"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 8 de octubre de 2017
JOSÉ CORONEL URTECHO
Credo
Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.
Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque basta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.
Creo que la belleza tan sencilla
que se revela en esta maravilla
es reflejo no más de tu hermosura.
Qué importa pues que esta belleza muera
si he de ver la hermosura duradera
que en tu infinito corazón madura.
Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.
Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque basta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.
Creo que la belleza tan sencilla
que se revela en esta maravilla
es reflejo no más de tu hermosura.
Qué importa pues que esta belleza muera
si he de ver la hermosura duradera
que en tu infinito corazón madura.
VÍCTOR MANUEL PINTO
Azúcar
– Dos viejitos que viven en la esquina
cerca
de la plaza de un pueblo olvidado.
– La
pareja de viejitos que
comen barquillas en la tarde:
ella: un vestido claro de lunares negros
él: un saco de lluvias y zapatos de lona
– viejitos
que se sientan a leer:
ella: el Ulises
él: la Odisea
– Se
ríen, se ríen los viejitos,
Si ella descubre que él
robó el
azúcar con una cuchara:
Fría / plateada.
Sí,
– viejitos que viven sin mucho,
visitados
por muchos; a todos
llaman: hijo / hija.
– él,
recién ahumado por un cigarro
sobre
una silla de ruedas: plateada /
fría.
Rueda
sin que él la vea
una
lágrima de ella,
mientras
le soba la cabeza:
Dos viejitos en un hospital.
– Fue
tal, fue tanta la dulzura de los viejitos,
Que se
volvieron una golosina:
ella lo besaba
para
alejar la sal de la ausencia,
él la lamía placentero.
– Se
llenaron la sangre de azúcar:
De
barquillas, de besos, de chocolates
en el
día de la luna: dos viejitos con
diabetes.
– Quedarte
sin mí, que todos vengan
a la
casa de los viejitos,
con su
ánimo y color de hormiga,
a
rodear el caramelo que me hizo tu cariño.
No,
– Que
no sea yo,
que no
seas tú,
que nos
quedemos dormidos
para
siempre
estando
ya viejitos.
No,
Nunca
pasó esto.
Sólo algo: plateado / frío
Nunca
existió para nosotros esa palabra.
Nunca
nos imaginaste viejitos.
—Canio. Vesti
la giubba e la faccia infarina
Pagliacci, Ruggero Leoncavallo
VANESA PÉREZ-SAUQUILLO
A Billie Holiday
I
Quiero encontrar
la escoba que favorezca
el viaje a tu proximidad
hechicera
a bordo de los nudos de esa garganta
seca y dolorida.
Cómo has llegado a aquí
vencedora de infiernos de juguete
que ni siquiera salen en los telediarios.
Algún día entenderé
por qué tu voz te arranca
del tiempo del gramófono,
y cruza océanos dictados
dejándome desnuda,
buscadora de ecos.
Tú, que siempre supiste
qué modulación
dar a cada momento,
te encuentras recortada por esta pobre oyente,
creyente de la vida de tus notas
sin que el puzzle me diga
dónde están sus orillas.
hechicera
a bordo de los nudos de esa garganta
seca y dolorida.
Cómo has llegado a aquí
vencedora de infiernos de juguete
que ni siquiera salen en los telediarios.
Algún día entenderé
por qué tu voz te arranca
del tiempo del gramófono,
y cruza océanos dictados
dejándome desnuda,
buscadora de ecos.
Tú, que siempre supiste
qué modulación
dar a cada momento,
te encuentras recortada por esta pobre oyente,
creyente de la vida de tus notas
sin que el puzzle me diga
dónde están sus orillas.
Parece
mentira
que el cielo tenga hambre todavía
tras engullirte,
mujer de plata, a veces verde,
en la proa de ese barco.
Virgen del tiempo de la sangre,
meretriz de tu ego, mafiosa de las almas,
tarzán de tantas selvas.
Cierra los ojos y duerme, que yo velo
en penumbra
mientras canta tu sueño
donde acaban
las carreteras del deseo.
que el cielo tenga hambre todavía
tras engullirte,
mujer de plata, a veces verde,
en la proa de ese barco.
Virgen del tiempo de la sangre,
meretriz de tu ego, mafiosa de las almas,
tarzán de tantas selvas.
Cierra los ojos y duerme, que yo velo
en penumbra
mientras canta tu sueño
donde acaban
las carreteras del deseo.
IRIS VIOLETA PUJOLS
Lo que soy
Soy
verso libre
donde
camina
tu
recuerdo.
Soy
surco sembrado
por tu
semilla.
Soy
sonido de campana
que en
el viento anuncia
que
aún… espero.
RAQUEL JADUSZLIWER
Las Tablas de la Ley
Estaba
colgando ropa en la terraza
el
cielo era del Greco en su versión sombría
o quién
sabe
quizás
era el mismísimo Señor de la Biblia quien cargaba las tintas
cavaba
sus tinieblas por fuera de la tierra
una
hondura violeta
un pozo
de otro mundo incrustado en la altura
la
oscuridad creciente por encima de todo
hacía
que las cosas parecieran pequeñas
y que
el viento sonara como una admonición
y
volaban las toallas
los
manteles
las
sábanas
todo el
ropaje de los escasos días
tenía
que estrellarse y morir contra la cúpula de la eternidad
esa
jaula del Ser
ese
silencio.
De: “Persistencia de lo imposible”
STELLA DÍAZ VARÍN
Trasluz
Que se
me permita mirar por la ventana
Sólo el espinazo de la muerte
A tranco largo
Mirando fijamente
A mis ojos deslucidos
Sólo el espinazo de la muerte
A tranco largo
Mirando fijamente
A mis ojos deslucidos
Veo la
ausencia
Doblando por la esquina
La miserable luz
De los días empañados.
Muy de tarde en tarde
Algún aprendiz de hombre
Vestido de domingo.
Doblando por la esquina
La miserable luz
De los días empañados.
Muy de tarde en tarde
Algún aprendiz de hombre
Vestido de domingo.
En
estas agonías neblinosas
Estoy mirando desde una ventana ajena
Tras la luz de este rincón desconocido
Desde esta ventana hacia ningún paisaje
Hueco sin distancias
Seca pupila donde no resplandece
ni el más leve trino.
Estoy mirando desde una ventana ajena
Tras la luz de este rincón desconocido
Desde esta ventana hacia ningún paisaje
Hueco sin distancias
Seca pupila donde no resplandece
ni el más leve trino.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)