domingo, 8 de octubre de 2017

VÍCTOR MANUEL PINTO



  
Azúcar



– Dos viejitos que viven en la esquina
cerca de la plaza de un pueblo olvidado.

– La pareja de viejitos que comen barquillas en la tarde:
ella: un vestido claro de lunares negros
él: un saco de lluvias y zapatos de lona

– viejitos que se sientan a leer:
ella: el Ulises
él: la Odisea

– Se ríen, se ríen los viejitos,
Si ella descubre que él
robó el azúcar con una cuchara:
Fría / plateada.

Sí,

viejitos que viven sin mucho,
visitados por muchos; a todos
llaman: hijo / hija.

– él, recién ahumado por un cigarro
sobre una silla de ruedas: plateada / fría.
Rueda sin que él la vea
una lágrima de ella,
mientras le soba la cabeza:
Dos viejitos en un hospital.

– Fue tal, fue tanta la dulzura de los viejitos,
Que se volvieron una golosina:
ella lo besaba
para alejar la sal de la ausencia,
él la lamía placentero.
– Se llenaron la sangre de azúcar:
De barquillas, de besos, de chocolates
en el día de la luna: dos viejitos con diabetes.

– Quedarte sin mí, que todos vengan
a la casa de los viejitos,
con su ánimo y color de hormiga,
a rodear el caramelo que me hizo tu cariño.



No,

– Que no sea yo,
que no seas tú,
que nos quedemos dormidos
para siempre
estando ya viejitos.

No,

Nunca pasó esto.

Sólo algo: plateado / frío

Nunca existió para nosotros esa palabra.

Nunca nos imaginaste viejitos.


  
—Canio. Vesti la giubba e la faccia infarina

                Pagliacci, Ruggero Leoncavallo

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