miradas agazapan la luz
al quedar la música descalza.
Se detienen las figuras, vuelve el tiempo
para dejar esta incómoda distancia
cuando se apartan los brazos
como al soltarse una cuerda.
las miradas agazapan la luz
al quedar la música descalza.
Se detienen las figuras, vuelve el tiempo
para dejar esta incómoda distancia
cuando se apartan los brazos
como al soltarse una cuerda.
Pero un
cuerpo, sólo un cuerpo
permanecerá esperando otra canción,
la que embriaga la edad y la disfraza
al devolver el murmullo de saberse,
por el goce de otra sombra,
figura ilimitada.
Lo que todos tendrían que saber (interlude)
permanecerá esperando otra canción,
la que embriaga la edad y la disfraza
al devolver el murmullo de saberse,
por el goce de otra sombra,
figura ilimitada.
Lo que todos tendrían que saber (interlude)
Para
conocer la sabiduría del naufragio basta olvidar nuestro peso, prolongar la
laxitud del cuerpo, ser Caronte con la barca y las manos vacías. Quien
desconoce la inutilidad de la brazada para llegar a tierra firme, es por que
teme saber que el origen de sí mismo se conoce a través de una minúscula pausa,
cuando los brazos se dan por vencidos y en el ritmo del agua las piernas se
despiden de la angustia por haber sido torpes.
El ahogo sólo es reconocible cuando inútil te sometes a la velocidad del nado por la ansiedad de tocar las orillas.
Pero el abismo cobija cualquier momento y densidad.
El ahogo sólo es reconocible cuando inútil te sometes a la velocidad del nado por la ansiedad de tocar las orillas.
Pero el abismo cobija cualquier momento y densidad.
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