jueves, 8 de noviembre de 2012


LUIS ALBERTO BRAVO





Paisaje



8

Un niño nada en el río;
Una piedra sostiene sus ropas.


MARIO GARCÍA






Imitación a narciso



I

El amor está en el pubis,
en los dedos que acarician la floresta
y el estrecho espacio de tu carne palpitando
en las mismas caricias.
Desde la tristeza viene el amor
lleno de sal y saliva
como este dedo que baja
y sube
en el deslizante espacio de tu carne.
El amor siempre ha sido cueva, árbol,
follaje,
penetrando hasta las raíces mismas
del gusano,
allí donde el amor se derrumba
en sus propios huesos,
como una explosión de carne
     dentro de la carne.
Abrazamos el amor
en imaginados besos y abrazos
para caer y no caer
blandamente en el abismo agitándose
en el viento.
Como el poeta en la página
               acaricia la palabra muslo,
               labio,
clítoris (que faltaba en estos versos),
cree el hombre tocar a la mujer
y la mujer al hombre,
como el poeta al poema,
y cada cual se besa a sí mismo
en los labios del otro,
cada cual se roza a sí mismo
en la piel del otro que ama
la imagen creada por sus propios ojos.
Así como el poeta se ama a sí mismo en el poema
y en la superficie de la letra,
así el hombre, la mujer
acarician el propio sueño imaginado en sus ojos
y cada uno ama el amor
que para sí mismo ha creado
en su propio espejo.

XAVIER ABRIL





  
Elegia a la mujer inventada




(Sin formas la conocéis:
es la yedra obstinada,
la reja y el amor,
apenas lágrimas de otro tiempo).

Una mujer o su sombra de yedra
llena de soledad de lámparas vacías.

En la memoria del corazón
está marchita una flor,
un nombre de mujer.

Los ojos de la ausencia
están llenos de lluvia, de paisajes helados y sin árboles.

¿Quién conoce el nombre de esa mujer
que olvida su cabellera en los ríos del alba?

¡Qué difícil es distinguir entre la noche
y una mujer ahogada hace tiempo en un estanque!

El desmayo de una flor no se compara
al silencio de sus párpados cerrados.


LILY MORAL





XI



Cuan ciega soy
no alcanzo a mirar
más allá de tu luz.

JUAN CARLOS GALEANO






Música




En la selva se oye la música de la barca subiendo
      por el río.
A una orquídea le da por gritar de placer.
Muchos árboles están furiosos. No duermen bien
      sus/hojas,
sacuden con rabia las raíces y le gritan a la barca
     de la música.
A mi madre la Anaconda no le importa.
Ella vive muy ocupada dándole vueltas a la tierra,
cargando en su barriga los árboles, los animales y
      la gente.

JAIME SABINES






He aquí que tú estás sola y que estoy solo...




He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y  yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.