viernes, 31 de agosto de 2018

YULIANA RIVERA





Confines



Me detengo en el borde 
apenas con cerrar los ojos.
Y el golpe de ola reclama
su límite.

El mar revela su furia
contra el viento
mas yo sigo de pie
inflamada de cansancio.

Se escucha un adagio lúgubre
que seduce la marea
apareándose del anochecer.
Indiscreta me atraganto con
la angustia y el silencio.

Irrumpe un rayo y alumbra el pasado.
Desgracia
pretérita sombra de mujer y llanto del niño.

Yacemos aquí, limosneros,
que al escuchar el tintineo
de la moneda en el pocillo
espera:
cabe allí la fe del mundo.


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