Confines
Me
detengo en el borde
apenas
con cerrar los ojos.
Y el
golpe de ola reclama
su
límite.
El mar
revela su furia
contra
el viento
mas yo
sigo de pie
inflamada
de cansancio.
Se
escucha un adagio lúgubre
que
seduce la marea
apareándose
del anochecer.
Indiscreta
me atraganto con
la
angustia y el silencio.
Irrumpe
un rayo y alumbra el pasado.
Desgracia
pretérita
sombra de mujer y llanto del niño.
Yacemos
aquí, limosneros,
que al
escuchar el tintineo
de la
moneda en el pocillo
espera:
cabe
allí la fe del mundo.
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