"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 7 de abril de 2020
GUIDO RIGGIO POU
15
Quieto el estanque,
quiere ser aquel jardín
que en él refleja.
De: “El otro jardín”
ALVARO HERNÁNDEZ
Alstroemerias
Los colores se
eligen al azar
y una flor es
cuestión de estilo
pétalo en pétalo
trenzadas a
contrición del viento
como si toda la
trama se envolviera en hilos de seda
Los colores se
eligen al azar
(sin sorpresa)
y nadie pasa con
el nombre a flor de piel
ni a flor de labio
ni a flor de nada
Todo es una
cuestión de estilo.
FERRUCCIO BRUGNARO
El amor
Una flor mojada
carnosa y dulce.
Mirad bien
una flor azul
una flor de fuego.
Mirad una flor
amarilla de foso
apenas pintada por el alba
entre hierbas oscuras y cortantes.
Miradla y vigilad
a la serpiente
en torno
dentro
siempre.
carnosa y dulce.
Mirad bien
una flor azul
una flor de fuego.
Mirad una flor
amarilla de foso
apenas pintada por el alba
entre hierbas oscuras y cortantes.
Miradla y vigilad
a la serpiente
en torno
dentro
siempre.
GIORGIO CAPRONI
Itinerario
Sacré-Coeur
Blanche, a pie.
Los gorriones que se despiojan
– frenéticos – en las aceras.
VICENT ANDRÉS ESTELLÉS
Las cosas
Quan, entre gents, estic mut e
pensiu.
Ausiàs March
Ausiàs March
En la oscuridad,
había mujeres en los bordillos.
Decían cosas obscenas, amablemente obscenas,
de una halagadora obscenidad quizás.
Y fumaban. Recuerdas que, en la oscuridad, fumaban.
La calle Ribot tenía un viejo prestigio.
No la habías visto nunca. Y no la verías nunca.
Un amigo te llevó. Había luces siniestras.
Pasasteis de largo. Con las piernas abiertas,
las mujeres se abanicaban la ingle con la falda.
Me cuentan que, durante la guerra, los soldados hacían cola.
Al acabar la guerra, ¿hubo, entre aquellas mujeres,
una depuración? No lo he sabido. No lo sé.
Como el mar devuelve a los ahogados, la guerra
devolvía aquellos grandes cuerpos a la oscuridad.
Si no recuerdo mal, por aquel tiempo leías
—y quizás te sabías algunos fragmentos de memoria—
los poemas de Rilke. De Aleixandre te venía
el placer de la luz —limpieza o pureza,
o la impureza que la limpieza podía
redimir, y hablas demasiado, ¡oh, no te metas en honduras!
Pasasteis de largo. En la esquina de la calle
llamada de Guillem de Castro, vomitaste, indigno.
En “El Siglo” te tomaste un café sin azúcar.
Decían cosas obscenas, amablemente obscenas,
de una halagadora obscenidad quizás.
Y fumaban. Recuerdas que, en la oscuridad, fumaban.
La calle Ribot tenía un viejo prestigio.
No la habías visto nunca. Y no la verías nunca.
Un amigo te llevó. Había luces siniestras.
Pasasteis de largo. Con las piernas abiertas,
las mujeres se abanicaban la ingle con la falda.
Me cuentan que, durante la guerra, los soldados hacían cola.
Al acabar la guerra, ¿hubo, entre aquellas mujeres,
una depuración? No lo he sabido. No lo sé.
Como el mar devuelve a los ahogados, la guerra
devolvía aquellos grandes cuerpos a la oscuridad.
Si no recuerdo mal, por aquel tiempo leías
—y quizás te sabías algunos fragmentos de memoria—
los poemas de Rilke. De Aleixandre te venía
el placer de la luz —limpieza o pureza,
o la impureza que la limpieza podía
redimir, y hablas demasiado, ¡oh, no te metas en honduras!
Pasasteis de largo. En la esquina de la calle
llamada de Guillem de Castro, vomitaste, indigno.
En “El Siglo” te tomaste un café sin azúcar.
FANOR TELLEZ
En el fin de
abril hacia el invierno
Mi alma se ha
hundido en la tranquilidad.
Incendios,
estruendo de armas,
el fragor de multitudes yendo
y viniendo en peligrosa marea de muerte,
no alteran ni amedrentan mi interior.
El viento cortés se desliza en mi pelo.
el fragor de multitudes yendo
y viniendo en peligrosa marea de muerte,
no alteran ni amedrentan mi interior.
El viento cortés se desliza en mi pelo.
Mi última guitarra
está pensativa
¿Quién ganará, quién perderá?
Ningún corazón ignora a ninguna víctima.
Nuestro llanto invisible tiene convicción de bálsamo.
Mañana, las heridas tendrán una respuesta.
La canción del pacifista como una sensible trepidación
de sismo, registra el paso del árido verano
a las aguas invernales, arrolladoras de muros.
30 de abril del año 2018.
¿Quién ganará, quién perderá?
Ningún corazón ignora a ninguna víctima.
Nuestro llanto invisible tiene convicción de bálsamo.
Mañana, las heridas tendrán una respuesta.
La canción del pacifista como una sensible trepidación
de sismo, registra el paso del árido verano
a las aguas invernales, arrolladoras de muros.
30 de abril del año 2018.
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