martes, 18 de agosto de 2020


AMIRI BARAKA




De José a sus hermanos



Ellos representan
sus vidas, y yo
la lleno
conmigo. La lleno
con lo que tengo, con lo que
veo (o
necesito. No hago
distinción. Como los ciegos
no puedo amar demasiado la belleza serena.
Estos filósofos
refrenan
sus botes. Llevan
sus regalos, armas
a mi puerta. Como si
eso, en sí mismo,
fuese coraje, o contuviese
ciencia.
La historia es (a long one). Por qué
estoy aquí igual que esto. Por qué
escucharía, ahora, tan tarde
y cansado en la noche. Su
fuerte lluvia
oprimiendo
el césped liso
Esto está aquí
o en alguna parte. Crece
aquí. Preguntas. Respuestas.
Un ruido
espeso como el silencio. Serena plata
sacudiéndose pesadamente bajo la lluvia. Tan
poquito
de esto recordamos. TAN pocas
porciones
de nuestras vidas, siguen adelante


JAMES AGEE




Domingo: alrededor de Knoxville, Tenn.



ALLí en la temprana y frugal primavera, florece el cornejo.
Desenvueltos, en el amistoso aire dominical
Entre los rojos zarzales, junto al paredón del río,
Empleados y sus elegidas emparejan.

Prosperan por allí, no cerca, lavados por charrales y juníperos
El ford V ocho corriendo con el chevrolet.

No pueden perturbarla:

Sus pechos sacados fuera del provisto encaje,
Yacen como un lago quieto;
Y en la boca de ella revienta su dulzura:

¡Oh, ola los levanta!
No son ellos de los pájaros. Tanta inocencia
Técnicamente a reventar los trae.
No son las de ellos palabras felices.
Nosotros los humanos no tememos esperanza.
Nuestros goces más tiernos más nos obligan.
Ninguna cadena corta tanto hasta el hueso, y la seda
más dulce sutilmente estrangula.
Cómo termina esto que ahora place el amor acabado,
En cocinas, reyertas en la cama, silencios, paginas femeninas,
Angustias del corazón ante puertas con letras doradas,
Carne rancia, cuellos duros, agonía con corredores antisépticos,
Nalgueadas, reproches, viajes de pesca, jugos de naranja,
Pólizas, incapacidad, un chevrolet,
Escarnio de los hijos, amable desprecio mutuo,
Correcciones a gritos de sílabas comidas,
Bolsas de agua caliente, piedras en la vesícula,
Caídas de la escalera, anticuadas nochebuenas,
Sospechas de robo, arreglos con la Funeraria efectuados por yernos,
Cuartuchos balo los caballetes de bungalós de ladrillo
El vaso hecho pedazos, la mirada cruzada entre al hija y el marido,
El cuerpo vacío en la cama solitaria
Y, en el vacío pórtico de concreto, cenizas aventadas
Nietos paseando al traicionero sol

Y ahora, en los gratos desvencijados anaqueles del horror
Oh Dios enseña, oh Dios ciegas estos niños.


RANDALL JARRELL




Llamada de correo



Las cartas siempre se evaden de las manos
Unas patinan como un destello dentro de una piedra, caen como pájaros.
Seguramente el pasado desde los cuales las cartas se levantan
Está esperando en el futuro ¿transcurrirá en las tumbas?
Todos los soldados han sido visitados por los fantasmas de sus vidas.
Ellos demandan desde su calidad pagada en papel
Que establece, como el olor, una presencia.
En cartas y en sueños ellos ven el mundo.
Esperan: y el convenio de los años
En una mano vacía, en un sonido indecible-
El soldado simplemente anhela su nombre


IBN SARA AL-SANTARINI




El rubor



Es un joven delgado que, en su manto envuelto,
se diría una rama flexible retozando
al soplo de los vientos del sur.
Su rostro he visto en el espejo de mi fantasía
y he limitado el efecto de sus ojos en mi pecho.
No es de extrañar que el pensamiento mío
le hiera la mejilla:
la magia obra de lejos, a distancia.



JOSÉ BERGAMÍN GUTIÉRREZ




La noche y el día (II)
  
A Carmela, bailarina clara



Carmela, más que nubes, más que nieves,
más que plumas, que espumas, más que albores,
tejen dorados hilos zurcidores
la aurora de tu frente en copos leves.

No separes tus ojos, no te lleves,
gacela huida a tantos resplandores,
sus dardos encendidos, heridores,
hebras de sol en cárceles tan breves.

Detén la catarata fugitiva,
el vuelo de tus pies, el de tus oros,
la risa de esas mágicas deidades.

Asómbrate de ser floresta viva,
incendio de sus ámbitos sonoros:
siembra luces, cosecha claridades.


JOSÉ CORREDOR MATHEOS




¿Es el mar el que brilla…



Ante la tumba de Paul Valéry
¿ES el mar el que brilla
o eres tú, que apareces
disuelto allá en las olas
para gozar de nuevo
lo que cantan tus versos?
Veo el mar con tus ojos,
el cielo con tus ojos,
los pájaros marinos
con tus ojos.
Y tú me estás mirando
con los míos,
despojados de todo
tú y yo,
envueltos en la luz
de un nuevo mediodía.
Lo que queda de ti,
lo que queda de mí,
es tan poco que es nada.
Sólo, sólo tus versos
brillan como las olas
bajo el sol,
baten en mi memoria
con tu voz.
Tu nombre sobre el mármol,
los míseros despojos
que adivino,
se borran con el eco
de tus versos
disueltos en la espuma.