Libélulas
(fragmento)
II
Hipnotizados
por una
lasitud en la alameda,
miramos que era la luna
un grave incendio de seda.
Y
sintiendo inoportuna
tristeza que desenreda
bajo la noche moruna,
lloraste, lloraste queda.
Tus ojos
tuvieron luego
un surgimiento florido
con radiaciones de fuego.
Latieron
los corazones,
y en cada intenso latido
florecían sensaciones.
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