miércoles, 17 de febrero de 2021


 

CLEMENTE LÓPEZ TRUJILLO

 


 

Libélulas

(fragmento)

 

 

II

 

Hipnotizados por una
lasitud en la alameda,
miramos que era la luna
un grave incendio de seda.

 

Y sintiendo inoportuna
tristeza que desenreda
bajo la noche moruna,
lloraste, lloraste queda.

 

Tus ojos tuvieron luego
un surgimiento florido
con radiaciones de fuego.

 

Latieron los corazones,
y en cada intenso latido
florecían sensaciones.

 

RAMÓN IRIGOYEN

 

 

 

Arte poética

                                                             Every poem an epitaph

Eliot

 

 

Un poema si no es una pedrada
-y en la sien-
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto.

 

LOLA VELASCO

 

 

 

La voluntad imposible



EL DOLOR,
como el deseo,
es una estatua
de polvo.

 

ABRO la boca,
y te golpeo.
Abro la boca,
y me pides
el aire
de un grito.

 

Mi VOZ
es el sueño
de la muerte,
la escritura
sobre un cuenco
de sangre.

 

 

ROSAURA ÁLVAREZ

  


 

Extática la vida



Llegaste a mí adoleciente
de ternuras, la voz adelgazada
por plegarias de todos los albores.
Y no supe qué hacer con tu candor.

 

Había tanta luz,
tanto secreto río,
tanta fecunda hoguera,
que cegué de belleza.

 

Luego, a tientas,
posé mi mano en tu costado,
recliné mis efigies por tu frente
y quedé, en claridad,
extática la vida.

 

 

MARGARITA ARROYO

 

 

 

Como una línea atada al corazón

 

 

Si tanto nacimiento aún aguarda,
cómo cegar las puertas,
someter cauces
o hacer un nudo en la camisa
por redimir el pecho y amansarlo.
Toda mi sien es sombra
que no quiere conocer
fuera de ti,
palabra suspendida,
verso de fuente,
trueno
que me tala sin fruto,
que suplico sin condición o fecha,
depuesta ya hace tiempo mi celada.
Esa herida que abre el fondo del misterio
ruega por mí
avivando las ascuas
que habrán de consumir
la ofrenda
que contengo como una línea atada al corazón,
a pesar de mi eco
y con su música.

 

LEONARD NIMOY

 

 

 

Ojos irlandeses

 

 

Ojos irlandeses, allí para mí
risa entre la lluvia
—me llamaste niño—
mi corazón se volvió loco
debo haber sido un dolor
los ojos irlandeses me fueron benévolos
tú dijiste que yo era un niño
el único remordimiento
que albergo todavía
es lo que nunca hicimos
sentados en coches y bares postreros.
Me gustaría que pudiéramos otra vez…
para extenderte en pago
mi gratitud
por lo dado en aquel entonces.
Ellos vinieron a mí demasiado tarde para decir
que te has ido —por ahora—
¡Oh, cómo desearía
haberlo sabido,
y haber ayudado de algún modo!
Yo llevo todavía dentro de mí
la voz risueña oí
cuando los ojos irlandeses
fue que me sonrieron
ahora, vuela
lejos, pájaro mío.