viernes, 31 de agosto de 2018

MARIO BOJÓRQUEZ





Naufragio en Gláphyras



                                  
                                   I

Si tu mano delgada, copo de nieve ardiendo
entrara por mi ropa, desenlazara urgente todo artificio y nuevo
fruto fuera mi carne para tu mano y flecha
tu lengua en mi costado

Si tan sólo tus ojos
dijeran barco, anuncio
nube al borde del cielo, sargazo en la marea
volvería en caracol para sonar las playas
que no ves
volvería
como espuma en la orilla
alimento de nácar que se oye sin hablar

Si tu mano, tus ojos
el agua que golpea en el muelle lejano
me tomara mirando como a un tierno molusco
y ya lejos la concha
su pulpa amedrentada en tus dientes saciando
su litigio de espera

Si tus ojos
tu mano
racimo de ciruelos
tensada la correa de mi barca en la dársena
al vaivén de tus horas
para subir a bordo

Si yo fuera tu pulso
la vista que aguzada coloca el horizonte
a tus pies, si yo fuera
en la serena gavia
el de la voz en cuello:
“¡Tierra a la vista, tierra! Hemos llegado, al fin.”


                                   II

Entro en tu cuerpo, acoso de hierba maldecida
lamo previo el deseo, de saberte intocada
de predecir ansioso el néctar de tu cuello.
Soy yo el que te persigue en la profunda fronda
sin ojos y sin manos.
El que se sabe bestia de hirsuta pelambrera
que ácida orina marca su territorio infecto.
Quisiera darte flores y te doy un bramido.

Y tú la delicada
la imperceptible sombra
la esbelta flor de flores que perfuma a su paso
el aire descuidado
¡Qué peligro mis dedos para tu tallo dulce!

Voy abriendo veredas en el boscoso espino
que ha tundido mi cuerpo.
Deja señas mi sangre en las enhiestas púas
mi costado conserva estigmas de su ardor.
Yo soy el que penetra
el que excava, el que muerde
y cómo lo lamento.


                                   III

Así como después
de andar en círculos
cortando el aire
el pelícano
se resuelve sobre el agua

He venido hasta ti
sin conseguirte

Incrustado el pico
en el denso mar
de tus dudas

Apenas si he rozado
tu escama fulgurante

Y tú que habías nacido
para ser devorada
te das al pez más grande
al más cercano
Sin sorpresa
casi otorgando la aleta a la mandíbula

Yo vuelvo a alzar el vuelo
y mis ojos se pierden
en la rizada superficie
donde tú ya no estás

¿A qué lamentar mareas secas
si el tumbo de las olas
arrojará en su borde
tu esqueleto limpio?


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